Las compañeras y compañeros que trabajamos diariamente por que se respeten los derechos humanos llegamos al 10 de diciembre, día internacional de los derechos humanos, con sentimientos encontrados.
En Andalucía tenemos presentes las cifras de paro (28,5%), de familias en riesgo de pobreza y exclusión (43.8%) y a las que han desahuciado (10.694 en 2015); las agresiones y falta de derechos de las personas que ejercen el trabajo sexual ; los auténticos calvarios por los que pasan las personas migrantes para intentar llegar a nuestro territorio, el drama de no tener derechos y el de ser expulsadas. Observamos la deriva represiva de la normativa que recoge la supresión de libertades democráticas y derechos fundamentales. Nos indignamos por los retrocesos en la sanidad y en la educación pública. Somos conscientes de que las personas encarceladas tienen menor acceso a la salud que el resto de la población, que no se las defiende a todas por igual y que sus derechos laborales no son iguales que los del resto.
Se trata de cifras y datos que deberían escandalizar y hacer reaccionar de inmediato a las administraciones de todos los ámbitos, pero que pasan sin apenas hacer ruido y sin ningún tipo de repercusión política.
No podemos borrarlos de nuestra vista porque no solo se trata de números sacados de informes y encuestas. Sino que son personas con sus historias y sus vidas. La de la mujer a la que casi matan por ejercer su profesión (de trabajadora sexual), y cuyo caso no quedará recogido en ninguna estadística de violencia machista. Su historia representa la de miles, estigmatizadas e invisibilizadas por ser mujeres y elegir una profesión determinada.
Tenemos presente a Yahya, que “ha intentado saltar [la valla de Ceuta] tantas veces, que ya ni se acuerda”, y que tiene 42 veces más posibilidades de sufrir una identificación policial, una vez en el Estado español, por ser negro.
Acompañamos a una persona presa, a la que Instituciones Penitenciarias sancionó con privarle durante un mes de paseos y actos recreativos comunes, exclusivamente por haber denunciado su situación a la prensa.
Hablamos con las compañeras y compañeros que viven en asentamientos chabolistas de Huelva y que, el pasado mayo, volvieron a ver cómo el fuego volvía a arrasar sus viviendas sin que la administración, consciente de su situación, haya hecho nada por evitar que vivan en esas condiciones infrahumanas.
El trabajo de APDHA es dar a conocer sus situaciones, denunciarlas y contribuir, de esta forma, al cambio social.
La lucha por los derechos humanos es la de la dignidad, la de la justicia, la de la construcción de un mundo mejor. Se trata de una lucha que va desde el más pequeño de nuestros gestos hasta la más trascendente de las decisiones políticas. De poner sobre la mesa la hipocresía del sistema que ha ratificado convenios por los derechos de las personas y que luego no crea los mecanismos que permitan que éstos se respeten. De hecho, contamos con gobiernos que, en ocasiones, diseñan herramientas para permitir que se violen, aún más, y de forma legal, los derechos de las personas en situaciones más vulnerables.
Seguiremos visibilizando los nombres e historias de personas que muestren que las violaciones de derechos humanos tienen consecuencias concretas para personas reales. Y, sobre todo, continuaremos exigiendo cambios en el sistema para que se garanticen los derechos fundamentales, especialmente de las personas en situaciones de mayor vulnerabilidad. En este contexto nuestra lucha, que es compartida con miles de personas, grupos, asociaciones, colectivos y redes, cobra todo su sentido.
Este 10 de diciembre, una vez más, hemos vuelto a celebrar el día de los Derechos Humanos. Celebramos que seguimos luchando para conseguir un mundo más justo. Porque los derechos no se conceden, sino que se conquistan y se defienden. En ello estamos.