Mitxel Lakuntza (ELA): “La corrupción no se entiende sin la vinculación del poder económico y el político. Hay que atajarlo”

El sindicato ELA acaba de pasar la reválida de su congreso con el respaldo absoluto a la estrategia de confrontación que, aunque le vale las críticas desde todos los sectores, le da los mejores resultados en clave interna. El primer sindicato vasco ha ganado 3.234 afiliados desde 2021, lo que significa que cuenta con 104.159 militantes. No hay motivos para cambiar la estrategia, defiende, y su secretario general, Mitxel Lakuntza, reelegido para continuar en el cargo otros cuatro años, pone en valor que las cifras de militancia respaldan una estrategia en la que la huelga es un elemento fundamental.
“El objetivo de ELA no es firmar convenios, es firmar buenos convenios y la estadística nos respalda”, dice Lakuntza, que exige respeto a los que critican que el sindicato habla demasiado de cuestiones políticas. “Hablar de política es hablar de Osakidetza, es hablar de Educación y hablar de todo lo que se hace y que acaba afectando a la clase trabajadora”. Rechaza que ELA use la huelga como un fin en sí mismo, aunque considera que es un “instrumento necesario” para conseguir avances y se muestra “ilusionado” con la posibilidad de que se consiga un salario mínimo vasco propio. “Estamos convencidos de que hay partido”, dice.
Con la que está cayendo en el ámbito político no queda más remedio que empezar preguntándole por el caso de Santos Cerdán. ¿Cree que las ramificaciones de corrupción de este caso pueden acabar salpicando directamente al Gobierno navarrio?
Creo que está todo todavía muy abierto y sin perimetrar. Eso es lo primero que hay que hacer, es decir, ir hasta el final en la investigación y la depuración de responsabilidades penales y políticas. Y creo que, luego, desde la visión del sindicato hay dos cuestiones importantes cuando se habla de la corrupción. La primera de ellas la preocupación porque la corrupción es una cuestión sistémica y cíclica, y que esa corrupción no se entiende sin la vinculación entre el poder económico y el poder político. Y eso es lo que está en parte en la raíz del problema y lo que hay que atajar. Es decir, ver qué tipo de relaciones existen hoy entre parte de la clase política y ese poder económico para que se llegue a situaciones tipo. En el PP y el PSOE cíclicamente aparecen estos casos de corrupción, habrá que ver qué tipo de conexiones existen y por qué no hay cortafuegos suficientes entre el poder político y el poder económico. El poder económico, para favorecer sus intereses tiene determinadas vías. Una de ellas es la de las puertas giratorias. Hay gente que cuando está en política lo que hace es trabajar para esas empresas y para ese poder económico. Y después está la otra cuestión, la que estamos viendo ahora en los últimos días, que tiene que ver con casos de corrupción directos relacionados con las partidas que dan las empresas para hacerse con licitaciones públicas. Hay que abordar esto desde, desde la raíz, desde la preocupación de que la corrupción sea parte del sistema con esa naturalidad la falta de mecanismos y la falta de cortafuegos para que esa relación entre el poder económico y el político se lleve a cabo.
Es importante activar una comisión de investigación en el Parlamento de Navarra
¿Cree que hay que poner más el foco en las empresas?
Claro, porque se habla más del corrupto que del corruptor. Y nos preocupa que no se hable de los corruptores. No se sitúa en esas empresas suficientemente el foco, tampoco el mediático, para ilustrar la gravedad de lo que supone que determinadas empresas estén mediante la corrupción, accediendo a llevar sus negocios de esa manera. Esto es lo que hay que abordar. Pero estos últimos días se ha hablado también de qué tipo de medidas se van a tomar para que esas empresas no vuelvan a hacer lo que están haciendo hasta ahora. Creo que es importante hablar de eso, de cómo funcionan estas empresas y qué opinan, por ejemplo, las diferentes patronales de este tipo de prácticas y qué medidas proponen. Entre otras cosas, a nosotros nos parece bien que las empresas que estén implicadas en esos casos de corrupción no pueden acceder en el futuro a licitaciones próximas, que pueden ser de obra pública, transporte o do deergía. Pero me gustaría saber qué opina la patronal de este tipo de medidas.
Se ha referido al PP y al PSOE, pero muchas veces usted ha dicho que las actuaciones del PNV o el Gobierno vasco, están un poco rendidas a los intereses de empresas como Petronor o de Iberdrola…
Un poco no, mucho.
