Esta semana las Cortes Generales aprobaron sus presupuestos para 2014. A partir de sus cifras aprobadas, podemos seguir afirmando que nuestros diputados y diputadas son los peor pagados y los que cuentan con menos recursos para desarrollar su trabajo al servicio de los electores. Tal como ya hemos explicado recientemente, los ciudadanos deberíamos considerar en qué medida queremos que nuestros representantes políticos -esos que elegimos para defender el interés público frente a los particulares- sean pagados en consonancia con las tareas y responsabilidades que esperamos que ejerzan.