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La autora del rapto de un bebé en Bilbao pide perdón: “No estaba en mis cabales”

M. C., acusada de raptar un bebé vestida de sanitaria en el Hospital de Basurto, en Bilbao, en 2022

Maialen Ferreira

Bilbao —

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Visiblemente nerviosa, emocionada, sin parar de mover las piernas y con la cabeza recostada, M. C., se ha sentado este martes en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Bizkaia por llevarse del hospital de Basurto, en Bilbao, un bebé recién nacido el 19 de octubre de 2022. En su declaración, ha reconocido los hechos de los que se les acusa y ha pedido perdón a los padres del bebé. También ha querido dedicar a ellos sus últimas palabras en el juicio. “Quería perdón a los padres, a la prensa y a todos vosotros. No estaba en mis cabales. Lo siento mucho, por favor”, ha señalado emocionada.

El juicio se ha celebrado en una única sesión en la que han declarado, además de la acusada, los padres del menor, una amiga de la acusada, la mujer que encontró al bebé en el felpudo de su casa, seis agentes de la Ertzaintza que participaron en el caso y dos médicos forenses. En un primer momento se había citado a la madre de la acusada y a un exnovio, sin embargo, el tribunal no ha considerado necesaria la declaración de ninguno de ellos.

En primer lugar ha declarado el padre del menor, que ha asegurado que tanto él como su mujer han precisado atención psicológica y psiquiátrica tras el suceso. “Hemos estado en shock desde entonces y hemos hecho terapia psicológica y psiquiátrica, yo durante un año y mi mujer aún sigue. Es un trauma, no dormimos bien. Te asustas por las noches, crees que se van a llevar a tus hijos”, ha confesado.

Según ha declarado, cuando el bebé fue sustraído él no se encontraba en el hospital, ya que estaba atendiendo a su otra hija. “Mi mujer me llamó y me dijo que le iban a dar el alta, me extrañó porque eran más de las 21.00 y yo sabía que a esas horas no solían dar altas. Me dijo que se habían llevado al bebé a hacerle unas pruebas y como había tal saturación de partos no me pareció raro. Como no nos lo traían me empecé a poner nervioso y le pregunté a una enfermera. Me miró raro y fuimos a información. Ahí nos dimos cuenta de que algo raro pasaba”, ha detallado el padre.

Tras él, ha declarado la madre del bebé que ha asegurado que la mujer había entrado “varias veces a la habitación”. “Hablaba como una enfermera normal. Me contó que había tenido dos hijos con partos malísimos. Salió y volvió a entrar”, ha indicado antes de romper a llorar. Tras beber agua y calmarse ha proseguido con el relato. “Me dijo que me diera a mi hijo porque le tenían que hacer unas pruebas. Lo cogí y se lo entregué”, ha reconocido.

“Estoy en tratamiento psicológico. No duermo por las noches. No puedo trabajar. No puedo con mi día a día”, ha lamentado la madre en una declaración en la que, al igual que en la del padre, no ha contado con preguntas de la defensa de la acusada. Ni la acusación particular ni el Ministerio Fiscal han aportado testimonio de los psicólogos o psiquiatras que han atendido a los padres tras lo ocurrido. Tampoco ha declarado ningún médico forense, algo que la defensa ha subrayado en sus conclusiones.

Solo ha declarado una de las enfermeras del hospital de Basurto que ha asegurado que la acusada iba “vestida como personal sanitario, como médico, de blanco” y que la vio hacia las 17.30. “Siempre se la vio fuera de las habitaciones, pero sabemos que ella entraba porque las madres nos lo contaron. Aprovechaba que estábamos en las habitaciones para entrar”, ha reconocido. Durante el juicio no se ha hablado sobre los protocolos del hospital, sobre si la acusada trató de entrar en alguna otra habitación, ni se ha ahondado sobre el hecho de que se pudo pasear durante toda la tarde por el hospital vestida de médico con total libertad.