¿Y en qué se basa exactamente?
Cuando se aborda la relación entre lo que nosotros llamamos la supeditación de parte del poder político al mundo empresarial y económico eso tiene diferentes vertientes. Una de ellas es la corrupción, que es la que estamos viendo estos días. Otras vertientes tienen que ver con que esa supeditación de la parte política, que en el caso del PNV se ve muy, muy clara, lleva a tomar determinadas decisiones para favorecer a las empresas. Por ejemplo, con la privatización de los servicios, la subcontratación, o la política fiscal. La política fiscal que se hace en este país es sobre todo para favorecer los intereses de las empresas. Ahí solemos utilizar un dato. Si comparamos con el año 2007, la recaudación que había de Impuesto Sociedade era un porcentaje del 3,2% del PIB. Si se hiciese una extrapolación en ese mismo porcentaje a lo que sería la recaudación ahora estaríamos recaudando más de 400 millones de euros más. Y lo que está pasando aquí, es que es la clase trabajadora es la que está aportando cada vez más a las cuentas públicas, y la parte de los de los beneficios empresariales mucho menos. Y estamos en años de récord histórico de beneficios. En esas dos cuestiones se ve muy claro cuál es la supeditación de la política al poder económico.
Volviendo al tema de Navarra, María Chivite ha dicho que no piensa dimitir. ¿Las medidas que ha anunciado hasta ahora son suficientes para afrontar la crisis tras el escándalo de Cerdán?
Es importante activar una comisión de investigación en el Parlamento de Navarra. Creo que se han anunciado determinadas auditorías y en este sentido hay que llevar hasta el final todo lo que tenga que ver con la transparencia, con abrir el foco para abarcar lo máximo posible y clarificar. Eso es lo que hay que hacer. Ha anunciado una serie de auditorías y después está lo que tenga que ver con el camino judicial.
El papel de la izquierda en una coyuntura como esta no puede ser administrar el mal menor. Eso está condenado al fracaso
El Gobierno de Chivite tiene como socio directo a EH Bildu. Y en el Congreso de los Diputados el voto de la coalición abertzale es necesario para el Gobierno de Sánchez. ¿EH Bildu debe retirar este apoyo?
Como decía estamos en un momento en el que hay un caso delante, pero no sabemos exactamente hasta dónde llega, ni qué responsabilidades va a tener. Hay que aclarar en el camino, y esto es lo que supongo que las próximas semanas también se podrá comprobar, hasta qué punto se tenía conocimiento de algunas cosas y las implicaciones hasta dónde llegan. Pero creo que estamos en una fase en la que creo que todavía vamos a tener más información de la que tenemos. Hay que esperar.
A medida que esa información avance ¿deberían cuestionarse ese apoyo?
Claro, evidentemente, en función de la información que salga. Porque si no hay indicios, sino pruebas evidentes de que la corrupción ha llegado a otros ámbitos que hoy todavía no se han demostrado, claro que eso tiene que tener consecuencias.
Si los socios de Pedro Sánchez, como EH Bildu, se retiran, nos llevaría a un escenario de elecciones anticipadas. ¿Mejor arriesgarse a que entre la derecha en La Moncloa que apoyar el Gobierno de Sánchez en estas condiciones?
Eso va a depender también de hasta dónde avance la investigación. Depende de la gravedad de las cuestiones que se concreten. Pero evidentemente, claro, si hay casos demostrados de corrupción, eso tiene que tener consecuencias políticas.
Le hago todas estas preguntas de cuestiones políticas porque esa es precisamente una de las reivindicaciones que hizo en este último congreso de ELA, el derecho del sindicato a opinar sobre cuestiones políticas, y también una de las cosas por las que más se les critica desde algunos partidos políticos. Muchos líderes políticos y empresariales han instado a ELA a presentarse a las elecciones. ¿Se lo plantean?
No, no. Pero hice esa reflexión porque se cuestiona algo que para el sindicato es un derecho fundamental. El mismo derecho que tiene, por ejemplo, elDiario.es de hablar de política, es el que tiene el sindicato ELA. Y en los tiempos que estamos, nos preocupa que haya una interpretación de la democracia tan limitada. Hablar de política es hablar de Osakidetza, es hablar de Educación y hablar de todas lo que se hace y que acaba afectando a la clase trabajadora. Para nosotros es muy natural y es algo totalmente indispensable y que tiene que ver con los derechos fundamentales. Cuando se dice al sindicato que no tiene derecho a hablar de política, lo que se está haciendo es atacar esos derechos fundamentales, como el de la libertad de expresión o el derecho sindical.
