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Escuela laica por el empleo y la tolerancia
La historia del Grupo Cooperativo Gredos San Diego (GSD) va inseparablemente unida al barrio obrero de Vallecas. Poblado mayoritariamente por gentes llegadas de las provincias más pobres de España en las décadas posteriores a la Guerra Civil, el distrito madrileño tiene una arraigada tradición de lucha por los derechos ciudadanos. Fue allí, en 1985, cuando un grupo de profesores y personal no docente decidió formar una cooperativa para salvar del cierre al pequeño colegio Gredos San Diego, cuyo propietario había decidido jubilarse. Casi 30 años después, GSD es el mayor grupo cooperativo de la Comunidad de Madrid, con siete centros de enseñanza y más de 12.000 alumnos.
De tradición laica y liberal, los colegios GSD fomentan la tolerancia y el libre intercambio de ideas. Tanto los profesores como el personal no docente tratan de inculcar a los alumnos el respeto a la dignidad de las personas y promover el interés por el descubrimiento. “No vamos en contra de nada ni de nadie”, explica el director general del grupo, Alberto Vicente, durante una entrevista en su despacho. “En la cooperativa caben todas las ideas políticas y religiosas”.
GSD, cuyos centros son todos concertados, imparte educación desde los cuatro meses de edad hasta el final de la enseñanza secundaria y Formación Profesional. Los grandes objetivos del grupo cooperativo, según Vicente, son “acercar la educación de calidad a las clases medias” y crear empleo de calidad.
Los responsables de GSD están especialmente orgullosos de la dedicación y la diversidad de sus equipos. De sus 1.400 trabajadores, 950 son socios de la cooperativa. El 51% de los puestos de responsabilidad están ocupados por mujeres y entre los empleados hay 24 nacionalidades distintas.
Con el paso de los años, gracias a una vigorosa estrategia de crecimiento, el grupo ha alcanzado un tamaño considerable y ha diversificado enormemente sus actividades. En el último ejercicio facturó más de 75 millones de euros y sus beneficios rozaron los 760.000. Todas las ganancias, apunta Alberto Vicente, se reinvierten en nuevos proyectos.
El primer centro de nueva construcción de GSD abrió sus aulas en 1994 a escasos metros del colegio original, cuyas instalaciones no cumplían la normativa. El edificio se levantó sobre unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento de Madrid y gracias a los avales aportados por los propios socios. El colegio San Diego sigue siendo el más grande en número de alumnos y de trabajadores de todo el grupo cooperativo. El segundo centro se abrió seis años después en el vecino barrio de Moratalaz. Luego llegaron los de El Escorial, Las Rozas, Alcalá de Henares y Guadarrama. El más moderno es el de Buitrago del Lozoya, adquirido en 2012 a la Obra Social de Caja Madrid. En línea con sus planes de crecimiento y diversificación, GSD ha solicitado una licencia para crear una universidad en colaboración con la Universidad de Alcalá de Henares, un centro que estará especializado en educación.
CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE
Además de su actividad docente, GSD ha decidido contribuir al desarrollo económico de zonas rurales despobladas y a la conservación del medio ambiente. El grupo tiene dos aulas de naturaleza en sendas aldeas castellanas —Casa Vieja (Ávila) y Valdevacas de Montejo (Segovia)— y gestiona conjuntamente con la cooperativa Helechos los recursos de la sierra del Rincón, en Madrid, incluyendo el valioso hayedo de Montejo. El colegio de Buitrago del Lozoya —“nuestro futuro centro estrella”, en palabras de Alberto Vicente— está especializado en Formación Profesional y ofrece ciclos formativos de grado medio y superior, entre ellos el de trabajo forestal y conservación del medio rural, análisis y control de calidad y electromecánica de automóviles. También alberga una escuela de cocina y gastronomía. “Queremos activar la Sierra Norte de Madrid e integrar este desarrollo en nuestra estrategia educativa”, explica el director de GSD. Con ese fin, la escuela de cocina ha abierto un restaurante en el cercano pueblo de Horcajuelo.
El objetivo de GSD es que toda la Formación Profesional de grado superior que imparta sea dual; es decir, que parte de la formación tenga lugar en el aula y otra parte en empresas que paguen una beca-salario y ayuden a formar a los alumnos. Como la Comunidad de Madrid ha retirado toda la concertación a la Formación Profesional de grado superior, GSD se ha visto obligada a impartir esas enseñanzas de manera puramente privada.
La atención a la diversidad y la prevención de desigualdades en la escuela son otras metas de GSD, que presume de ser pionera en la implantación de aulas de enlace para ayudar a los alumnos que no dominan el castellano. También hay en todos los centros apoyos específicos para facilitar la integración de alumnos en desventaja social y con discapacidad física, psíquica o sensorial. Los colegios del grupo hacen frecuentes intercambios con centros de otros países y colaboran con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en la recaudación de fondos. El dinero recogido por los alumnos ha hecho posible la construcción de una escuela en República Democrática del Congo y ayudas a refugiados en Malí, Kenia y Somalia.
Aún hay más actividades. En agosto de 2006 se inauguró en Leganés la residencia de mayores Los Balcones, gestionada por la cooperativa Tosande, integrada en el grupo GSD. Un año después se creó la cooperativa El Mercante, cuyo principal objetivo es diseñar, crear y distribuir productos textiles. Para facilitar la creación de empleo, GSD ha creado su propia agencia de colocación, que pone en contacto a quienes buscan trabajo con las empresas.
A la pregunta de si no teme que la expansión del grupo cooperativo esté siendo demasiado rápida, Alberto Vicente responde rotundo: “Si no quisiéramos crecer, nos hubiéramos quedado con un colegio en Vallecas”. Subraya que él mismo solo lleva 10 años en la cooperativa y que sin esos avances nunca hubiera podido entrar en ella. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, el director de GSD sigue dando clase de economía y matemáticas.
“Lo tenemos muy claro”, sostiene Vicente. “Debemos ser eficientes. No podemos ser una cooperativa que arregle los desperfectos del sistema. La cooperativa es una empresa que debe dar calidad y hacer cosas nuevas e interesantes”.
El Consejo Rector de GSD está formado por 15 personas, dos de ellas independientes y conocedoras del mundo cooperativo y la economía social. Las oficinas centrales se ubican en el lugar donde estuvo el colegio original, cuna de la cooperativa. “Seguimos aquí por tradición”, afirma Vicente. En ellas se alojan los departamentos de Finanzas, Marketing, Jurídico, Recursos Humanos, Internacional, Calidad o Pedagogía.
GSD ha batido varias marcas: es la primera cooperativa de enseñanza de España por número de socios trabajadores y la primera institución educativa no universitaria de la Comunidad de Madrid por número de alumnos.
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