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Análisis

Una década de matrimonio de convivencia: las coaliciones de PNV y PSE-EE en Euskadi cumplen diez años

Patxi López, Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar, en 2013, en la firma del germen de las coaliciones de PNV y PSE-EE

Iker Rioja Andueza

Vitoria —

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En mayo de 2015 se celebraron elecciones municipales y forales en Euskadi. Después de ellas, PNV y PSE-EE firmaron un primer acuerdo para gobernar en coalición en Álava, en Bizkaia, en Gipuzkoa, en Bilbao y en Donostia. Vitoria fue más mucho complicado, aunque se resolvió unos meses después. En 2016, la alianza se extendió al Gobierno vasco. Y hasta hoy. La recuperación del matrimonio de conveniencia entre nacionalistas y socialistas que ya operó tiempo atrás cumple ahora una década. “Somos la centralidad”, se felicita el dirigente del PNV y portavoz parlamentario, Joseba Díez Antxustegi, que asegura que en cualquier otro lugar de Europa sería un motivo de orgullo disponer de una “gran coalición” tan estable. “Al margen de que puedan existir momentos de desacuerdo, está funcionando muy bien”, agrega el secretario general de los socialistas vascos, Eneko Andueza.

Fue Idoia Mendia, la predecesora de Andueza y ahora eurodiputada, la que rubricó aquel primer acuerdo con Ortuzar. Pero esa firma tenía otro precedente claro. Por “sentido de país”, según el PSE-EE, Patxi López firmó una tregua con el PNV a finales de 2013 después de que Iñigo Urkullu le relevara en Ajuria Enea en 2012. Aquel período de 2009 a 2012, el breve interregno socialista en el poder con el apoyo hoy impensable del PP, implicó una oposición férrea del PNV, cuyo líder era el propio Urkullu. Llegó a hablarse de que el PSE-EE iba a llevar a Euskadi a la “quiebra inminente”. En el grupo del diario 'Deia' emergió una emisora de radio, Onda Vasca, muy crítica con la Administración vasca. “De eso nos hemos olvidado, pero daban leña. Vamos a decir que era bastante similar a lo que ahora mismo hace el PP en Madrid con el Gobierno de Pedro Sánchez”, apunta Andueza.

El PNV y la federación vasca del PSOE ya habían sido socios. En 1986, el PNV llegó a las autonómicas luego de que el primer lehendakari, Carlos Garaikoetxea, no solamente se fuera: montó su propio proyecto, EA, una formación socialdemócrata independentista ahora integrada en EH Bildu. Los socialistas ganaron aquellos comicios en escaños. No fue posible una alianza de las izquierdas y el PSE -entonces aún sin EE- aceptó que el PNV retuviera la Presidencia con José Antonio Ardanza. Ramón Jáuregui, socialista, fue vicelehendakari. Este periódico no ha podido contactar con él para este reportaje. Exactamente medio siglo atrás, en 1936, tres consejeros del PSOE se unieron también al Gobierno de José Antonio de Aguirre en plena Guerra Civil al igual que el PCE y otras fuerzas republicanas.

En 1991 hubo un breve intento de tripartito del PNV con EA y EE, pero de nuevo se conformó una coalición con el PSE. El vicelehendakari pasó a ser Fernando Buesa, asesinado años después por ETA. En 1995 se reeditó la coalición, con Rosa Díez como una de las consejeras socialistas. Pero implosionó en 1998. Fue una de las consecuencias del Pacto de Lizarra de acumulación de fuerzas abertzales. Esos bloques se perpetuaron hasta 2009, con la elección de un lehendakari no 'jeltzale' por primera y única vez tras la fallida operación previa de Jaime Mayor Oreja del PP, que contaba con el respaldo socialista. El PNV de Juan José Ibarretxe, que ganó en votos y escaños aquellas autonómicas de 2009, pareció llegar a cuestionar incluso la legitimidad de la designación de López. La marca de la izquierda abertzale tradicional estaba ilegalizada y la aritmética parlamentaria era muy diferente a la actual.

Redondo Terreros quería al PP

En respuesta escrita a unas preguntas formuladas por este periódico, Urkullu, presidente del PNV de 2008 a 2012 y lehendakari de 2012 a 2024, pide tener en cuenta el “contexto” de la época para interpretar el distanciamiento entre ambos partidos previo a la reconciliación. Urkullu menciona como elementos de relevancia la ley de partidos -la que habilitó las ilegaciones de marcas herederas de la histórica Herri Batasuna- o también la figura de Nicolás Redondo Terreros al frente del PSE-EE, con voluntad manifiesta de apoyar al PP.