Después de llevarse al bebé y percatarse de que la Ertzaintza había comenzado un operativo de búsqueda, la acusada a las 08.00 llamó a un timbre aleatorio y dejó al bebé en el felpudo. La vecina que vivía en dicha vivienda lo encontró en buen estado de salud. “Yo estaba en la cocina, acababa de ver la noticia y a los cinco minutos tocaron el timbre. Miré por la mirilla y no vi nada, pero abrí y ahí estaba el bebé. Mi hijo salió corriendo por las escaleras a ver si veía a alguien, pero no. Cogí al bebé y lo metí en seguida a casa. No tardé ni un segundo”, ha aseverado. Desde la acusación particular han preguntado sobre esta cuestión al entender que existe agravante de abandono por dejar el bebé en un felpudo y no entregárselo a la Policía voluntariamente.

Según detalló en el momento de los hechos la mujer que encontró al bebé, se encontraba “en muy buenas condiciones y se notaba que le habían dado biberón porque estaba muy tranquilo”. Horas más tarde, las investigaciones permitieron identificar a la joven, la cual, después de una intensa búsqueda, fue localizada y detenida a las 10.45 horas en la plaza Azoka del barrio bilbaíno de Zorrotza. En el momento de la detención se encontraba “agitada” y “nerviosa”.

Según han detallado los seis agentes de la Ertzaintza que participaron en la investigación, el operativo de búsqueda del bebé y la posterior detención de la acusada, un agente reconoció a la joven por las cámaras de vigilancia y acudió a su casa, donde estaba su madre a la que conocía también de operaciones anteriores. La madre de la acusada se encontraba con varias amigas que, según ha argumentado una de ellas, estaban “preocupadas” e intentando localizar a la joven, que no les respondía el teléfono. El agente les dio su teléfono por si conseguían localizarla. Finalmente, respondió a una de las amigas, que también ha testificado en el juicio. “Le llamé y me respondió. Casi no hablaba, solo decía que lo sentía. Me dijo que estaba en Zorroza y le dije que no se moviera de allí. Cogí un taxi y llamé al policía que nos había dado su número para decirle dónde habíamos quedado. No paraba de decirme '¿Qué hago?' y le dije que estuviera tranquila. Ella quería entregarse e ir a la Policía, estaba dispersa y solo pedía perdón”, ha declarado la amiga.

Todos los agentes de la Ertzaintza que han testificado que la acusada no opuso resistencia durante la detención. Sin embargo, el agente que le tomó declaración ha explicado que su declaración no se trató de una “declaración al uso”. “No contó todos los hechos ni todos los hechos que contó eran correctos. No fue una declaración al uso en la que metemos mano de forma más activa. Si hubiéramos continuado haciendo preguntas habríamos visto que había cosas que no eran ciertas”, ha declarado sin justificar por qué actuaron de esa forma.

Mensajes sobre embarazos y planos de Basurto en su móvil

En el móvil de la acusada, que ella misma entrega a una amiga para que se lo diera a su madre y ésta es la que se lo entrega a la Policía, hallan mensajes con otras personas en los que habla sobre embarazos y partos. También encuentran planos del hospital de Basurto e información sobre pérdidas y raptos de bebés. Además, según ha recalcado el agente -que también es perito- que investigó el móvil, la acusada realizó una búsqueda de información sobre el caso del robo del bebé en Basurto. “Ella hizo un seguimiento de la noticia. Encontramos en el historial que buscó sobre el rapto del bebé”, ha argumentado.

Durante el juicio también han testificado dos médicos forenses que han estudiado a la acusada y han concluido que tiene un “funcionamiento intelectual límite”. “Tiene un problema intelectual, pero no existe una discapacidad ni retraso mental. Su coeficiente intelectual es de 75 y la discapacidad se establece con un coeficiente intelectual de 70. Tiene una merma leve, un funcionamiento cognitivo por debajo de la media, pero lo suficiente como para entender”, han reconocido.