En este país últimamente se ponen más énfasis en lograr acuerdos que en el contenido de esos acuerdos
Ya que estamos en cuestiones políticas hágame un balance del primer año de Gobierno de Pradales.
Ha cambiado la interlocución con este Gobierno respecto al Gobierno de Urkullu, pero nuestros problemas siguen estando donde estaban hace un año. Esa es la conclusión. Han cambiado las formas, pero no ha cambiado el fondo. ¿Y por qué decimos esto? Porque si vamos cogiendo área por área aquellas cuestiones en las que tenemos relaciones con el Gobierno, lo que hemos visto es que sigue prevaleciendo una actitud por no abordar cambios estructurales.
Póngame ejemplos. ¿No espera cambios en Osakidetza, a través del Pacto en el que ELA no está?
Ya veremos al final en el acuerdo de Osakidetza cuántos de los que estaban acaban estando. Está por ver y lo vamos a ver dentro de poco. Desde el principio dijimos que no íbamos a participar en una mesa que solo pretendía desmovilizar al sector y que no buscaba cambiar estructuralmente la situación de Osakidetza. Cuando se planteó ya sabíamos que no iba a haber un incremento en la dotación presupuestaria para Osakidetza, ni un plan para reducir la temporalidad, que en Osakidetza está en 58%, ni voluntad clara de terminar con las privatizaciones, que, dicho sea de paso, este año han aumentado un 11% con respecto al año pasado. Esa mesa no tiene contenido suficiente y aquí hay un ánimo de propaganda y un ánimo de desmovilizar. No se puede mejorar Osakidetza sin aumentar la dotación y sin mejorar las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras. Sin esas dos condiciones hablar de Osakidetza es perder el tiempo.
Entiendo que tampoco ve ningún avance en Educación, ya que ELA se quedó fuera del acuerdo que se firmó con el resto de los sindicatos.
Es un acuerdo insuficiente, y firmarlo fue claramente una precipitación por parte del resto de sindicatos. Además, por lo que estamos viendo, ni siquiera está bien atado lo que han firmado. Ya dijimos que este acuerdo iba a entrar en crisis, e iba a envejecer muy mal. No pensábamos que ni siquiera iba a pasar de los dos meses, porque ya hay un sindicato como LAB que ya ha planteado que no se está cumpliendo lo que se firmó. Esto reafirma la tesis de ELA. Aquí ha habido una precipitación por parte de estos sindicatos para la firma, y que se dio cuando había un sector totalmente movilizado, y que a medida que los días de huelga van avanzando, el apoyo iba en crescendo, y eso es algo que no pasa muchas veces. Si hay gente que está en disposición de seguir peleando por un mejor convenio, por qué hay una precipitación de esa firma. Eso es lo que ELA no comparte. Así que así estamos en Educación, o en Osakidetza, pero si hablamos de política fiscal o presupuestaria hay un continuismo absoluto sobre las políticas de Urkullu. Lo único que han cambiado son las formas.
Pues no será porque el Gobierno no hace continuos anuncios de iniciativas en diferentes ámbitos. ¿Cree que están vacías de contenido, que no se concretan?
O que cuando se concretan son totalmente insuficiente. Por ejemplo, hemos sido muy críticos con ese acuerdo al que llegaron con Elkarrekin.Podemos y con EH Bildu en el acuerdo fiscal y en los presupuestos de Álava . Es muy evidente que hay un continuismo y que en aquellos sitios donde hay acuerdos se hace desde una manera muy insuficiente. Nos preocupa que el Gobierno vasco quiera aparentar un cambio respecto al de Urkullu porque llega a acuerdos, y esos acuerdos los consiga de manera insuficiente porque busca los sindicatos más baratos. Y eso es lo que ha pasado en Educación.
¿Y en balance del primer año de legislatura qué le exige a los partidos de la oposición? Se quejan muchas veces de que no ejercen control suficiente.
