Cómo acompañar las infancias trans en el sistema educativo vasco: del bullying al espacio seguro

Aunque el sistema educativo es un agente socializador importante, es uno de los lugares en los que más discriminación sufren las personas trans. Así lo han reflejado durante el primer Congreso Internacional de Infancias y Adolescencias Trans organizado por la asociación de familias de menores transexuales Naizen celebrado esta semana en Bilbao. Desde Naizen han alertado de los “alarmantes retrocesos” que suponen la “negación de derechos” de los menores trans en general y del acoso escolar que sufren. “La percepción sobre el clima escolar suele ser peor entre adolescentes trans. La ocultación de la identidad de género en la escuela es una estrategia recurrente para evitar bullying y/o exclusión. La tasa de absentismo, autolesiones e intentos de suicidio es muy elevado en adolescentes transgénero, no binarios o de género no conforme. En consecuencia, son muchas las voces que señalan al sistema educativo como solución a la desigualdad social, por su gran poder socializador. Se está cambiando de perspectiva sobre la forma de entender la realidad trans, pero el punto de vista clínico aún sigue siendo mayoritario. Distintas investigaciones indican que urge una crítica de la profesión educativa hacia la sensibilidad de género y la cultura cisgenerista, para reflexionar sobre las políticas y/o culturas escolares y enfrentarse a los regímenes de género cisheteronormativos. Para mejorar el clima escolar se debe implicar a toda la comunidad educativa y crear canales de comunicación donde todas las personas tengan voz”, recoge la educadora e investigadora en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Olatz Etxebarria Perez de Nanclares en su ponencia 'La realidad trans en el sistema educativo: una revisión sistemática', presentada durante el congreso.
“Es importante que todo el alumnado se sienta seguro y apoyado, creando grupos de apoyo liderados por el propio alumnado. Es necesario que el profesorado tenga la formación adecuada para hacer culturas, espacios y grupos escolares más inclusivos. Algunos estudios subrayan que el trato comprensivo ofrecido por una sola persona profesional de la comunidad educativa puede suponer un apoyo incalculable para el alumnado trans, y que influye positivamente en su rendimiento académico”, reconoce.
El estudio 'Acompañar la transexualidad desde la escuela: un estudio cualitativo con las familias' realizado por las investigadoras Lucía González-Mendiondoa, Nieves Moyano y Aingeru Mayor detalla, a partir de 22 relatos reales realizados por familias de menores trans, cómo cambia la realidad del menor en la escuela antes, durante y después del tránsito y cómo lo viven tanto los menores como sus familias. “Las principales dificultades con las que se encuentran las familias en esos momentos surgen de la interpretación de las conductas del niño o niña por parte del profesorado como disconformidad con los roles de género, incluso cuando la familia ya tiene la convicción de que no se trata de una cuestión de comportamientos, sino de identidad”, sostiene el estudio. Uno de los ejemplos es el caso de Paul, que hizo el tránsito con cuatro años. “Alguna profesora nos decía, tranquilos solo será una niña chicazo, pero nosotros ya habíamos pasado por ahí y ya teníamos la convicción de que lo que Paul manifestaba era lo que era”, detalla su madre. En otro de los casos, el de Martín, que hizo el tránsito a sus 15 años, fue la orientadora del colegio la que dificultó el proceso. “Me sorprendió que justo fuera la orientadora del centro la que pusiera pegas. Por ejemplo, comentó la tutora que últimamente había pasado de ser un crío reservado a estar pletórico y la orientadora decía que tal vez mi hijo estaba pletórico porque con toda esta historia se sentía el centro de atención”, explica su madre.
La investigación detalla que “a menudo, son objeto de burla e insultos por sus gustos y maneras, que en algunos casos llega al acoso, llegando algunas familias incluso a interponer denuncias”. “Estos insultos se extienden también al ámbito de las actividades extraescolares. Este rechazo y acoso se agudiza conforme se acercan a la pubertad, siendo las chicas con mayor frecuencia objeto del mismo”, indica el estudio, que recoge el testimonio del padre de Irene que a sus 12 años hizo el tránsito. “Nenaza, maricón, puta nena, eran unas de las lindezas que le decían”, confiesa el padre.