Preguntados por el Ministerio Fiscal si el hecho de no poder quedarse embarazada le afectó psicológicamente o cognitivamente, los forenses han argumentado que esa puede ser “una motivación” para la actuación que llevó a cabo. “Estaba en un tratamiento para la fertilidad. Esa búsqueda activa de ser madre tan joven, desde los 19 años y tener una vida precaria puede ser una motivación. Tiene una conducta extrema y bizarra”, han reconocido.

Por su parte, el tribunal ha preguntado si el consumo de sustancias le ha podido afectar de alguna manera, a lo que los forenses han confirmado que en los análisis realizados detectaron el consumo de cocaína, anfetamina y cannabis. “Hemos encontrado un abuso de sustancias, pero no una dependencia. Cuando es encerrada en un centro de Psiquiatría pasa muchos días sin las sustancias y no tiene drogodependencia ni muestra la necesidad de la búsqueda de esas drogas, por lo que consideramos que su consumo no va a tener repercusión en las conductas investigadas.

La jueza también ha preguntado por el tratamiento que aconsejan los médicos forenses llevar a cabo con la acusada, a lo que han respondido que un “adecuado entorno económico social puede ser beneficioso para ella y para su conducta”. “Hemos visto una evolución positiva desde su ingreso en un centro Psiquiátrico. Le ayudó a ver lo que había hecho y le ayudaría contar con un ingreso a largo plazo además de una psicoterapia global”, han detallado. Dos días después del suceso, la mujer reconoció los hechos en su comparecencia ante la jueza y solicitó su ingreso voluntario en un centro psiquiátrico después de que la jueza decretara para ella libertad provisional debido a que no vio razones para establecer una medida cautelar de prisión provisional, al no constatar riesgos de fuga o de destrucción de pruebas.

La Fiscalía ha reclamado una pena de cuatro años de prisión por un delito de detención ilegal por estos hechos. En sus conclusiones ha considerado que “la conducta ha sido planificada previamente debido que utiliza documentación y un estudio previo del lugar, además de que pasa toda la tarde en el hospital y estudia cómo raptar al bebé”. La fiscal también ha insistido en que a pesar de que devuelve al bebé en un plazo inferior a 72 horas, “lo hace cuando es identificada y se ve acorralada”. A pesar de ello entiende que debe considerarse un atenuante por coeficiente intelectual límite.

La acusación particular, que representa a los padres del recién nacido, ahora de casi dos años, considera los hechos como un delito de secuestro de menor y de abandono, con lo que eleva la petición de cárcel a siete años. “La acusada tenía su cargo el menor desde su sustracción en el hospital. El delito de abandono se constató cuando dejó al bebé y se marchó. En lugar de eso debería haber entregado al bebé a la Policía, lo que hizo supuso un riesgo porque escogió un piso al azar y dejó a un bebé recién nacido en un felpudo sin cuidado”, ha argumentado.

La acusación particular ha solicitado una una indemnización para los padres de 12.000 euros por daños morales, sin embargo la defensa de la acusada ha tratado de justificar que se declara insolvente. “Ha reconocido los hechos, se trata de una persona con capacidades limitadas, que se entrega. En el momento se encuentra en shock y no sabe cómo entregarse, pero pide ayuda a una amiga y facilita su detención. Asume la responsabilidad en todo momento. No se puede hacer más para colaborar ni para esclarecer mejor los hechos”, ha argumentado la defensa en las conclusiones, en las que ha exigido un atenuante de confesión, otro de entrega del menor en 72 horas y ha negado el delito de abandono. Por lo que ha solicitado una pena de 9 meses de prisión. Además, ha indicado que la acusada ha aportado la mitad de lo solicitado para la reparación del daño. “Ha entregado 6.000 euros gracias a que sus familiares han hecho una hucha común para poder pagar. Sin ellos habría sido imposible para ella. Se declara insolvente”, ha concluido la defensa.

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