Es algo que está entre nuestras preocupaciones. Estamos asistiendo a un proceso de empobrecimiento en la clase trabajadora y junto con eso se está dando beneficios récord en muchas empresas. Ante eso la izquierda que está en las instituciones debería jugar un papel de oposición que hoy no tiene. Los acuerdos que han firmado, da igual que sean los presupuestos de Álava o de Bizkaia, o la ley de transición energética o el pacto educativo, la valoración no es buena porque, ¿quién se acerca a quién? Esos acuerdos son posibles cuando se acercan a las posiciones del PNV y del PSE . Y no creemos que el papel de la izquierda en una coyuntura como esta sea administrar el mal menor. Eso está condenado al fracaso. la izquierda tiene que ser referencia para un cambio en las condiciones de vida de la de la de la gente Y criticamos en este sentido uno de los mayores cambios que ha habido en la política vasca, que es el cambio de estrategia en la política institucional de EH Bildu de acercarse a posiciones de mayor moderación pragmática, pero entendiendo la moderación como el acercamiento a esas posiciones de derecha.
El objetivo de ELA no es firmar convenios, es firmar buenos convenios y la estadística nos respalda
¿Cree que EH Bildu se parece cada vez más al PNV?
Esa es parte de la de la foto. Ojo, ELA no dice que todos los partidos sean iguales. EH Bildu y el PNV son partidos diferentes. Pero los últimos acuerdos y la política que se hace no lleva a distinguirse más, lo que lleva es a que esas posturas se acerquen. EH Bildu está incidiendo más en una política de colaboración que de confrontación. Y nosotros creemos que hoy la izquierda tiene que confrontar democráticamente. Y eso se hace eso estableciendo un programa claro, estableciendo dónde están las líneas rojas y planteando un programa nítido, que sea muy fácilmente reconocible desde la clase trabajadora y desde la izquierda. De lo contrario, el pacto naturaliza precisamente la política de la derecha. No tengo la sensación que mucha más gente además de ELA hable claramente de que hay una derecha económica en este país, que es el PNV, y un partido que apoya esa política sin fisuras prácticamente, que es el PSE. En la medida en que EH Bildu llega a acuerdos porque te acercas a la otra parte, se va naturalizando una manera de entender la política. Y la gente dirá 'bueno esto tampoco está tan mal si están llegando a acuerdos', y eso genera la desmovilización. Si estás diciendo a la clase trabajadora que es posible llegar a acuerdos con esa misma derecha que nos ha traído aquí, el mensaje no es precisamente el de que hay que movilizarse y organizarse para cambiar la política, sino de que nos vamos mimetizando.
Entiendo que lo que pide a EH Bildu es que mantenga esa estrategia de confrontación en la política que ELA mantiene en el sindicalismo, ¿no?
Básicamente sí. Pero eso, dicho de otra manera, es que se haga oposición. Que se haga oposición para confrontar proyectos, porque lo que se traslada a la ciudadanía es la necesidad de unos acuerdos y unos consensos que que no abordan las causas estructurales. Hay que hacerse preguntas sencillas, es decir, ¿qué tipo de acuerdos se pueden llegar en vivienda con dos partidos como el PNV y el PSE? ¿Alguien tiene algún tipo de expectativa real en que pueda plantearse algún cambio real? Evidentemente no. ¿Qué tipo de cambios estructurales se pueden hacer en la sanidad pública, con quien la ha privatizado y con quién ha organizado en este caso una deriva como como la que estamos viendo? ¿Qué tipo de acuerdos se pueden hacer con quien mantiene la mayoría del sector de los cuidados privatizado? Esas son las preguntas que hay que hacerse, porque los acuerdos tienen que explicarse desde el contenido y hay que ser firmes en la defensa de algunos contenidos. Y en este país últimamente se ponen más énfasis en lograr acuerdos que en el contenido de esos acuerdos. Y si llevamos esta lógica a la negociación colectiva o al mundo sindical, pues para nosotros en el mundo sindical es nefasto porque los logros se consiguen desde la organización y desde la confrontación, y aquellos consensos que se pueden establecer dentro del diálogo social no hay contenido.
¿Le parece que ELA se queda solo en la defensa de la confrontación?
