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Una muesca más para la igualdad en el alarde de Irún: una nueva compañía igualitaria se suma a los desfiles

La marcha del Alarde público subiendo la calle San Marcial

Mattin Izaguirre Eguiguren

Irún —

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La victoria frente a las tropas francesas en la peña de Aldabe el día 30 de junio de 1522, significa mucho para la ciudad de Irún, la segunda de Gipuzkoa en población. En su conmemoración, cada año se celebran dos alardes distintos: por un lado, el “tradicional”, en la que las mujeres únicamente pueden participar como cantineras; y por otro, el “público”, en el cual las mujeres también pueden participar en otras posiciones. Aunque la mayoría de los habitantes de Irún participan en el tradicional, cada año el mixto cobra más protagonismo.

Un alarde para todos

El alarde mixto nació en 1996, cuando 57 mujeres intentaron participar como soldados en la fiesta de aquel año. Una de las mujeres que luchó por la igualdad de condiciones fue Txaro Arribas, integrante de la Junta del Alarde igualitario de Irún. Arribas, hace una mirada al pasado y reflexiona: “Es muy importante verlo en relación con el lugar del que se viene, teniendo en cuenta que hemos tenido todo en contra, absolutamente todo, cuando las mujeres planteamos en el pleno municipal modificar la ordenanza para que el alarde nos diera cabida”.

Desde entonces, como en la vecina Hondarribia, que desfila en septiembre, el alarde igualitario ha tenido “absolutamente” todo en contra, desde la institución municipal, hasta una parte importante del pueblo. Arribas añade, además: “Nos hemos sentido acosadas, señaladas, agredidas e insultadas permanentemente”. Respira, antes de continuar: “Después de todo lo que ha pasado, esto es un triunfo”.

Jon Indakoetxea, el cornetín del alarde público, subraya positivamente la evolución que ha habido, gracias a la perseverancia de una minoría: “Los derechos se votan, pero también se consiguen y nunca es fácil. Gracias a personas como Txaro y otras 56 mujeres y hombres que en 1996 se arriesgaron y se atrevieron a dar el paso, se llegó el año pasado a 2.300 participantes”, señala.

Sin embargo, Arribas no se quiere olvidar del pasado: “Era tan duro al principio, tan difícil, ir con tanta oposición social, algo que parecía casi imposible ha salido adelante porque hay personas, hombres y mujeres que han trabajado de manera denodada durante estos 29 años para que fuese posible”. Según ella, lo que se ha conseguido tiene una importancia “tremenda”, ya que “hay miles de niñas y de personas a las que se hace posible que puedan ejercer su derecho, que es el derecho a poder disfrutar del día grande de las fiestas del pueblo”.

En Irún, no hay en ninguna casa, familia, cuadrilla, puesto de trabajo o escuela que no se discuta sobre la igualdad, según Arribas, que valora el paso de las más jóvenes a salir en el alarde igualitario. “Las chicas más jóvenes que deciden incorporarse al alarde mixto, a veces en contra de la opinión de su familia, de su abuela, de sus padres o de sus amigos, creen que deben hacerlo porque están su derecho y me es un ejercicio de reivindicación muy importante”, señala.

El día de la verdad

A las 9:00 de la mañana de un soleado día veraniego, la calle Urdanibia se encuentra rodeada de cuadrillas, curiosos y algunos fotógrafos. A medida que pasa el tiempo, las diferentes compañías y unidades se van reuniendo en la plaza. Cada vez que llega una compañía, los presenten aprovechan para hacerse fotos con las cantineras y demás miembros, en un ambiente de camino entre el folclore vasco, alegría y un punto de nerviosismo.

Indakoetxea también se encuentra en Urdanibia. Parece emocionado e ilusionado. “Mi momento favorito del alarde es cuando estoy en la plaza Urdanibia, con el comandante, los dos solos, viendo cómo viene cada compañía por calles diferentes y ver esas compañías llenas de chicas, chicos, mayores, jóvenes, … Me emociona mucho, teniendo en cuenta también que cuando empecé éramos 37 en Olaberria y ahora este año parece que vamos a ser 257”. Cabe señalar que este año se añade una nueva compañía al alarde mixto, Meaka. Según Arribas, “el año pasado decidieron juntarse un grupo de chicas y de chicos para crear la compañía, y la verdad es que ha sido un profundo éxito”.

