Un tren en la ventana cada tres minutos: con los vecinos de Donostia que demandan la cubrición de las vías de Amara

Los vecinos Amara Berri, en Donostia, llevan años soportando el ruido que generan los trenes de Euskotren al paso por su barrio. Opinan que “hay que buscar una solución a la contaminación acústica”. “Tenemos todo el derecho del mundo a descansar en casa o paseando por el barrio”, afirman. El pleno del Ayuntamiento ha votado a favor de la cubrición pero el asunto ha dividido al Gobierno municipal, con el PNV en el 'sí' y el PSE-EE en el 'no'. Los socialistas dirigen el área de Movilidad en el Gobierno vasco y han apuntado a un coste superior a 50 millones de euros como justificación.
La propia asociación del barrio, conocida por las siglas ABAE, lleva 12 años reivindicando una solución. De hecho, se constituyó una comisión específica llamada junta para la cubrición. Según Josu Crespo, miembro de la ABAE e ingeniero, actualmente, el ruido afecta de forma directa alrededor de 3.500 vecinos de Amara Berri, que es uno de los barrios más poblados de Donostia con casi 30.000 habitantes. Los vecinos sufren el paso de trenes desde las 05:20 horas hasta las 23:30 horas. “Anteriormente, el primer tren aparecía a las 7:00 de la mañana. Cada vez pasan con más frecuencia y con más ruido”, comenta.
Además, señalan que cada 7 minutos y medio pasan dos trenes, “uno para un lado y otro hacía el lado contrario”. Es decir, un paso cada menos de cuatro minutos. Por otra parte, durante los fines de semana y verano, la frecuencia aumenta. Según la asociación, tras realizar algunos cálculos, pasan un total de 89.000 trenes al año.
Por otra parte, Crespo afirma que, en las inmediaciones, hay un ambulatorio donde, por indicación sanitaria, las ventanas deben estar abiertas, pero el ruido del tren impide escuchar bien al personal. Además, hay dos colegios, y en uno de ellos, se pide a las familias que no abriguen mucho a los niños en los meses calurosos porque no pueden abrir las ventanas a causa del ruido.
La propuesta de la asociación para hacer frente a la problemática es la cubrición de las vías. Según Crespo, consiste en la implantación de dos paredes verticales y techadas, con el objetivo de no tener que desviar y parar el tráfico ferroviario. La pared lateral que da al paseo sería en forma de jardín vertical que se uniría con el talud del monte. Arriba, tal como comenta Crespo, se generaría un paseo y un “bidegorri” que uniría el centro de la ciudad con Anoeta. La propuesta incluiría la cubrición tanto en el tramo Morlans-Anoeta (700 metros), como en el tramo Anoeta-Riberas de Loyola (300 metros).

Un paseo por el barrio
Durante un paseo por la zona del barrio de Amara Berri, se repite el mensaje. Algunos, incluso sin vivir allí, lo notan. “No vivo en el barrio, pero entiendo que a quienes sí lo hacen les moleste”, comenta una mujer que se encuentra en la zona. “Si viviera por aquí, estaría harta”, agrega. Los más afectados, por supuesto, son quienes tienen sus casas encima del paso del tren. Una pareja que vive desde hace años en el barrio lo cuenta con frustración: “El ruido va hacia arriba. No podemos abrir la puerta del salón que da a la terraza, ya que no se oye ni la televisión”.
El caso de Jaime, un vecino del Paseo Zorroaga, es representativo de las medidas que algunos se han visto obligados a tomar: “He cambiado tres ventanas. Me he gastado 6.000 euros solo en aislar la cocina. Y aun así, en verano tengo que cerrar todo: ventanas, persianas, puertas,... toda la casa sellada. Porque si no, el tren se cuela por todos los rincones”. Además, cuenta que desde las cinco y diez de la mañana ya empieza el ruido. “Cada tres minutos pasa, vivo en un tercero. Tengo suerte de que mi habitación da a la plaza trasera y se oye menos”, apunta.
Aunque algunas viviendas sufren menos el impacto, las molestias se extienden por todo el vecindario. Una vecina que vive frente al ambulatorio del barrio, en un octavo piso, cuenta que “ahora con las obras, el tren se oye un poco menos, pero cuando no las había, era tremendo”. “Y hay vecinos, sobre todo los de las esquinas, que lo sufren aún más. Hay casas en las que les cuesta mucho dormir”, indica. Esa misma vecina subraya algo que muchos coinciden en destacar: la necesidad de apoyo mutuo entre los vecinos. “Tenemos que ayudarnos entre nosotros. Porque lo que hoy nos afecta a nosotros, mañana le pasará a otro. Esto no va de comodidad, va de salud, de poder descansar, de calidad de vida. En el barrio se comenta que el ruido es una problemática”, destaca.
La reivindicación principal es clara: no quieren soluciones parciales ni “pantallas acústicas”, como se les ha planteado. El barrio exige una obra estructural: el cubrimiento del trazado que permitirá, según los afectados, reducir de forma real y efectiva la contaminación acústica.

