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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Dar un paso al lado

Asamblea de IU-Ezker Anitza
13 de junio de 2025 10:27 h

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Son estos días de llamadas y quinielas para Ezker Anitza-IU, que se encamina a un proceso asambleario para decidir el rumbo de la organización. Los momentos de Congreso o Asamblea son también un buen momento para hacer balance personal y colectivo. Estos años han sido duros, sin paños calientes. Han estado marcados por tensiones internas, luchas de poder, imposiciones, deterioro de las relaciones internas y externas. Una deriva que ha hecho de nuestras organizaciones espacios cada vez más hóstiles, alejados del espíritu fraterno, feminista y democrático que decimos defender. Y, a pesar de ello, decenas de militantes han y siguen dando lo mejor de cada cual en la lucha cotidiana.

Pertenezco a una generación política que empezó a politizarse en las calles con la lucha contra la ola privatizadora que impulsó el PP con la Ley Orgánica de Universidades, y las manifestaciones al grito de “No a la guerra”, que entonces se referían a Irak, y hoy podrían referirse al genocidio en Palestina. Una generación a la que, años más tarde, el surgimiento del 15M nos encontrómilitando en la izquierda alternativa. En aquel despertar colectivo vimos cómo miles de personas, que hasta entonces no veían un canal para movilizarse, lo encontraban. Un momento que muchos vivimos con esperanza y con la conciencia de que algo estaba cambiando.

En mi caso, ya venía de formar parte de la vieja Ezker Batua en un momento especialmente difícil en Euskadi: los años del co-gobierno con el PNV. Fueron unos años de formación importante, en los que entendí que los valores colectivos deben primar por encima de lógicas particulares. Desde dentro, luchamos para romper esa dinámica, para refundar una organización que había perdido el rumbo y las raíces. Recuerdo con enorme emoción aquella Asamblea Constituyente de Ezker Anitza-IU en la UPV-EHU en Leioa, donde cientos de militantes, con alegría y con las manos vacías pero firmes, volvimos a poner en marcha la organización de IU en Euskadi. Fue una campaña, la de 2012, impulsada con nuestras manos, ganas y compromiso. No logramos representación parlamentaria, pero fue un punto de inflexión que reactivó la organización y la esperanza en que era necesaria.

Más adelante llegaría la irrupción de Podemos y con ella un auténtico terremoto en el tablero político. Supuso una sacudida del espacio de la izquierda transformadora y también la primera gran victoria de la izquierda en unas elecciones generales en Euskadi. Cómo olvidar la ilusión de la militancia y de la gente cercana al irrumpir, la coalición Elkarrekin, con 11 escaños en el Parlamento Vasco. Tuve el inmenso honor de ser uno de ellos.

Lo que nació como una oportunidad para construir una alternativa sólida no tardó mucho en convertirse en una sucesión de batallas: públicas y soterradas, personales y, en raras ocasiones, políticas, sobre nombres, marcas y liderazgos de tono cuasi mesiánicos.

Podemos actuó muchas veces a modo de propietario del espacio político de la izquierda alternativa, tratando de ocultar y ahogar la pluralidad existente. Se impusieron lecturas cortoplacistas, decisiones sin arraigo territorial, sin conexión con los movimientos sociales ni con la vida cotidiana de nuestros pueblos y barrios. Todo por un poder que, en realidad, se limitaba a una escasa representación institucional y más o menos apariciones en los medios de comunicación.

De aquellos polvos, hoy

Lo más doloroso es que, muchas veces, la energía se ha dirigido más contra el “enemigo interno” que contra el adversario político real. En lugar de debatir ideas o estrategias, se ha construido desconfianza, se ha combatido a quienes discrepan, y se ha hecho del conflicto interno una forma permanente de hacer política. Y eso nos ha debilitado como demuestra, por desgracia, la gran cantidad de personas que han abandonado el proyecto. Porque mientras nos desgastábamos entre nosotros, otras expresiones de la izquierda se fortalecían o, lo que es peor, los dos hermanos gemelos de la política vasca (PNV y PSE-EE) se apuntalaban en los gobiernos. Mientras se deterioraban nuestras relaciones internas, la ciudadanía vasca esperaba respuestas y propuestas.