El estudio recoge que de los 22 casos estudiados, la situación en las aulas mejora una vez se realiza el tránsito y la identidad sexual de los menores son reconocidas socialmente. En el caso de Irene, pasaron de esas burlas a aceptarla tal y como era. “Creía que iba a ser el centro de atención y que la gente se iba a volver a meter con ella (...). Pero por fortuna nada de eso sucedió, y a los pocos días empezó a ir a clase”, relata su padre.
Las principales dificultades que parece encontrar el profesorado para adaptarse a la nueva situación están relacionadas con la forma de impartir los contenidos sobre el cuerpo humano y la educación sexual. Varios relatos recogidos en la investigación mencionan el apoyo que proporcionan las asociaciones con información y recursos didácticos: “Hace poco en clase trataron de nuevo el cuerpo humano y les hicieron escribir las partes del cuerpo en el material didáctico de la asociación Chrysallis Euskal Herria (ahora conocida como Naizen). Vino feliz de clase mostrándonos las dos niñas, una con vulva y otra con pene, que había pintado y a las cuales había señalado partes del cuerpo”, indican los padres de Eric, una niña que hizo el tránsito a sus cuatro años.
“Entre otros aspectos, los relatos recogen y valoran el acompañamiento que, desde la institución escolar se da a los menores, destacando el papel que las familias atribuyen al profesorado como garante del bienestar en la escuela de sus hijas e hijos y como agente facilitador del tránsito. El desconocimiento de la transexualidad infantil y juvenil y la falta de formación del profesorado al respecto, emergen como las principales dificultades con las que estas familias se encuentran en el ámbito escolar. Se destaca también el papel del grupo de iguales y otros contextos no formales como las actividades extraescolares que aportan, en la mayoría de casos, seguridad, apoyo y aceptación, y de forma excepcional rechazo y acoso. Los relatos muestran que, cuando el tránsito social se realiza en edades tempranas, el rechazo y sufrimiento es menor”, concluye la investigación.
Protocolo de actuación en las aulas para acompañar a las infancias trans
Para evitar los casos de bullying y el acoso escolar, el Gobierno vasco ha creado el Protocolo para los Centros Educativos de la Comunidad Autónoma del País Vasco en el Acompañamiento al Alumnado Trans y sus Familias, que cuenta con el objetivo de ofrecer orientaciones y pautas de intervención para la adecuada atención educativa ante la solicitud de una alumna trans o un alumno trans, o de su familia, de que se le reconozca su identidad de género, sentida o expresa, distinta a la que le ha sido asignada al nacer.
En estos casos, existen tres intervenciones diferentes dependiendo de quién comunique la situación: los propios alumnos trans, las familias u otra persona de la comunidad educativa. “Atendiendo al hecho de que cada persona es única, es básico escuchar las necesidades que en cada caso se plantean. En función de ellas, el equipo docente, la o el menor y las madres, padres o tutores o tutoras legales podrán valorar la adopción de algunas medidas”, recoge el protocolo.
Entre esas medidas se encuentra que, el profesorado y personal no docente, se dirigirá a la alumna o al alumno trans por el nombre que ha sido comunicado o elegido por dicha alumna o alumno y/o por las madres, los padres, las tutoras o los tutores legales, tanto en actividades escolares (incluidos los exámenes escritos), como en las extraescolares. Además, la documentación administrativa de uso interno en el centro (listas de clase, boletines informativos de calificaciones, carnés de biblioteca, de estudiante, …) se ajustará al sexo con el que se siente identificado la alumna o el alumno trans hasta que se realice el cambio de nombre oficial.
Cada alumno o alumna podrá vestirse en el contexto del centro educativo como se siente identificada, incluidos los casos de centros que utilicen uniforme. En el caso de los baños y vestuarios, se realizarán las gestiones necesarias para que el alumnado trans pueda acceder y utilizar todos los espacios que pueda haber en el centro de uso segregado (aseos, vestuarios…) según su preferencia. “Siempre se tendrá en cuenta la opinión de la menor o del menor y se actuará, como es preceptivo, para garantizar su seguridad e intimidad”, subraya el protocolo.
Por último, en educación física o deportes extraescolares, en el caso de que en el centro haya equipos deportivos o competiciones deportivas y en los mismos se dé una separación u organización por sexos, la menor o el menor participará, si así lo desea, en los equipos o competiciones correspondientes al sexo con el que se siente identificado o identificada.
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