ELA y LAB, dos sindicatos unidos para reclamar el SMI vasco pero irreconciliables en todo lo demás

ELA y LAB, los dos principales sindicatos vascos, llevan años discurriendo por caminos separados. Pero la brecha que existe entre ambos parece ampliarse cada vez más. Las discrepancias son tantas que, por eso, es llamativo cuando unen esfuerzos en un propósito conjunto. En los últimos tiempos solo hay una cuestión en la que se entienden: la reclamación de un salario mínimo vasco. Representantes de ambas organizaciones han presentado este lunes un seminario que tendrá lugar el viernes sobre este tema y que organizan sus respectivas fundaciones: la Manu Robles Arangiz, de ELA, y la Ipar-Hegoa, del sindicato LAB.
El salario mínimo vasco ya dejó otra foto conjunta de Mitxel Lakuntza, secretario general de ELA, y Garbiñe Aranburu, coordinadora general de LAB. Fue el pasado 2 de abril en la reunión que ambos dirigentes mantuvieron con el lehendakari Imanol Pradales, con la negativa de Confebask a negociar este tema con los sindicatos como tema central. Una foto casi inédita, teniendo en cuenta lo difícil que es encontrar a Lakuntza y Aranburu juntos. También ambos sindicatos han presentado la ILP en los Parlamentos vasco y navarro para que se exijan competencias legislativas sobre el SMI.
Pero es difícil ver a los dos sindicatos compartiendo reivindicaciones. Una prueba más, la última, de las continuas desavenencias entre ambas centrales está en el conflicto de Educación, en el que todos sindicatos han mantenido una unidad de acción hasta el pasado viernes. La firma del acuerdo con el Gobierno vasco lleva la rúbrica de todas las centrales menos ELA. Pasó ya antes en el acuerdo de Haurreskolak, que sólo firmó LAB.

No comparten juntos pancarta en un Primero de Mayo desde hace muchos años y en 2023 ELA dio por rotas las relaciones con LAB en una cuestión tan importante como la lucha contra la siniestralidad laboral. Tampoco están de acuerdo en la participación las mesas y foros institucionales. Ninguno de los dos está en la Mesa de Diálogo Social, pero LAB ha empezado a recuperar espacios en otros organismos sociolaborales que ambos sindicatos habían abandonado. Es el caso, por ejemplo de Osalan, el CRL o el CES. ELA sigue sin participar en ellos, y eso ha profundizado la brecha. Tampoco está presente ELA en el foro estrella de la legislatura de Pradales, la mesa de Sanidad. No se ha sentado ni en la primera reunión. LAB ha acudido a todos los encuentros del pacto, aunque con una actitud crítica.
El origen del desencuentro tiene que ver, por un lado, con una cuestión política. ELA alardea de sindicato independiente, de contrapoder, mientras que achaca a LAB demasiada vinculación con EH Bildu, que le hace ser menos críticos, dice ELA, por ejemplo, con Gobierno navarro, al que la coalición abertzale apoya. O en su día con las políticas de la Diputación de Gipuzkoa cuando gobernaba lo que antes se conocía como Bildu. Pero también hay una cuestión puramente sindical. Ambos pugnan en las empresas por los trabajadores vinculados a ideologías nacionalistas. Desde LAB han acusado a ELA de querer “imponer su modelo” y proclamarse como “el único sindicato de contrapoder”.
El punto de mayor enfrentamiento público entre ambas centrales llegó en 2023, con la ruptura de unidad de acción en siniestralidad laboral y la vuelta de LAB a varios organismos socialaborales. Pero la unidad de acción está totalmente rota desde 2020. Ese año llegaron a convocar juntos una huelga general el 30 de enero. A partir de ahí se puso fin a su última etapa de unidad de acción y sin perspectiva de recuperarse.
No siempre han estado enfrentados. Ambos sindicatos han tenido fundamentalmente dos intentos de trabajar en unidad de acción: entre 1994 y el año 2000 y entre 2015 y 2020. El primer periodo de unidad arrancó para unir fuerzas en aras a conseguir un Marco Vasco de Relaciones Laborales (MVRL). Fue la época en lo político del llamado Pacto de Lizarra encabezado por PNV y la izquierda abertzale, entonces Herri Batasuna (HB), que firmaron otros partidos políticos y sindicatos, entre ellos ELA y LAB. Cuatro días después de la firma de la declaración de Lizarra ETA anunció una tregua indefinida que rompió poco más de un año después.
La ruptura de esta tregua y lo que ELA consideró poca claridad a LAB a la hora de condenar los atentados -que afectaron también a militantes de este sindicato- dieron al traste con esa época de unidad. El segundo intento ya sin ETA también fracasó por las claras diferencias de estrategia sindical que mantenían y mantienen ambas centrales: LAB es más proclive a cerrar acuerdos sectoriales con otros sindicatos para conseguir convenios, mientras que ELA opta por los acuerdos de empresa allí donde se siente más fuerte.
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