El lehendakari, con todo, asegura que en esos años también existió “colaboración”. Menciona el trabajo soterrado para buscar el final de ETA y mociones de censura contra la izquierda abertzale compartidas tras el asesinato de Inaxio Uria en 2008 como un par de ejemplos. Además, apunta que con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa el PNV era socio en el Congreso del PSOE aun siendo oposición al PSE-EE. Eso llevó a situaciones tan complejas como la transferencia de las políticas activas de empleo (el actual Lanbide), cerradas por el Estado con el PNV al margen del lehendakari de su mismo color político.

“En 2009, sí, se formalizó un acuerdo entre PSE[-EE] y PP habiendo ganado el PNV las elecciones. Al PNV le correspondió hacer oposición. Pero no se puede ignorar que el pacto era ”antinatura“. Cómo olvidar las cosas que decía Antonio Basagoiti [presidente entonces del PP vasco] de los socialistas y de López”, apunta.

En 2012, el PNV recuperó Ajuria Enea. Pero Urkullu se enfrentó a una absoluta minoría en la Cámara vasca y a una galopante crisis económica. En 2013 intentó aprobar unos primeros presupuestos con un recorte de más de 1.000 millones de euros. La oposición, incluido un vehemente PSE-EE, se los bloqueó. También le promovió leyes contra su criterio, como la de Vivienda, la primera de España que prevé el derecho subjetivo y que también está de aniversario. Estuvo a punto de irse al traste la legislatura a las primeras de cambio.

¿Cómo recuerda ese momento el entonces lehendakari? “Después de las elecciones de 2012, ofrecí un Gobierno de coalición al PSE[-EE]. Con un ”no querría estar en tu pellejo“ se nos rechazó. En aquella primavera de 2013, reuní en Lehendakaritza a los líderes de los grupos parlamentarios, a todos a la vez. Les ofrecí cinco acuerdos. Nadie quiso asumir ningún compromiso. Los presupuestos de aquel año estuvieron totalmente condicionados, con 1.100 millones menos, en comparación con los anteriores. Y no sólo eso. El Gobierno había adoptado el año anterior, en el último momento y sin dinero, compromisos inasumibles: Ertzaintza, profesores jubilados y otros. Basagoiti del PP me dijo que, si por él fuera, habría dicho que sí, pero... Habiendo hecho una profunda reflexión, tuve claro que Euskadi necesitaba estabilidad y que lo teníamos que intentar. Y así fue”, explica.

La tregua de López al PNV

Pero el lehendakari López, antes de abandonar la política vasca e instalarse en la española, declaró una tregua al PNV. Era septiembre de 2013. Los socialistas iban a seguir en la oposición, sí, pero López regresó a Lehendakaritza para firmar con Urkullu y con Ortuzar un pacto de estabilidad. “Nos une la convicción de abrir una nueva etapa de entendimiento”, auguró Urkullu, que trató a López de “lehendakari” en todo momento.

Fue la base de la coalición de 2015. El de hace diez años no fue un arranque sencillo, pero las ventajas de la alianza para ambas partes eran evidentes en términos de cuota de poder y cargos. Para los socialistas, cuando en España gobernaba el PP y ya había emergido Podemos, que en las forales tuvo más votos que el PSE-EE, supuso mantener influencia. Y, en el caso del PNV, venían de la oposición en Álava y en Gipuzkoa tras las etapa de Javier de Andrés y Martín Garitano. Ortuzar nunca ha negado públicamente que fue la palanca para alcanzar las mayores cotas de poder que el partido nunca ha tenido desde la escisión.

Andoain, Vitoria, Irún y Eibar

Andoain y Vitoria, en cambio, estuvieron a punto de dar al traste la operación a las primeras de cambio. El pacto entre Ortuzar y Mendia implicaba que en todos los municipios los concejales de los dos partidos tendrían que votar al candidato del más votado entre ellos. Pero en la localidad guipuzcoana un edil nacionalista impidió la alcaldía socialista y EH Bildu la mantuvo. En respuesta, el PSE-EE no apoyó a Gorka Urtaran en Vitoria frente a Javier Maroto, aunque logró 'in extremis' la investidura con EH Bildu, la marca de Podemos y la coalición de IU y Equo.