Solo no. Hablar de soledad cuando eres el primer sindicato de este país...no nos sentimos precisamente en esa soledad. Somos muchos y muchas. Hemos crecido en más de 3000 afiliados y afiliadas desde el último Congreso y somos más de 104.000 afiliados y afiliados. Este es un elemento que ratifica la apuesta de nuestro modelo sindical. Estamos ganando la batalla sindical. Aquí ha habido una disputa por entender qué modelo sindical acababa saliendo hacia adelante, si el sindicato tenía que hacer lo que la patronal y el gobierno le reservaban, que era cumplir su papel institucional y sobre todo centrar su actividad sindical aceptando los límites que marcan las mesas de diálogo social, y evidentemente, los límites los marcan, sobre todo a la patronal, como se ha visto en el salario mínimo, cuando hay contenidos se piran. Eso es algo a lo que el sindicato ha renunciado y lo que ha desarrollado las últimas décadas, sobre todo, es una acción sindical ligada a organizar a la gente en sus puestos de trabajo y a entender que si no tenemos capacidad de confrontación no podemos mejorar las condiciones laborales. Es verdad que utilizamos una lógica sindical sabiendo que la lógica institucional es diferente, pero creemos que la izquierda debe buscar su espacio, trabajar sus referencias y apostar por trabajar conjuntamente con los movimientos sociales y sindicatos. Es algo que debería incluir en su hoja de ruta y que nosotros hoy no vemos.
A la estrategia de ELA de descolgarse de muchos de los acuerdos le llueven críticas por todas partes…
En la medida en la que decides no jugar en el estrecho campo de juego que te reserva la patronal o los gobiernos, eso genera adversarios y genera un relato en contra. Somos muy conscientes de que hay un relato en contra de ELA. Pero más allá de los relatos, lo que hay que poner es la estadística encima de la mesa. Y cuando hablamos del apoyo al sindicato, somos el único sindicato que audita públicamente la afiliación. El objetivo de ELA no es firmar convenios, es firmar buenos convenios, y la estadística nos respalda en esa parte. Porque además hemos llegado a un momento muy interesante desde el punto de vista de los resultados, porque más del 90% de los convenios están firmados y eso es una tasa muy alta de cobertura sindical. Pero no solo por la firma, sino porque hay convenios en sectores feminizados, por ejemplo, con medias de incrementos del 7%, y evidentemente nadie consigue eso esos convenios ni esos logros sin esa capacidad de confrontación y con huelgas.
ELA tiene muy claro que su papel no es acompañar el cierre de las empresas
Pero hay muchos convenios que ELA no firma porque no es mayoría en los que da la sensación de que hay detrás más que nada una pose, porque el hecho de que no firme no va a tener un coste para los trabajadores. Por ejemplo, ¿no habrían firmado el ERE de Bridgestone si sus afiliados no hubieran podido acogerse a las prejubilaciones o las bajas incentivadas?
No estoy de acuerdo en eso, Belén, porque en otras muchas empresas en las que somos mayoría mantenemos una posición es muy coherente. ELA tiene muy claro que su papel no es acompañar el cierre de las empresas. Y en este caso, empresas como Bridgestone, vienen de conseguir beneficios enormes y puede cerrar una planta cuando les da la gana. Esas empresas intentan evitar ir a juicio, porque saben que tienen que acreditar un cierre y que pueden tener dificultades. Pero hay otros sindicatos que lo que apuestan es por el mal menor. ELA habla claro desde el principio. Y en este caso pues igual, evidentemente. Pierdes una asamblea y tendrás que respetar esa asamblea, pero eso no significa que la tengas que respaldar. Son dos cuestiones diferentes el respeto y el respaldo. Y nosotros lo tenemos muy claro. Somos la única organización que tiene un gabinete especializado en abogados y abogadas y personal de federaciones que trabaja específicamente el concurso y los ERES para llevar hasta el final las posibilidades sindicales y jurídicas. Y el sindicato lo que dice a los trabajadores que quieran defender su empleo que los va a acompañar hasta el final, hasta donde ellos quieran.
¿La huelga no es un fin en sí mismo para ELA? Porque es de lo que se les acusa desde partidos políticos a sindicatos.