La lucha en las instituciones
En 2013, un miembro de la asociación puso la primera denuncia en el ayuntamiento de Donostia. Desde entonces ha habido multitud de reuniones con la institución. Incluso han podido llevar la iniciativa hasta el Parlamento Vasco en dos ocasiones: una de forma presencial y otra online. En febrero del 2025, tres miembros de la ABAE se reunieron con el Gobierno local, con algunos concejales y también con el director general de ETS (Euskal Trenbide Sarea). ETS es el administrador ferroviario autonómico.
Según Crespo, en aquella reunión quedó claro que el problema por contaminación existía y que había que buscar una solución a los miles de afectados. El 6 de mayo, se solicitó una comparecencia y tres miembros de la ABAE acudieron a la sede del Ejecutivo autonómico. Allí, decidieron mostrar un video que captaba el ruido que se escuchaba desde las casas de los vecinos. “Al final una imagen con sonido vale más que mil palabras y creíamos que un video podría ilustrar perfectamente lo que sentíamos los vecinos y las vecinas del barrio”, comenta la asociación. Según Crespo, quedó claro que la cubrición era técnicamente viable y que dependía solo de la financiación y de voluntad política. Por otra parte, también quedó claro que al tratarse de una integración urbana, debía de haber una cofinanciación entre el Ayuntamiento de Donostia y el Gobierno Vasco.
Mientras tanto, la asociación seguía luchando desde las calles. El 31 de mayo, 400 vecinos de Amara Berri, se manifestaron por el barrio. Se pedía que se garantizara su derecho al descanso, para ello, el cubrimiento era la única vía. Según comenta la asociación, “esta manifestación fue clave, porque salió en los medios de comunicaciones y nos dio la oportunidad de que la problemática se conociera más allá del barrio”.
También, se pegaron unas pancartas a favor del cubrimiento. En total, colocaron 11, un sábado. “El lunes las habían quitado”, lamentan la asociación. Por otra parte, se realizó una recogida de firmas para el encubrimiento en dos sábados distintos. Se recogieron en dos puntos, uno en la zona de Paseo de Errondo y otro en la del Paseo de Zorroaga. En total en 2 horas se reunieron entre 900 y 1000 firmas.
El 26 de junio, el pleno de Donostia aprobó instar al Parlamento Vasco ejecutar la cubrición de los tramos ferroviarios de Amara. La propuesta salió adelante con los votos a favor de EH Bildu, PNV y PP, la abstención de Elkarrekin Podemos y el voto en contra del PSE-EE. El PNV se alineó contra su socio. Los miembros de la asamblea recuerdan lo ocurrido en el Ayuntamiento con felicidad: “Cuando se hizo la votación, nos pusimos de pie, sin hacer ningún ruido. Ha sido un paso importante lo que sucedió allí”.
La asociación explica que “por parte de EH Bildu nos hemos sentido apoyados desde el primer momento, la verdad sea dicha”, tanto en el Ayuntamiento, en las Juntas Generales y en el Parlamento Vasco. “El PSOE ofrecía otra solución: unas pantallas que se están desarrollando en Tecnalia”, narra la asociación. Según ETS, el ente público dependiente del Departamento de Movilidad Sostenible del Gobierno vasco, la cubrición total no está entre los planes.
Un futuro esperanzador
Mientras dos miembros de la asociación realizan un paseo por el barrio en una tarde de verano, se les observa con ilusión cara al futuro. “EH Bildu va a hacer esta misma propuesta en las Juntas Generales, en el pleno que va a haber en el mes de septiembre”, comentan. Dejan claro también que su actividad no se limita al problema con los tres. “Estamos preocupados también por los malienses que se encuentran en el barrio”, apuntan. Llevan semanas pernoctando alrededor de la oficina de CEAR Euskadi. “El otro día organizamos, un 'almuerzo solidario' para apoyarles y estar con ellos”, comentan ambos.
Uno de ellos sigue caminando. Observa las vías del tren y vuelve la vista hacia los bloques de viviendas. Su implicación es constante. Más allá de los plenos institucionales, lo que realmente le mueve es mejorar la vida de su barrio: “Son muchos años de lucha, pero seguiremos trabajando”.
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