Según Díez Antxustegi, la Euskadi de 2015 venía de “divisiones a nivel social”. “Es un pacto que está muy alejado de los extremismos y de la radicalidad. Evidentemente que tenemos posiciones políticas diferentes, pero si algo define a este pacto es la centralidad. Somos la centralidad de la sociedad vasca. Un partido nacionalista con uno que no lo es; un partido de izquierdas con uno que no lo es. Supera por completo la política de bloques, ésa que durante años hubo riesgo de que se impusiera en este país. En otros países, a esto se le llamaría 'gran coalición'. La realidad es que es un acuerdo moderado, centrado y, lo más importante, que da estabilidad”, describe el dirigente del PNV.

Ramiro González, del PNV, es uno de los que estrenó cargo en aquella primavera de 2015 y que continúa ahora como diputado general de Álava. Sostiene que la coalición “ha dado una importante estabilidad a las instituciones vascas durante estos últimos diez años”. En su caso, siempre ha tenido al lado a una socialista con la que comparte apellido, Cristina González, e incluso orígenes en un mismo barrio de Vitoria. Señala que en las últimas legislaturas se han sucedido momentos críticos como las crisis económicas o la pandemia y que el trabajo compartido ha permitido “abordarlo mejor”.

“En Álava este acuerdo es especialmente importante porque venimos de etapas anteriores de fuerte crispación política y caracterizadas por el enfrentamiento. Y esa situación se ha sustituido por una cultura del diálogo y del acuerdo. Este acuerdo responde a una sociedad plural que se caracteriza por su diversidad y en la que formaciones que representamos distintas sensibilidades llevamos años trabajando conjuntamente”, agrega González. En su caso, siente que lidera un equipo “único” con una “hoja de ruta común” más allá de tener diputados forales de su partido y de otro. “Creo en esta coalición como la mejor forma de Gobierno en este momento histórico porque representa esa pluralidad social que se da en nuestro país. Representa dos formas de entender la política y la realidad social diferentes que son capaces de ponerse de acuerdo para conseguir un futuro mejor y que, además, continúa otorgando estabilidad al conjunto de las instituciones”, abunda.

Irún, en Gipuzkoa, también está gobernando ahora por una coalición. Y Eibar. En estos dos casos es inversa la situación, el socio minoritario es el PNV. Y el acuerdo no se ha firmado hasta prácticamente este mismo año. “No fue posible antes”, se limitan a reseñar cargos de estos municipios, que prefieren no reproducir viejas polémicas ya superadas. Andueza, natural de Eibar y concejal allí en sus inicios, sostiene que en las localidades en que el PSE-EE era más fuerte el PNV ha actuado “deliberadamente” para no pactar durante años. “Evidentemente, ha traído problemas”, añade el secretario general. La convivencia en Barakaldo, gran feudo histórico socialista y con las fuerzas igualadas, tampoco ha sido sencilla. En Vitoria, ahora, la alcaldesa es socialista con apoyo del PNV.

Del 4% del presupuesto a cinco consejeros

El gran salto cualitativo de la entente se dio en 2016. Tras una firma simbólica sobre una mesa de madera de Simón Bolívar, tres socialistas pasaron a ser consejeros de Urkullu. Eran María Jesús San José, Alfredo Retortillo e Iñaki Arriola. Eso sí, entonces el PSE-EE apenas gestionaba el 4% del presupuesto y sus áreas eran muy menores. Un detalle: lideraban una cartera de Trabajo pero no Empleo. La secretaria general, Mendia, se quedó fuera pero, en 2020, tras las elecciones de la pandemia, decidió dar el paso de entrar al Ejecutivo de Urkullu y como vicelehendakari. Los socialistas ganaron en funciones y presupuesto. También en peso político.

En medio de esa legislatura, Mendia decidió dejar la dirección del partido. Llegó Andueza. Hay consenso en que su perfil es muy diferente. Mantiene la apuesta por el matrimonio de conveniencia pero tiene claro que el PSE-EE tiene que marcar perfil propio. Nadie recuerda conflictos de Mendia con el PNV en años con casos de corrupción como el de Alfredo de Miguel pero todo el mundo identifica a un Andueza que ha levantado la voz en variados asuntos, incluso en los no relacionados con áreas de gestión socialista, como la reforma educativa. Y lo va a seguir haciendo.