A las 10:20 comienza la arrancada hacia la Plaza San Juan por la calle San Marcial. La general Maite Vergara, que va a ser su último año en ese cargo, se hace cargo de la fuerza y se dirige hacía el balcón del ayuntamiento, donde se encuentra la alcaldesa, Cristina Laborda. Acto seguido, la compañía Bidasoa, se acerca hacia la casa consistorial, donde recoge la bandera de la ciudad por parte de los concejales de EH Bildu, Ane Unanue y Gorka Berasategui. Después, Vergara ordena las descargas de Infantería. Son momentos de emoción, donde se puede observar a Indakoetxea emocionado. A medida que se acerca a la casa consistorial se vislumbran abrazos, lágrimas y unión.

Convivencia entre alardes

Hacía las 13.00 del mediodía, en uno de los bares de la calle Paseo Colón, una mujer de mediana edad se muestra orgullosa: “Un familiar mío sale en Meaka, estoy muy emocionada”. Cuando se le pregunta acerca de la convivencia entre los dos alardes, subraya que cada vez hay más respeto y normalidad. “Esto ha cambiando, ya no es como antes. Hace unos años no pasaba esto. Había muchos problemas en las familias. Ha sido muy duro”, apunta.

Respecto al tema de las familias y las cuadrillas, Indakoetxea añade: “Yo, por ejemplo, soy de la generación que se quedó sin cuadrilla porque todos eran del alarde tradicional. Salí con una compañía del tradicional y terminé con una compañía del público en Mosku, y ahí me quedé. Teníamos 15, 16 años. En la cuadrilla me hacían la ola en la calle Mayor para que me cayera del caballo, me han tirado cervezas, ...”.

Pero Indakoetxea, a pesar de todo, prefiere quedarse con el lado positivo: “Las nuevas generaciones no lo van a tener que vivir aquello”. En los días de los ensayos del alarde tradicional, los jóvenes que están esperando en la cuesta de San Marcial saludan a los integrantes de las compañías del Alarde público, ya que se conocen de clase. Esta escena le parece un paso adelante a Indakoetxea. “Ellos lo tienen más fácil. Han conocido los dos alardes. Muchos no saben lo que hizo Txaro o lo que he hecho yo. No han vivido el conflicto y me alegro”.

Si algo tienen claro tanto Indakoetxea como Arribas es que una parte importante del origen del conflicto está en el papel del ayuntamiento. “Esto nunca hubiera llegado a este punto si, desde el primer momento, el Ayuntamiento hubiera tenido claro que debía organizar un Alarde para toda la ciudadanía, y que las mujeres tenían que poder estar ahí en igualdad de condiciones”, explica Arribas. Indakoetxea añade: “Si en su momento el Ayuntamiento hubiera sido más valiente, se habría solucionado como en el caso de Donostia o Tolosa”.

El alarde crepuscular: un cierre emotivo

Sobre las 19:00 de la tarde en la Plaza San Juan, el Alarde igualitario se acerca al ayuntamiento para hacer la entrega de la bandera de la ciudad. “Es un gusto ver el buen rollo que transmiten”, comenta uno de los presentes. A pesar del buen ambiente que se respira en la plaza, un espectador se queja acerca de la organización: “Esto no tiene sentido, no se sabe a qué hora termina cada Alarde, todo esto se acabaría si se hiciera un Alarde”.

Y en general, a esa hora de la tarde, esa es la sensación que se respira entre la ciudadanía. “Sigue habiendo esa barrera porque no pueden coincidir los dos alardes; todo terminaría si ambos acabaran en la plaza”, comenta un visitante. Mientras las compañias del mixto se acercan a la plaza al atardecer, se observan detalles curiosos. Erika Merquelanz, cantinera de la compañía Ama Xantalen cuenta como acompañante a Ariane Merquelanz, quien en 2012 fue cantinera de la Compañía Buenos Amigos del Alarde tradicional. En este caso, el mixto y tradicional se juntan.

“Cuando veo las compañías y veo a los chavales, se me ponen los pelos de punta. Me entran ganas de llorar, de pensar cuánta gente ha podido dar el paso, cuánta gente se ha atrevido a hacer algo que tendría que haber sido normal, que no tendría que haber hecho falta ser valiente”, comenta Arribas emocionada. “Ha sido tan largo. Pero,...” Coge un respiro. “... la gente ha sido capaz de hacerlo. Ver el Alarde que hemos conseguido, me emociona hasta las lágrimas”. Sonrie, antes de concluir: “Creo que hemos hecho un gran trabajo”.

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