Lo hemos intentado, a fondo. Durante años he trabajado hombro con hombro con otras compañeras dentro de Ezker Anitza-IU para transformar nuestras propias dinámicas. Para que las relaciones fueran más horizontales, más fraternales, más abiertas. Por ampliar espacios y democratizar el poder, también a la interna. Para que se valorara a quien se sienta a tu lado por lo que aporta colectivamente, no por su lealtad personal. Para rejuvenecer y feminizar la organización e incorporar la voz de las personas migradas y racializadas haciéndola coherente con sus principios.

También formo parte del grupo de compañeras que nos hemos implicado en los intentos de unidad de la izquierda en Euskadi. El último, en las elecciones autonómicas de 2023, fue especialmente duro: meses de negociaciones intensas, renuncias personales y profesionales que eran importantes para mí, y un hasta ¡otro! manifiesto que firmaron muchas personas con la esperanza de lograr una candidatura unitaria. Aquello fracasó. Y el resultado salta a la vista:el espacio político ha quedado prácticamente fuera del Parlamento Vasco, con un solo escaño.

De ese momento hay muchas lecturas, y todas legítimas. Por mi parte, puedo afirmar que tanto yo como mi compañero en las negociaciones trabajamos incansablemente en ese proceso. Nos dedicamos por completo, con total sinceridad y un firme compromiso hacia el proyecto colectivo, con el único propósito de evitar el abismo al que nos llevaban decisiones tomadas por otros, sin considerar los intereses vascos.

Los procesos asamblearios son momentos para tomar partido, para situarse, para comprometerse. En mi caso, en esta ocasión, es también el momento de dar un paso a un lado en las tareas de dirección de Ezker Anitza-IU. Ojalá sea para dejar espacio, para ceder el testigo a nuevas voces y energías que impulsen el proyecto en el que sigo creyendo. No en una unas siglas en concreto, sino el proyecto de una izquierda vasquista, ecologista y feminista. Un proyecto que recoja el espíritu antifascista del 36, la lucha por la democracia, el ecologismo y sindicalismo de clase, que aprenda y se empape del movimiento feminista y que ponga en marcha una alternativa completa y adaptada al presente para una Euskadi que no soporta más la política gris, por mucho que cambien de caras, del PNV.

Siempre he pensado que las organizaciones políticas deben ser herramientas para la transformación social, no fines en sí mismas. Herramientas que den cuerpo y alma a reivindicaciones colectivas, herramientas que transformen en política pública las mismas, herramientas que contribuyan a poner los cimientos de una sociedad igualitaria y, por tanto, herramientas que construyan una institucionalidad alternativa. Ese ha sido el motor de mi compromiso: construir una izquierda federal, transformadora, arraigada en Euskadi, capaz de sumar, de dialogar, de madurar políticamente. Un espacio que existe, que ha existido históricamente —en la República, en la Transición, en los años noventa—, y que volvió a cobrar fuerza con el 15M. Un espacio que hoy necesita reconstruirse desde la fraternidad y la humildad de las partes, desde la conexión con las preocupaciones actuales de la ciudadanía vasca y con mirada larga.

Mi decisiónno cambia mis coordenadas políticas: sigo creyendo y seguiré trabajando desde una izquierda que transforma, que no se conforma, que mira de frente a la gente común y construye con ella. Una izquierda fuerte y tierna . Nos seguiremos encontrando en la búsqueda de los nuevos caminos para la lucha que el camarada Luis Mari Ormazabal, a sus más de 100 años, defiende con pasión.

Iñigo Martínez Zatón, militante, a 13 de junio de 2025

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