¡Claro que no! Esa es una de las mayores tonterías que se dicen en este país. Es el relato anti ELA que se hace entre todos aquellos que defienden un modelo sindical alternativo. UGT, CCOO, la patronal y el Gobierno. Hace poco el presidente de patronal alavesa hablaba de los grandes éxitos del diálogo social. Pero ¿dónde están?, porque yo no he visto ninguno. Cualquiera que analice un poco la política de este país ya sabe que no hay ningún acuerdo para enseñar ni nada que haya modificado o mejorado la vida de la clase trabajadora. ¿Y qué pasa con sindicatos? Sobre todo, CCOO, que es uno de los que insiste en esto, que a veces también hablar de ELA es una manera de no hablar de uno mismo, cuando la patronal te dice el sindicalismo que tienes que hacer, lo natural y lo más inteligente es desconfiar de esto y esto es algo que no se hace. Entonces enen eseelato se van diciendo tonterías de ese tipo. La huelga es uno de los principales instrumentos que ha tenido siempre la clase trabajadora para mejorar sus condiciones. La realidad de los trabajadores de este país no se entiende sin la huelga. Y en nuestro caso, sin la caja de resistencia. El sindicato habla sobre todo de la capacidad de confrontación. Y esa capacidad de confrontación significa el poder de hacer huelga. Pero el objetivo del sindicato es, como te decía antes, sobre todo mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Ese es el objetivo.
No me negará que ELA se siente cómodo en la huelga porque la caja de resistencia le permite mostrar su poder respecto al resto de las centrales...
Pero no es un tema de comodidad, es un tema de poder. Entonces el problema es por qué los otros sindicatos no tienen ese poder, esa caja de resistencia, porque es un poder para la clase trabajadora y para los afiliados y afiliadas. Es que ver en la caja de resistencia un problema es una visión empresarial. Desde una visión sindical no puede entenderse que una herramienta para la defensa de los trabajadores sea un problema. El que crea eso sí tiene un problema de verdad, tiene un problema de percepción sindical.
Antes hablábamos de las relaciones entre empresas y poder político. Ahora se están preparando ayudas a las empresas, a través de por ejemplo el fondo Finkatuz ¿dar dinero a las empresas desde el sector público es una buena estrategia?
Hemos sido críticos con la política industrial que no se ha hecho, sobre todo, con la que no se ha hecho. Y ¿cuál es la que debería haberse hecho? La que tenía que tener en la financiación pública y en el impulso público, uno de sus ejes principales. Y aquí lo que se ha hecho ha sido básicamente jugar a la reducción de impuestos y a favorecer los beneficios para las empresas que tienen beneficios. Y también favorecer la implantación de determinadas empresas, algunas de ellas multinacionales, sin ningún tipo de exigencia ni de contrapartida. Entonces, claro, lo que hay con las ayudas es una transferencia de dinero público, muchas veces directamente a las cuentas de resultados de esas empresas o a los consejos de administración. Hemos hablado muchas veces de Euskaltel. En su momento nos pareció un ejemplo de una de las políticas que se podía hacer, es decir, con dinero público poner en marcha una iniciativa que tenía un beneficio social evidente y un control público sobre sus cuentas y su estrategia. Y ya se sabe dónde ha terminado Euskaltel. Esa es la crónica de la industria vasca. Hay que hablar de arraigo, de transición ecosocial y hay que hablar de qué beneficios tienen esas empresas en la sociedad y de qué criterios se utilizan para esa ayuda pública. En qué revierte eso a la sociedad. Y creo que eo que todas esas cuestiones están muy fuera de la agenda de la agenda del Gobierno. Nos parece que se sigue por la vía de la de la financiación pública a determinadas empresas sin ningún tipo de control de estrategia ni de contrapartida.
¿Deberían ser ayudas más selectivas?
La parte de las contrapartidas a las ayudas tiene que tener garantías. El dinero público que se dé tiene que estar ligado a la utilidad de esa empresa en la sociedad. El Gobierno vasco tiene que poner líneas rojas y no las pone, por ejemplo a las empresas armamentísticas. Aquí vale todo y a ELA no le vale todo. ¿Es decir, qué tipo de industria quiere desarrollar aquí? ¿Va a ser una industria sostenible, una industria que va a estar enraizada en este país?. ¿Qué tipo de sectores se van a impulsar? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que no hay ninguna línea roja. Incluso se ha hecho una defensa del sector armamentístico y en estos tiempos, y nunca mejor dicho, con la que está cayendo, esto es un tema muy, muy preocupante. Y luego, claro, cuál es también la participación de los trabajadores en esas empresas, qué tipo de garantías de empleo se dan. Todas estas cuestiones quedan fuera de la agenda política.
