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Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

Ellas están mejor en cooperativa

Asociación Cúrcuma, de Barcelona, son mayoría las mujeres. FOTO: Andrea Bosh

Mariana Vilnitzky

Las cooperativas podrían generar, y de hecho generan en muchos casos, soluciones en materia de equidad en las empresas. Los datos estadísticos son claros: todos los estudios que se hacen respecto al género y las cooperativas, en cualquier territorio, demuestran que las mujeres están mejor y tienen más oportunidades en el mundo cooperativo.

En 2015, Naciones Unidas hizo público el estudio Cooperatives: Gender Equality and Women’s Empowerment, en el que señala el impacto positivo del cooperativismo en la integración de la mujer. Entre los datos importantes, el 80% de las personas encuestadas —600 integrantes de cooperativas, ONG, mundo académico y gobiernos en todos los continentes— respondieron que sentían que las cooperativas eran mejores que otros tipos de empresas, tanto en el sector público como en el privado, para avanzar en la equidad de género.

La clave más importante es la oportunidad que ellas tienen de participar en la gobernanza. Dos tercios de las personas entrevistadas respondieron que el hecho de participar en la gestión y el gobierno de la empresa era muy importante para posibilitar su empoderamiento.

“El hecho de cooperar, la participación, puede facilitar la equidad”, dice Imma Pascual Sánchez, de Cúrcuma, una asociación que trabaja en cuestiones de formación e intervención psicosocioeducativa con perspectiva de género, que está planteándose convertirse en cooperativa, con la ayuda del Col·lectiu Ronda, en Barcelona. “Crecemos y queremos convertirnos en cooperativa porque pensamos que una cooperativa da la misma oportunidad y, por tanto, fomenta la equidad. Además, es un tema sensible al tipo de empresa nuestro, por los valores mismos del cooperativismo”.

A nivel español, el departamento de la Mujer de la Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado (Coceta) editó un estudio en el que concluye que en las cooperativas las mujeres ocupan más del 49% del empleo, el 12% más que en el resto de las empresas, y el porcentaje de mujeres que alcanzan puestos de responsabilidad es del 39%, cuando en el resto de las sociedades ese porcentaje apenas llega al 6%. Según sus encuestas, en las cooperativas cerca del 80% de las mujeres opina que se facilita el acceso de la mujer a los puestos de dirección. Además, mientras que en España las mujeres ganan una media del 18% menos que los hombres, casi el 90% de las personas encuestadas creen que en su cooperativa existe la misma retribución por el mismo trabajo; y en el 100% de los casos no hay diferencias en las horas trabajadas por ellas y ellos. Por otro lado, en el 86,9% de las cooperativas encuestadas existen políticas activas de igualdad para la retribución entre ellas y ellos.

Los retos del cooperativismo

En las cooperativas, de todas maneras, sigue habiendo muchos retos que sortear, porque las personas que trabajan en cooperativas siguen teniendo la misma cultura de quienes están fuera. Las mujeres siguen ocupando menos puestos de responsabilidad que los hombres. Y en algunos países, con determinada historia, la diferencia puede acentuarse.

¿Qué sucede? ¿Es que las mujeres no quieren ocupar puestos de dirección? ¿Es que no se sienten capaces? ¿Tienen demasiado trabajo en casa como para asumir todavía más en el entorno laboral retribuido?

En el estudio de Naciones Unidas, el 65% de las personas que respondieron a la encuesta señalaron la cultura como la principal barrera. El caso de Argentina es un ejemplo claro de una problemática típica de inequidad de género reflejada en el mundo cooperativo.

“El cooperativismo en este país es históricamente de hombres”, cuenta María Laura Coria, que trabaja en asuntos de cooperativismo desde hace años en el país sudamericano. “En 2001, las fábricas empezaron a cerrar y las mujeres salieron a la calle llevando el pan a casa, incluso desempeñando oficios históricamente destinados a hombres, como las mujeres albañiles. Pero cuando la mujer quería empezar a ocupar puestos de decisión ahí aparecía el choque. Al principio, en el 100% de los casos, nadie votaba a una mujer. No era cuestión de decir, voy y me postulo. Era que tus propios compañeros no te votaban”.

