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Andalucía, ¿qué fue antes, el PISA o la gallina?

Javier Ramajo

La Junta de Andalucía y el PSOE han vinculado el resultado de la comunidad autónoma en el último informe de evaluación integral de alumnos de 2015 (PISA) al bajo nivel sociocultural de los centros examinados. Ni los unos ni los otros han apoyado con datos precisos el argumento, o la excusa según la oposición, pero tampoco han querido cuestionar “en ningún caso la profesionalidad y el rigor en la elección de la muestra”, según fuentes oficiales de la Consejería de Educación. Entonces, el PISA ¿vale o no vale? ¿Es fidedigno a la situación de la educación en Andalucía o el sistema de selección de centros ha sido sesgado y ha perjudicado en exclusiva a la región, como ha dejado entrever entre otros la propia consejera De la Calle? ¿Ha sido eso lo que ha provocado que Andalucía haya retrocedido en dos de las tres competencias analizadas respecto al último informe de 2012? Ni los grupos de la oposición ni la propia OCDE le han comprado las explicaciones que han querido dar Junta y PSOE. ¿La lectura andaluza del suspenso en el PISA es que los colegios ubicados en zonas con menor nivel socioeconómico y sociocultural más desfavorecidas son peores o reciben peor educación?

La cuestión se dejaba caer ya en la penúltima línea que la nota de prensa que la Consejería lanzaba el mismo martes, cuando trascendía que Andalucía había ocupado la última posición en España en ciencias y el penúltimo lugar en lectura y matemáticas. Se advertía al final de la primera reacción oficial de la Junta que “no obstante, para la muestra de estudio de evaluación del alumnado andaluz, la OCDE ha seleccionado 54 centros con el índice socio económico más bajo de todos los que han participado en el informe”. En la misma nota se animaba a considerar que el desarrollo del Plan de Éxito Educativo era “más necesario que nunca para revertir los resultados”, un plan presentado esta semana y que viene a suponer una reformulación más que novedades reales.

El argumentario de Junta y PSOE cogía fuerza a medida que avanzaba el miércoles. Al menos un par de dirigentes andaluces, el vicepresidente Jiménez Barrios y la consejera del ramo Adelaida de la Calle, y el portavoz socialista en el Parlamento, Mario Jiménez, venían a decir en declaraciones a los medios que era mucha casualidad que los centros elegidos por los elaboradores del informe para valorar los exámenes de los alumnos hubieran tenido en cuenta 54 centros situados “en los índices socioeconómicos y socioculturales más bajos”. Si esa circunstancia es la que ha condicionado la lectura que se hace de la muestra, según los socialistas, podrían al menos aclarar dónde se sitúan los centros examinados en otras comunidades autónomas o cuántos de ellos se situán en torno a cuáles índices socio-económicos. Si Andalucía ha salido perjudicada en esa comparación (de 90.000 estudiantes andaluces en la edad a la que se hacen los exámenes se han examinado 1.813 de 54 centros de más de 2.000 centros, ha dicho la consejera), ¿por qué no se ofrecen datos de otros centros o de otras comunidades? La Consejería, cuestionada por este periódico, no ha sabido ofrecer más datos respecto a la cuestión.

¿Por qué no se eleva una queja formal a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) si el sistema “aleatorio” ha sido tan perjudicial para la comunidad? ¿Ha ocurrido lo mismo en otras comunidades autónomas? ¿Sólo protestan al árbitro los colistas? ¿Siempre ocurrió así o este año Andalucía ha tenido esa mala suerte? IU no ha tardado en pedir a De la Calle un análisis “más riguroso” en el Parlamento, mientras que Montserrat Gomendio, número dos del departamento de Educación de la OCDE, ha asegurado en declaraciones a la Cadena SER que “ni la selección de los colegios ni el nivel socioeconómico de los alumnos ni el nivel socioeconómico de la región son una explicación al bajo nivel de rendimiento de los alumnos en Andalucía”.

Datos repesentativos del sistema educativo

El examen más famoso de cuántos se realizan en el mundo en la materia lo realiza una de las prestigiosas entidades del consorcio PISA, Westat, que lleva el marco muestral para replicar el sistema educativo con el número de centros y alumnos necesarios para ofrecer datos representativos. Los criterios y parámetros para establecer en España y sus comunidades el índice de estatus socio-economico son el número de libros en el hogar, el nivel educativo de los padres y las madres, su nivel de ocupación y los recursos en el hogar, según consta en el propio informe PISA. La muestra, por tanto, determina, y si no que se lo pregunten a los argentinos, en cuyo país se anuló la prueba por supuestas irregularidades en la evaluación.

¿Por qué la Junta no informa de alguna evidencia de que la selección de centros se ha hecho diferente al resto de comunidades si ha salido tan mal parada en la muestra? ¿Por qué cree la Junta que la OCDE ha analizado esos centros y no otros? ¿Cuántos centros se examinan en cada comunidad y en qué entorno se ubican? Ha dicho Mario Jiménez que la muestra de Andalucía está volcada “en un porcentaje de casi del cien por cien en un entorno socioeconómico bajo”. ¿Y en el resto de comunidades no? ¿En Madrid se han examinado centros uicados en zonas ricas y por eso los resultados son mejores? ¿Es esa la única clave para sacar buena nota en el PISA?

La Consejería de Educación, preguntada por el tema, se limta a aludir al “riguroso” dato que recoge el informe referente a que Andalucía presenta el menor índice de todas las comunidades (-0,87). Jiménez Barrios ha comentado que “los recursos económicos de las familias también tienen una traslación a los resultados del informe”. Claro, y entonces ¿para qué sirve el PISA? ¿Se mide la evaluación de los alumnos o los sueldos y posibilidades económicas de las familias? ¿Andalucía siempre va a estar a la cola en este informe? Los entornos son fundamentales en cualquier sistema educativo, ha dicho la consejera. La selección de centros “no le quita ni un ápice a la importancia que tiene el asunto”, ha remarcado por contra Jiménez Barrios, el único en hacer algo de autocrítica por parte de la Junta ante los resultados del informe.

Este estudio es referente mundial en educación y una 'foto' de los sistemas educativos se quiera o no. Tirar la piedra (de la crítica al sistema desarrollado) pero al tiempo esconder la mano (alabando el “rigor” de la elección de la muestra) es bastante contradictorio. Y destacar como ha hecho De la Calle que el analfabetismo de la Transición supone un “elemento esencial” o que la comunidad viene de una situación “históricamente complicada” en términos de escolarización como ha defendido Jiménez para explicar los malos datos andaluces en el informe de 2015 no ha parecido ser una razón muy acertada a estas alturas.

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