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Andalucía le pierde el rastro al lobo ibérico

Lobo ibérico. / José Antonio Maldonado (EEA)

Alejandro Ávila

El aullido del lobo ha desaparecido de la Península Ibérica. Cuentan los expertos que es un mecanismo evolutivo para que el hombre, su mayor enemigo, no consiga localizarlo y darle caza.

En las sierras andaluzas no solo ha dejado de oírse su aullido, sino que el rastro del lobo se ha extinguido en los dos últimos años. Esos es lo que se desprende de los datos de seguimiento ofrecidos este miércoles por la Consejería de Medio Ambiente. De los 30 excrementos recogidos y analizados genéticamente en 2014 y 2015, ninguno era del gran depredador, sino de perro o de origen desconocido.

Hay que remontarse a datos de 2011 y 2013, para encontrar alguna señal fehaciente de que el lobo sigue campeando por Sierra Morena. Son ocho muestras las que permiten al consejero de medio ambiente, José Fiscal, estimar que Andalucía “cuenta con unos 50 individuos”.

Fiscal asegura que se trata de una población “muy precaria” y “dividida en dos núcleos, uno en Sevilla y el oeste de Córdoba, con una o dos manadas; y otro en el este de Córdoba y en Jaén, con cuatro o cinco manadas”.

Iñigo Sánchez, promotor del Manifiesto de Apoyo a la Conservación del Lobo Ibérico respaldado por organizaciones ecologistas y, desde este miércoles, por la administración andaluza, tilda la situación del lobo de “alarmante” y cree que “será necesario reforzar la población andaluza con ejemplares del norte de España, donde hay individuos más saludables”.

Aunque la nueva coordinadora para la recuperación del lobo en Andalucía, Rosa Moreno, habla de “resultados muy esperanzadores” y de una “gran concentración en Andújar”, los datos no invitan al optimismo, sino a la toma de medidas urgentes.

Tras las huellas del lince ibérico

Censar, concienciar, reducir amenazas y recuperar. Tal y como se hizo con el lince ibérico. La salvación del lobo ibérico en su reducto más meridional podría llegar a través de un plan de recuperación y un proyecto Life que la Junta presentará ante la Unión Europea este mes de octubre y cuyo presupuesto asciende a doce millones de euros.

El plan de recuperación se basa en la creación de un comité científico que asesore a la administración a la hora de realizar un censo fiable que fije el número de ejemplares y su distribución exacta. “Se trata de conocer cuántos lobos tenemos, cuál es su situación genética y si hay hibridación y viabilidad de la población. Ahora mismo no conocemos lo que tenemos”, explica Montero.

Antes de facilitar su expansión, los expertos y la administración consideran indispensable reducir sus mayores amenazas: los sectores de la caza y la ganadería. “Los mayores factores de amenaza proceden de la sociedad. Los lobos viven en Andalucía en fincas privadas de caza mayor y el sector cinegético se percibe como una de las amenazas que han llevado a la especie a esta situación”, afirma Yolanda Cortés, miembro del nuevo comité científico. En otros lugares como la Sierra de la Culebra (Zamora) no solo no se percibe ya al lobo como una amenaza, sino como una fuente de ingresos económicos gracias al llamado turismo lobero.

El programa Life iría encaminado precisamente a concienciar a cazadores, ganaderos y población general de que el lobo no es un animal dañino, sino una pieza clave en la salud de los ecosistemas. De ese modo, los socios del proyecto europeo no solo serán organizaciones ecologistas como WWF, sino asociaciones cazadoras y ganaderas como la Federación Andaluza de Caza, Aproca, Apeca y la Asociación de Pastores del Monte Mediterráneo.

Una situación “muy desesperada y alarmante”

Luis Suárez, responsable de especies de WWF, cree que “es una especie que se puede recuperar, a pesar de que se ha tardado mucho en reaccionar. La situación es muy desesperada y muy alarmante, ya que estamos al límite de que esta población desaparezca”.

Una de las posturas más críticas con la administración ha procedido de Ecologistas en Acción, que ha asegurado que no es posible “aseverar sin estudios genéticos complejos que lo que pretenden vender como lobos no sean más que los últimos restos hibridados de algunos ejemplares ilocalizados”.

La organización verde censura a la Junta por “maquillar” con el nuevo plan de recuperación “el peor momento poblacional del cánido”. Según la organización, la administración andaluza se ha negado a catalogar al depredador como especie en peligro de extinción, porque “ello implicaría aplicar las leyes ambientales en grandes latifundios que desde hace décadas funcionan con sus propias normas al margen de aquellas”.

En este sentido, el consejero de medio ambiente ha declarado que si “el comité científico nos conmina a declarar esta especie en peligro de extinción, así lo haremos, pero solo basándonos en criterios científicos y cuando estén dichos informes científicos”.

Los ecologistas insisten en que la administración pública está obligada desde hace 15 años a catalogar al lobo de especie en peligro de extinción, cuando se incluyó en el Libro Rojo de los Vertebrados Amenazados de Andalucía bajo dicha denominación. Aseguran que así se habría evitado que el lobo esté en Andalucía al borde de la extinción.

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