Desde entonces, en Argentina se hizo un amplio trabajo de cooperativismo y género, ligado a programas del Gobierno, que hizo posible que hoy existan cerca de 500 cooperativas de mujeres obreras de albañilería, que se hubieran desarrollado cooperativas incluso pioneras en transgénero, algo muy innovador en el país. Y que las mujeres comiencen a ser votadas por sus compañeros.

Peso cultural

Pero a veces, incluso en cooperativas donde la mayoría son mujeres, el tema cultural pesa más que el democrático. Ellas mismas votan a los pocos hombres de la cooperativa para que ocupen los puestos de responsabilidad.

Hay muchas barreras culturales externas a las mujeres (como el ejemplo de Argentina, hombres que se votan entre ellos), pero hay también barreras internas, propias de las mujeres, para romper con el denominado “techo de cristal”.

Eva Guzmán, presidenta de la cooperativa Kronia, de automatización, gestión y control de procesos, un ámbito industrial muy masculino, se refiere en un vídeo sobre género y liderazgo de la Federación Andaluza de Cooperativas de Trabajo Asociado (FAECTA), a este tema: “La primera barrera que tienes que romper es el miedo”, dice Guzmán. “Dentro de las cooperativas es mucho más fácil realizarte porque tienes que romper menos barreras, al ser un entorno mucho más democrático”.

Pero las barreras, aunque menos, siguen existiendo. La percepción de no ser suficientemente capaz es una parte del problema. El estudio Mujer y liderazgo en el siglo XXI: una aproximación psicosocial a los factores que dificultan el acceso a la mujer a los puestos de alta responsabilidad, del Instituto de la Mujer (2009), concluye que existe “una persistencia parcial de los estereotipos de género (...), los hombres se describen con una mayor confianza en sí mismos, una mayor ambición, y cuando trabajan son capaces de asumir mayores riesgos. Por su parte, las mujeres reconocen dejarse llevar más por los sentimientos que los hombres. Precisamente, el predictor más importante de la intención de ser directivo en el futuro es el pensar que se reúnen las características adecuadas para ello”, dice el estudio.

Según la investigación de Coceta, el 56,4% de las personas encuestadas considera que tiene “bastante conciliada” la vida laboral y personal. Más de la mitad creen que el modelo cooperativo es idóneo para ajustar el trabajo y la familia.

Imma Pasqual, de Cúrcuma, plantea el cooperativismo como un espacio más amable a la maternidad. “Una de nuestras compañeras será madre dentro de poco, y ya hemos visto, por la experiencia de otras cooperativas, que este tipo de empresa puede facilitar la conciliación”.

Pepa Rodríguez, presidenta de la cooperativa de trabajo andaluza Aura TT, también de FAECTA, opina de modo parecido: “Pienso que las cooperativas refuerzan el liderazgo de las mujeres porque hay mucha flexibilidad (...). Te permite trabajar como quieres, en lo que quieres y donde quieres. En el mundo de las cooperativas las mujeres nos podemos desarrollar mucho (…), puedes llegar hasta donde te plantees”.

Pero las mujeres responsables de cooperativas tienen en promedio 1,5 hijos (la cifra subió un poco con el paso de los años).

“Esto parece indicar que las mujeres en ocasiones se ven obligadas a renunciar a la maternidad para poder desarrollarse profesionalmente, aunque no ocurre lo mismo en el caso del matrimonio”, indica el estudio de Coceta.

En general, la carga mayor del trabajo en casa pesa a la hora de optar por asumir más responsabilidades también en la empresa. “Sopesando las ventajas e inconvenientes, encontramos que los hombres están dispuestos en mayor medida a ocupar puestos de liderazgo que las mujeres, siendo la diferencia estadísticamente significativa”, indica el texto del Instituto de la Mujer.

Las mujeres se sienten mejor en cooperativa, pueden conciliar mejor y desarrollar mejor sus cualidades, pero todavía deben recorrer un camino doméstico ligado al laboral: que sean ellos quienes trabajen también en casa, y tomen la conciliación como algo tan importante como para ellas.

[Este artículo ha sido publicado en el número de abril de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

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