Funcionarios y disonancia cognitiva
Lo he comprobado múltiples veces, en foros diversos, con personas de formación y trayectoria dispar. Cuando se habla de lo público, se entiende perfectamente el concepto de disonancia cognitiva. Da igual que se utilicen datos para demostrar que en Estados Unidos hay más empleados públicos que en España, que el gasto público en España es bajo en comparación a los países de nuestro entorno, o que España no tiene un problema de exceso de gasto público, sino de exceso de fraude y falta de ingresos. No hay quien saque de su error a quien lleva integrado en su materia gris los prejuicios contra el sector público. Esperar cinco minutos a que le atienda un médico de servicio público es intolerable, aguardar una hora al dentista privado es inevitable; la comida del hospital público es siempre horrorosa, en la privada ya se sabe, solo cocinan chefs con estrella Michelin.
Así las cosas, perdemos mucho tiempo y esfuerzo en cuestiones obvias y superficiales, nos regodeamos en críticas tópicas y nos olvidamos de lo que urge y aprieta: las reformas del sector público que busquen mejorarlo, no reducirlo; reforzarlo, no vilipendiarlo. Unas reformas para las que tenemos buenas referencias en los países de la OCDE y que deberían tocar aspectos de todo tipo y contar con el apoyo total de los propios empleados públicos y sus representantes sindicales. Pero es difícil contar con este respaldo cuando líderes políticos y empresariales se limitan a la crítica tabernaria. Lo que generan son actitudes refractarias al cambio.