Cuando el Gobierno vasco hace algún tipo de requerimiento a la patronal, lo hace siempre con la boca pequeña
En el sector armamentístico el Gobierno lo que dice es que no tienen que ser precisamente las que hacen armas, sino que entran otras materias como las dedicadas a ciberseguridad…
El Gobierno vasco sabe perfectamente qué empresas vascas, porque esto está auditado públicamente, son las que dedican una parte de su producción a material militar. Lo saben perfectamente y por eso hacen una defensa de ello. Hay un informe que metimos en el informe de gestión que llevamos al congreso que nos dice que en Hego Euskal Herria se ha pasado de 70 a 206 empresas del sector armamentístico desde 2008.
¿Tiene esperanza de que habrá un SMI propio en Euskadi?
En esto estamos particularmente ilusionados porque creemos de verdad que hay partido. Creemos hay una ventana que está abierta. Bueno, esto aquí entre paréntesis, no sé qué evolución va a tener la política española evidentemente en los siguientes meses, puede pasar de todo, pero una de las cosas que va a estar encima de la mesa, o por lo menos ELA va a hacer lo que esté en su mano para que esté encima de la mesa, tiene que ver con que esto esté en la agenda política. Vino la vicepresidenta Yolanda Díaz aquí a estar con nosotros y le dimos valor a eso, porque creo que tiene relevancia y deja en evidencia su preocupación por nuestra posición y por la influencia que podamos tener en partidos como PNV o EH Bildu. Y creo que sabía que no nos hacemos trampas y que el sindicato lleva su autonomía hasta el final y vamos a presionar a estos dos partidos para que defiendan que tenemos derecho aquí a tener un salario mínimo propio. Ella nos planteó que aquí una de las preocupaciones puede ser que la patronal tenga interés en que se descentralice el salario mínimo y poder, en este caso bajar el salario mínimo en determinados territorios del Estado. Pero eso no es lo que está pidiendo ELA. Lo que está pidiendo ELA es que se fijé un mínimse fije Estado que no pueda ser modificado a la baja, pero que aquellos territorios que puedan y que tengan una correlación de fuerza suficiente como es el nuestro, para elevar el salario mínimo, puedan hacerlo, porque evidentemente la realidad socioeconómica de los territorios del Estado no es la misma. Este es un tema competencial y lo que queremos es esta competencia, para que el Gobierno de Gasteiz y el Gobierno de Iruña, puedan, como hace el Gobierno español, decidir cuál es el salario mínimo para sus territorios. En este país con 1.184 euros no se puede vivir. No sé si en algún sitio del Estado, pero desde luego, aquí no.

¿La vía que se abrió de intento de negociar con Confebask en una mesa está ya olvidada?
No. Olvidada no. La patronal se levantó de la mesa porque defiende la legislación española que le permite mantener los salarios bajos y así apuesta por extender la precariedad y seguir haciendo negocio con salarios baratos. Pero yo creo que en todo lo que tiene que ver con el SMI hay partido y el sindicato no descarta nada este recorrido. Otra cosa serán los momentos. Ahora estamos en una recogida de firmas que va a llegar al Gobierno, pero nosotros seguimos manteniendo vivas las dos reivindicaciones. La negociación de un Salario mínimo y la competencia. Son cosas diferentes, una competencialmente poder discutir y aprobar aquí legalmente el salario mínimo y otra acordar un salario mínimo con la patronal.
¿Cree que el Gobierno vasco tiene fórmulas para obligar a Confebask a negociar el SMI con los sindicatos y que no las pone en práctica?
Evidentemente la decisión última es de la patronal, eso es así. Pero sí podría mantener dialécticamente, públicamente, una posición que no mantiene. Cuando se hace algún tipo de requerimiento a la patronal, se hace siempre con la boca pequeña, no como la que se hace a los sindicatos, que es bastante más abierta, pública y se entiende bastante mejor. ¿Alguien puede deducir que el gobierno de Pradales está presionando vehementemente a la patronal, a Confebask para que se siente en la mesa de negociación? Pues no.
La patronal se aferra a que ahora vienen tiempos muy malos, de incertidumbre, con las guerras lo aranceles de Trump ¿cree que podemos entrar en un periodo en el que sea muy difícil negociar subidas salariales en cualquier convenio?
