GRÁFICO: Queremos reformar una Constitución que apenas conocemos
La valiosa serie de datos que el CIS ha ido recogiendo durante estas décadas de régimen constitucional nos permite observar cómo ha ido evolucionando la opinión de los ciudadanos ante su Carta Magna. Hay algunos elementos paradójicos, incluso desalentadores, sobre todo si se tiene en mente el ideal de ciudadano informado, crítico y conocedor de cómo funciona la sociedad política en la que vive.
Como ya indicaba Ignacio Jurado en sus dos sugerentes textos de nuestros vecinos Piedras de Papel (sobre la reforma constitucional y su finalidad), los ciudadanos se muestran cada vez más proclives a reformar la Constitución de 1978. En estos momentos, esa postura reúne más apoyos que nunca: casi seis de cada diez españoles mayores de edad. Probablemente, ello se debe en buena parte a la insatisfacción que los ciudadanos demuestran con el rendimiento del texto. Desde el inicio de la crisis, esa insatisfacción también ha alcanzado cotas inéditas: más de la mitad de la población se siente poco o nada satisfecha. Quizá ello también esté en relación con la percepción de que la Constitución no se respeta: en septiembre de 2003 (última vez que se hizo esa pregunta) el 53% de los ciudadanos opinaba que la Constitución se respetaba poco o nada en España. No hay motivos para pensar que hoy ese número sea menor.
Lo más llamativo (aunque quizá no sorprendente) es que esa actitud crítica y exigente entorno al cumplimiento de la Constitución no se corresponde con un conocimiento notable de la misma: el desconocimiento sobre la Constitución se ha mantenido siempre en unos niveles altos que, de forma preocupante, han vuelto a repuntar en los últimos años. Como muestra, un dato curioso y revelador: preguntados por el año en que se aprobó la Constitución, hoy sólo tres de cada diez españoles acierta la respuesta.
En cuanto a las principales aportaciones de la Constitución, los ciudadanos señalan mayoritariamente las libertades y carácter consensual con el que se aprobaron, y que permiten sostener que la Carta “es de todos y de ninguno” (64,3% en 2003, último año disponible). Una lectura del clásico de Soledad Gallego y Bonifacio de la Cuadra, Crónica secreta de la Constitución (Tecnos, 1989), de muy recomendable relectura para nuestros políticos actuales, nos demuestra hasta qué punto esa percepción es acertada.
Que los ciudadanos poseamos opiniones y percepciones políticas quizá contradictorias y no del todo sólidas es, hasta cierto punto, natural y lógico, de acuerdo con la complejidad de lo humano y lo político. Ello no impide constatar, con preocupación, hasta qué punto se está abriendo una brecha profunda entre la predisposición cada vez más crítica y reformista por parte de los ciudadanos respecto a la Constitución y las expectativas francamente minúsculas de que esa reforma sea realmente posible, tanto por las duras condiciones de los procedimientos de reforma constitucional para los aspectos más relevantes como por las aún más implacables exigencias de la política de trincheras en la que España parece instalada desde hace muchos años.
[Nota metodológica: Debido a que los datos obtenidos en estudios del CIS no siempre pertenecen al mismo barómetro, nos hemos permitido dos licencias: agrupar datos de barómetros distintos correspondientes a un mismo año; y, para aquellas escasos variables sin datos para un año, calcula la media a fin de hacer más legible el gráfico.]