I shot the Serif
Lost in Translation
El mundo podría ser así, como estas líneas: (¿=%[^*@&+|=_]¿%ç+\#¢∞¬÷“”≠´‚œæ€ƒ™§~©∫∂#¢¥÷“¶ ø¢∞¬÷”“@æ∂ ß√™.
Ininteligible, aunque tal vez ya lo es. Los responsables de crear las letras y los símbolos para que el mundo se comprenda son los diseñadores. En este caso los tipógrafos, hacedores de los símbolos que permiten que la comunicación sea posible entre nos. Si imagináramos el espacio que habitamos como una Torre de Babel el diseñador sería el tipo que corre desesperadamente como un loco para articular mecanismos de entendimiento entre los actores, o por lo menos sería el que haría el cartel para indicar la salida. Es el traductor de las ideas a la forma.
Porque el diseño, además de generar signos válidos para expresar el lenguaje, es el espacio donde se genera el mensaje, donde se planea y se proyecta algo por venir. En diseño (de disegno, “dibujo” en italiano) es fundamental la idea de preproyecto, de anticiparse al hecho, de imaginarlo, de planificarlo y proyectarlo. Es la fase previa y también la ejecución, pero sobre todo es el antes, la jugada que permitirá que el mensaje que se emite o el objeto que se crea sirva para lo que fue planeado.
En ese juego del mensaje lanzado entra en escena el concepto de función, esa dualidad o equilibrio en los que función y forma comparten el espacio y la preponderancia en un mismo plano de actuación.
Este es uno de los principios vitales del diseño, la función -funktion und form en la escuela Bauhaus-; el diseño se genera desde el espacio de la utilidad. Decía Wilde en El retrato de Dorian Gray que “el arte es totalmente inútil” y en eso radica una de las diferencias más claras entre los términos arte y diseño. Cerrando este círculo, lo útil y lo inútil también se cruzan con un segundo plano cultural que define qué es lo bello y qué no lo es.
La función del diseño (visual y no visual)
El diseño es emisión de mensaje, pero a la vez generación de sistema que programa un conjunto de ideas. Dentro de estas premisas, el marco de actuación es enorme, desde el diseño de una letra, pasando por un flyer, una revista, el packaging de un perfume, el logo de una mayonesa o el cartel para una manifestación.
En países como Inglaterra, el diseño está totalmente integrado en la educación y en las esferas de acción cultural, el V&A (Victoria and Albert Museum) expone como si fuesen obras de arte o de culto objetos de uso cotidiano que fueron creados por diseñadores y definieron la manera de ser de esos períodos históricos. Londres siente como propia la tipografía Gill Sans (de Eric Gill, diseñador inglés), y el diseño del mapa del metro de Londres realizado por Harry Beck en 1931 adquiere un valor enorme como ícono, se convierte en símbolo de identidad de una ciudad, el entender y comprender cómo moverse por ella gracias al diseño, componente vital dentro del corpus de la sociedad.
La responsabilidad del diseñador
Pero también existe a priori con respecto al diseño una presunción de culpabilidad achacada a su carácter falsamente banal y aleatorio, como un artificio fatalmente necesario en la construcción del mensaje. Sobre todo en sociedades que no han generado una cultura seria del diseño desde sus planes de estudio públicos (como es el caso de España donde está pendiente el crear una gran carrera pública universitaria de Diseño) el diseño se le tilda peyorativamente como eso que se genera para ganar masa crítica en tal o cual producto valiéndose de fórmulas establecidas dictadas por la moda. Subyace la idea de que el diseñador debe responder siempre al pedido específico de un cliente, como un escritor que escribe solo a pedido temas que le dictan, como un hacedor de temas preestablecidos por otros pero no generados desde el mismo profesional.
Pero el diseño también es agitación, lo hemos visto en el 15M, en la gráfica combativa hecha en la clandestinidad, en las octavillas diseñadas en lugares ocultos para golpear a regímenes totalitaristas, como la revista Combat en la Francia ocupada por los nazis, o la revista Evita Montonera, El descamisado de Argentina o la plataforma Tucumán Arde que cruzaba arte con diseño de protesta.
En tiempos de dictadura los primeros lugares donde comenzaba la represión era en las imprentas, este era el botín deseado por el represor, ya que una vez desarticulada la prensa y la difusión, el mensaje era apagado. Lo peor que podía ocurrirle a una imprenta era que los represores tirasen por los suelos las tipografías pequeñas de plomo alojadas en burros (muebles que guardan los tipos móviles). Así se cortaba la posibilidad de seguir imprimiendo ya que al mezclarse las letras era imposible volver a organizarlas en sus familias y tamaños. Había que fundir todas las letras y cerrar.
Hoy también el diseñador vive inmerso en una realidad que no le es ajena y si lo desea puede formar parte de ella y comprometerse con su discurso. El diseño puede ser compromiso. Lo hemos visto en las calles del mundo: Madrid, Washington, Nueva York, São Paulo, Buenos Aires, Berlín, infinidad de mensajes desplegados desde el diseño para mostrar lo que está pasando con esta estafa que se ha impuesto bajo el nombre de crisis.
Demiurgos contestatarios
Los diseñadores pueden generar un discurso propio, como quien escribe un artículo en un periódico, edita un libro o hace un programa de televisión. Los ejemplos clásicos y siempre recurridos son los del Mayo francés, una revolución gráfica de ateliers que solidificaron el mensaje que estaba en la calle y lo diseminaron al mundo, continuado luego desde el gran estudio de diseño de Pierre Bernard y Grapus (auténticos maestros en su concepción de idea/forma). Se podría hacer una selección ideal de diseñadores que intentaron e intentan llevar más allá las fronteras del clásico cliente-pedido-entrega.
Voy a mencionar algunos como si fuese la delantera de la selección de Hungría del 54 integrada en el Cosmos.
Tibor Kalman, László Moholy-Nagy, Herbert Bayer, Ladislav Sutnar, Charles & Ray Eames, Sister Corita, Max Bill, Pepe Cruz Novillo, Juan Carlos Distéfano, Rubén Fontana, Wolfgang Weingart, El Lissitsky, Rodchenko, Paul Renner, Armin Hoffman, Saul Bass, Paul Rand.
Si les interesa el tema sigan a esta gente, que abre, desde el diseño, infinidad de caminos nuevos para el pensamiento y el cambio.