¿Más del que hemos tenido? Hemos tenido hasta el 6,8% en el IPC del 2023. Y aún así ELA ha logrado en muchos convenios la subida del IPC haya sido un logro sindical. Y ahora una las líneas que nos planteamos en la acción colectiva para los siguientes años, es precisamente conseguir que en los convenios la referencia esté por encima del IPC, porque las empresas siguen aumentando negocio. En la medida que solo somos capaces de recoger la inflación en las empresas, ese reparto de la riqueza se sigue dando de manera desigual. La patronal siempre incorpora un discurso de incertidumbre para desincentivar la negociación colectiva e impedir que haya un reparto de la riqueza más justo. Pero insisto, es que los datos económicos son que los dos últimos años sobre todo, en 2023 y 2024 se han roto todos los récords de beneficios. Hay sectores que han ganado lo que no han ganado nunca, y esa la realidad. Más allá de los relatos, más allá de la propaganda que se haga, hay que acudir siempre a la estadística.
¿Cuál es el objetivo de ELA en estos cuatro años, hacia dónde va a buscar nuevos afiliados?
Bueno, el sindicato actúa en el conjunto de los sectores. No va a haber ningún sector que quede fuera de la estrategia del sindicato. Parte de los logros que hemos tenido tiene que ver con el éxito en algunas cosas que hemos hecho. Y por ejemplo, la evolución que tenemos en la afiliación de las mujeres en el sindicato tiene que ver mucho con eso, con que el sindicato se ha centrado en aquellos sectores más precarios. Todos los sectores feminizados o de inmigración, que son los más precarios han tenido una atención preferente en la estrategia del sindicato y vamos a seguir por ahí. Y luego el empujar acuerdos con salarios que estén por encima de la inflación.
¿Y en el sector público?
En el conjunto del sector público el reto que tenemos es conseguir que tanto el Gobierno de Pradales como el de Navarra asuman su responsabilidad en la negociación. Se nos ha dicho que hay un tope para la subida de los de los salarios, limitado en los Presupuestos Generales del Estado y una incapacidad para poder aumentar las plantillas por las tasas de reposición, también derivadas de las leyes básicas. El emplazamiento del sindicato a los gobiernos es que tienen que afrontar su responsabilidad, y que en algunos acuerdos, aunque hayan sido insuficientes, tanto el de Navarra como Gobierno vasco, han podido llegar a acuerdos por encima de esas limitaciones. Por lo tanto, es mentira que eso signifique una limitación real. Otra cosa es que se ha utilizado como excusa. Y luego, hay que recuperar el poder adquisitivo.
¿Podemos estar en la antesala de huelgas generales, como tuvimos en la última era de Urkullu?
No voy a sorprender a nadie si digo que el sindicato apuesta claramente por la movilización y por la huelga como herramientas para mejorar las condiciones laborales. Y tampoco es ningún secreto que nunca un sindicato como el nuestro puede descartar la huelga en una negociación. Y nosotros tenemos muy presente las huelgas y las movilizaciones. Después otra cosa es qué he recorrido tiene eso con el resto de sindicatos y que unidad se acaba consiguiendo para para eso. Pero ELA no descarta ningún tipo de movilización ni de escenario.
¿La posibilidad de que haya unidad sindical está descartada?
Bueno, no diría eso. LAB estuvo en nuestro congreso y creo que Igor Arroyo hizo una lectura bastante realista y sin ficciones, entendiendo que esa unidad estratégica hoy no es posible y que cada una de las organizaciones tenemos una explicación para explicar eso y ELA tiene la suya, qué tiene que ver con las diferencias históricas de la caja de resistencia y lo que limita esto la acción sindical cuando no se tiene, y después que son parte de un movimiento donde EH Bildu ha tomado una decisión por esa moderación que afecta al sindicato. Ellos dicen que están en predisposición o abiertos a que en aquellos elementos donde exista una coincidencia, eso pueda tener un camino. Y es lo que está diciendo también ELA. Por ejemplo el acuerdo entre ambos sindicatos sobre el salario mínimo demuestra que en algunas cosas la unidad puede ser posible.
Con UGT y CCOO ya ni le pregunto...
Bueno, pues no hay más que oírles hablar y lo que dicen de nosotros. Pero no todo el sindicalismo está en crisis y los que hemos apostado por la confrontación, por hablar de militancia, de sindicalismo en esos términos, más pegado a la realidad, a la organización y menos institucionalizado, no estamos en crisis. Ellos no pueden decir lo mismo.
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