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Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

Los desiguales rescates de bancos y parados

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante la rueda de prensa que ofreció en el Palacio de la Moncloa, tras el último Consejo de Ministros de 2014 FOTO: EFE

Andreu Missé

Estos días hemos asistido a la ceremonia del gran acuerdo social por el que tras largas negociaciones el Gobierno de Mariano Rajoy ha concedido una nueva ayuda a los parados que llevaban más de seis meses sin cobrar una prestación. El auxilio consistirá en 426 euros mensuales durante seis meses a los desempleados que reúnan determinadas condiciones. La ayuda beneficiará a unas 450.000 personas durante seis meses y tendrá un coste de unos 1.200 millones de euros. En España hay 5,4 millones de parados, según la Encuesta de Población Activa (EPA) o 4,5 millones, según el paro registrado por la Seguridad Social, pero sólo 2,4 millones reciben prestaciones. Así que en el mejor de los casos hay más de dos millones de trabajadores sin empleo que carecen de la más mínima ayuda. La subvención concedida ahora sólo alcanzará a un 25% de este colectivo y dejará a 1,5 millones de personas desprotegidas.

La primera constatación de estas cifras es la lentitud del Gobierno en la concesión de esta última ayuda y la facilidad con que se otorgaron las cuantiosas subvenciones públicas a la banca durante los primeros años de la crisis. Entre 2009 y 2012, los bancos españoles recibieron 88.138 millones de euros de ayudas directas en forma de recapitalizaciones y adquisiciones de activos dañados por parte del Estado español y de la Unión Europea, según la Comisión Europea. De este volumen ya se dan por perdidos más de 51.000 millones.

Las entidades financieras recibieron también importantes ayudas indirectas. Así solamente en 2012, lograron en forma de avales y otras medidas de liquidez más de 75.000 millones de euros. Además los bancos consiguieron otro tipo de soportes como avales del Estado por un total de 31.000 millones para que pudieran convertir activos bancarios de baja solvencia, los denominados créditos fiscales (DTA por sus siglas en inglés), en capital de máxima calidad. A estos apoyos hay que añadir la financiación privilegiada otorgada por el Banco Central Europa (BCE) a la banca europea, en diciembre de 2011 y febrero de 2012, por un volumen total de un billón de euros al 1% de interés y un plazo de tres años. Las entidades españolas fueron las principales beneficiarias de esta financiación privilegiada del BCE. Durante la mayor parte de 2012, la banca española recibió un promedio de 300.000 millones de euros de la entidad que preside en Mario Draghi, que invirtieron sobre todo en deuda pública, obteniendo un beneficio de más de 12.000 millones de euros.

Aunque las partidas de ayudas son de naturaleza distinta y no se pueden sumar simplemente, lo cierto es que el volumen total de recursos públicos directos e indirectos empleados para salvar al sector financiero es mareante. Es cierto que las subvenciones a los parados han llegado a superar los 30.000 millones anuales en 2010 y 2011. Pero en los presupuestos de 2015 se prevé un recorte de las prestaciones del 15% hasta reducirlas a 25.000 millones de euros, cuando el número de desempleados previsto por el propio Gobierno se reducirá sólo en el 8% hasta quedar en 5,2 millones. Cuando se trató de ayudas a la banca no hubo nunca límites ni reticencias.

Esta disparidad de trato está en la raíz de que España sea el país europeo en el que más ha crecido la desigualdad durante la crisis, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo, (OCDE).

Pero la diferencia más sustancial es que mientras la banca ya ha salido de la crisis, millones de parados se han convertido en excluidos sociales crónicos. En los nueve primeros meses de este año, la banca ha declarado unos beneficios de 7.450 millones, el 11% más que en el mismo periodo del año anterior. Por el contrario para varios millones de parados su situación es peor que nunca, pues ahora se encuentren sin trabajo, sin reservas y sin protección pública.

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