“No hacemos un ejercicio deliberado para tensionar. Alzamos la voz cuando entendemos que tenemos que hacerlo y siempre siendo leales a los acuerdos. Somos parte de una coalición pero no estamos supeditados a nada ni a nadie. El PSE-EE, al menos en mi etapa, no ha tragado con nada. No he sentido que nos hayan impuesto nada. Y de alguna manera tampoco he querido imponer nada que no entendiera que fuera acorde a lo pactado”, explica Andueza preguntado sobre ello. Cita como dos ejemplos de la capacidad de influencia de su formación la reforma educativa y también la reciente modificación fiscal, finalmente acordada con Podemos y no con el PP, como pudo pretender el PNV. “Damos la dirección progresista a las instituciones”, asegura el dirigente socialista, que niega que su partido haya quedado desdibujado en Euskadi en este par de lustros.

Según Díez Antxustegi, la relación con el PSE-EE está “bien engrasada” pero admite que la llegada de Andueza fue “un antes y un después” en la coalición. De hecho, plantea “aislar” la alianza de esas discusiones en las que, a su juicio, Andueza a veces opera “más como portavoz del PSOE español” que como líder de una de las patas del Gobierno compartido. Al contrario, el aludido responde que el PNV también juega permanentemente a diferenciarse de Pedro Sánchez en el Congreso y a tener su espacio de protagonismo, aunque allí también sean socios. “Y en Euskadi se demostró que se apuesta por un Gobierno socialista. Por eso ganamos las elecciones generales”, recuerda Andueza, que también superó a sus socios en las europeas de 2024.

“Yo no he tenido problemas excesivamente graves con el PSE-EE como socio de Gobierno. Somos partidos distintos, tenemos objetivos diferentes en lo ideológico y en el modelo de país. Pero acordar un programa de Gobierno y gestionar eso adecuadamente -también en lo tocante a las personas- lo facilitaba. Que los partidos de la oposición y otros agentes sociales tenían una estrategia dirigida contra el PNV era evidente y quizás habría sido de agredecer una mayor muestra de solidaridad... Pero bueno. Muy pocas veces se tuvo que reunir la comisión de seguimiento del pacto. Y no puedo decir nada diferente con respecto a la etapa de Eneko Andueza”, explica, de su lado, el lehendakari Urkullu. Destaca expresamente la buena interlocución con los dos vicelehendakaris socialistas que tuvo, Mendia y la brevísima etapa de Arriola ya justo al final.

Pensamientos futuros

Andueza y Ortuzar, que con el paso de los años habían forjado una relación de confianza, cerraron en 2024, de nuevo sobre la mesa de Simón Bolívar, un tercer acuerdo de Gobierno en Euskadi, esta vez con Imanol Pradales como lehendakari y con Mikel Torres de referente de la parte socialista después de Mendia (y Arriola). El PSE-EE ha seguido ganando peso. Ahora ya son cinco sus consejeros. Sin embargo, los nacionalistas han cambiado de líder y casi al completo de dirección. Aitor Esteban es el nuevo capitán. Y también quiere jugar a marcar su perfil propio. Díez Antxustegi, miembro de esa nueva ejecutiva, anuncia un PNV “desacomplejado” en la defensa de sus posiciones. “Decir lo que pensamos, independientemente de las consecuencias”, abunda, aunque cree que muchos de los comentarios críticos del PSE-EE son más “pensando en el ruido mediático” que problemas de gestión reales en las instituciones. “Espero que con el paso del tiempo vayamos forjando también una sintonía personal”, confía Andueza sobre la nueva etapa de Esteban.

¿Y de cara al futuro? A Andueza el modelo de Vitoria le gusta, es decir, seguir en coalición pero siendo socio mayoritario. El espejo de Salvador Illa en Catalunya también está muy presente. “Mirando a medio y largo plazo, nuestro objetivo, desde luego, es liderar las instituciones. Una de las mejores cosas que le podría pasar a Euskadi es tener otro Gobierno socialista. Ése es el objetivo que nos planteamos en el último congreso”, sostiene. ¿Y el PNV teme que el PSE-EE busque otra pareja de baile en EH Bildu? “Ese pacto sería volver a la política de bloques. Sería volver a unos contra otros. No sería un pacto de centralidad ni daría moderación a la sociedad vasca. El Partido Socialista debería tomar nota de lo que le ha pasado en Galicia con el BNG”, zanja Díez Antxustegi.

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