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Un espejismo de éxito
Del texto de los Presupuestos para 2014 queda patente que el próximo año España tendrá más deuda pública, menos empleo y más pobreza. Sin embargo, el hilo conductor de las cuentas públicas del próximo año es la recuperación. El Gobierno sostiene que la política desarrollada desde el inicio de la legislatura, en diciembre de 2011, “está empezando a dar sus frutos”. Según el documento presupuestario, esta política ha consistido en “mejorar la competitividad, recapitalizar y reestructurar el sector bancario, modernizar el mercado de trabajo y garantizar unos niveles de deuda y déficit sostenibles”. Es la cara amable de la tremenda crisis económica y social de este país.
No obstante, la realidad tiene también otra cara. Los mismos presupuestos constatan para el próximo año un aumento de la deuda pública de hasta el 99,8% del PIB y una destrucción de empleo del 0,2%. También vemos que la pobreza en un país que cuenta con 3,3 millones de pobres sigue en aumento. La última Encuesta de Población Activa, publicada a finales de octubre y con datos del tercer trimestre, certifica un nuevo aumento del número de hogares en los que no hay ninguna persona activa, que se eleva ya a 4,5 millones, más de una cuarta parte de los existentes.
Los presupuestos de 2014 tienen un problema serio de credibilidad. Resulta difícil de cuadrar la moderada reducción de la ocupación prevista para 2014 al vincularla a un crecimiento económico del 0,7%. En los presupuestos del año anterior también se hizo una previsión de una caída del empleo del 0,2%, pero entonces se partía de la base de una caída del PIB del 0,5%. Es difícil entender que se haga la misma previsión de comportamiento del empleo tanto si la economía cae medio punto como si crece siete décimas. Por otra parte, el propio documento prevé una caída de las cotizaciones sociales de las empresas y los trabajadores ocupados del 3,9% y ha previsto un aumento de los gastos por desempleo del 10% hasta alcanzar los 29.727 millones. Demasiadas previsiones contradictorias entre sí.
En cuanto a la evolución de la deuda pública, también existen serias dudas sobre la fiabilidad de las previsiones. Todavía pueden surgir nuevas sorpresas derivadas de los agujeros existentes en autopistas, las energías renovables y el saneamiento de la banca, como en ocasiones ha dejado entender algún miembro del Gobierno.
En materia de ingresos fiscales, el Ejecutivo ha prorrogado las subidas en IRPF e IBI que había anunciado como temporales y mantiene las subidas del IVA. Es decir, 2014 seguirá siendo un año de ajuste, congelación de los sueldos de los funcionarios, práctica congelación de las pensiones, recortes en las infraestructuras como elementos más visibles de este tercer año de consolidación fiscal. Todo ello ocurre en un país en que la banca considerada en su conjunto no paga impuestos, al poder compensar las pérdidas registradas en 2012 con los beneficios esperados en los próximos años. Esto ocurre después de haber recibido ayudas directas públicas de capital por más de 60.000 millones, de los 40.000 millones que las autoriades ya dan por perdidos.
Algunos analistas ven una estrategia electoral. El Gobierno se guarda un margen de maniobra para abrir la mano en los presupuestos de 2015, que es año electoral. Pero hasta entonces habrá que ver cuál es la situación en que se encuentran los millones de personas que viven en una situación de pobreza severa en este país y que empieza a preocupar a los organismos internacionales.
Es significativa la advertencia lanzada recientemente por el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks. El comisario ha expresado su inquietud porque “los recortes efectuados en los presupuestos sociales, educativos y de salud han conducido al preocupante incremento de la pobreza de las familias en España”. Muiznieks ha precisado que “el incremento de la pobreza infantil, la malnutrición y la vivienda inadecuada son cuestiones que suscitan gran preocupación debido a sus efectos potencialmente devastadores a largo plazo tanto en los niños como en el país”.
La situación de la pobreza infantil o la pobreza invisible, por la menor capacidad de protesta de los afectados, está cada vez más presente en los análisis sobre la situación social del país. El último informe de Unicef, con datos de 2010, cuando la situación no era todavía tan grave, indicaba que en España había 2,2 millones de niños pobres, 205.000 más que dos años antes. Esto supone que la pobreza afecta al 26,2% de la población infantil.
Los datos relativos a la pobreza severa solo aparecen de manera regular en los estudios de Cáritas, Oxfam Intermón, Cruz Roja, Unicef y otras organizaciones similares. Estas entidades y los ayuntamientos constituyen la verdadera última trinchera que evita que muchos niños no pasen hambre en España. Pero no existe la certeza de que todos los necesitados están atendidos debidamente.
Dada la creciente extensión del problema, deberían crearse indicadores periódicos de la pobreza por parte de los institutos de estadística, lo cual sin duda contribuiría a conocer mejor el problema y forzaría la toma de algún tipo de medidas para afrontar una situación tan insostenible.
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