“Las mujeres occidentales son trofeos sexuales para el Estado Islámico”
Lleva más de 30 años al pie del cañón. Ángela Rodicio, veterana corresponsal de guerra de Televisión Española, ha sido testigo de conflictos bélicos en Bosnia, Israel e Irak. En la segunda guerra iraquí le plantó cara (en directo) a las manipulaciones de Alfredo Urdaci, director de informativos en los tiempos de José María Aznar. Le terminó costando el puesto, pero ajustó cuentas ante los tribunales y con 'Acabar con el personaje', una suerte de libro de texto para los estudiantes de periodismo de hace una década.
Con Las Novias de la Yihad, su quinto libro, vuelve a la carga con un espinoso tema de actualidad: las jóvenes musulmanas que abandonan las libertades de Occidente para 'casarse' con yihadistas del Estado Islámico.
Como señala Rodicio en su prólogo, “las claves para entender el último fenómeno yihadista del siglo XXI no se hallan tanto en cualquiera de las zonas de religión islámica, como en sus primeras generaciones nacidas en los suburbios ya sea de Bruselas, París, Manchester; de Argelia, Yemen, Chechenia, o cualquier ciudad de Estados Unidos”.
¿Es posible enamorarse de la Yihad?
Es un lavado de cerebro a través de internet, que se llama radicalización express y puede ocurrir en tan solo dos semanas. La adolescencia es una fase vulnerable donde te planteas cosas, te sientes vacío y tienes un montón de preguntas sin respuestas. Es en ese terreno abonado de vulnerabilidad extrema donde los captadores profesionales aprovechan para hacer ese lavado de cerebro. Desde que existen los conflictos siempre ha hecho falta carne de cañón: gente a la que engañas y captas mediante un lavado de cerebro para que te sirvan de infantería prescindible y barata. Eso es lo que suponen en este momento esos jóvenes.
En los últimos cinco años, 30.000 jóvenes han engrosado las filas de jóvenes extranjeros luchando en Siria e Irak. De estas “brigadas internacionales del terror”, al menos “el diez por ciento de los reclutas extranjeros del Daesh son mujeres jóvenes listas para casarse con yihadistas. Quieren vivir en el Estado Islámico, y regalarle la próxima generación de muyahidines. Muchas de ellas han nacido y han sido educadas en Occidente (...). Cada vez son más inmoladas como terroristas suicidas”.
¿Qué función bélica cumplen las chicas en el Estado Islámico?
Las chicas captan, organizan y son esclavas sexuales. Las esclavas de lujo son las occidentales, que pueden descender de familias musulmanas o ser conversas. Los captadores les venden que su príncipe azul libera pueblos oprimidos y que ellas tienen una función imprescindible.
¿Casarse con un yihadista es sinónimo de violación institucionalizada?
No exactamente. Las mujeres occidentales que se han ido para unirse al Estado Islámico han acabado siendo trofeos sexuales.
¿Hay diferencias entre 'esposas' y esclavas sexuales, como las yazidíes?
Una es la primera esposa y las demás son esclavas, pero en la práctica las tratan a todas igual. La diferencia es que las cretinas occidentales se creen que van a ser distintas, pero en realidad son tan esclavas como las otras. ¿Qué diferencia hay, al fin y al cabo, entre un trofeo sexual y una esclava sexual?
¿De dónde proceden principalmente esas novias de la Yihad?
De muchos países occidentales. Me he centrado mucho en las que se van de Europa y Occidente. No existen cifras, pero su procedencia se puede corresponder con la de las yihadistas: Reino Unido, Francia, Bélgica, Alemania…
¿Qué está pasando en estos países para que tantas chicas se quieran ir para allá?
Es un Califato digital, que no te proporciona andamios intelectuales. No vas buscando hechos, sino que te mueves en un mundo de sensaciones. Hablamos de gente muy vulnerable que busca llenar su vacío intelectual o vital de alguna manera y que se enfrentan a una incomunicación total.
Según un estudio del Instituto Elcano, la crisis de identidad es solo uno de los motivos para radicalizarse.
La crisis de identidad es una de las razones, pero las otras son el desarraigo o la radicalización express por internet, un proceso profesional de captación a través de la red oscura y el Califato digital.
Una vez capturadas como esclavas sexuales, ¿qué probabilidades tienen de escapar?
A la mayoría de las extranjeras las han matado cuando han intentado escapar. En cuanto a las yazidíes, los yihadistas las consideran adoradoras del diablo: son impuras y carne de cañón sexual. Se están recogiendo sus testimonios para denunciar estos casos ante La Haya como genocidio. Si estas mujeres viven para contarlo es porque se ha comprado su libertad a los islamistas.
El libro abunda tanto en el abuso de drogas sintéticas (el captagón, una anfetamina barata) por parte de los terroristas del Daesh, como en las vejaciones, torturas y violaciones a las que éstos someten a sus mujeres. “Algo en lo que todas las esclavas sexuales liberadas coinciden es que en los terroristas del Estado Islámico son depravados y están obsesionados con el sexo”, escribe Rodicio. Es una realidad que dista del mundo idealista que los captores dibujan a sus víctimas durante sus contactos cibernéticos.
Prostitución, esclavitud, abusos sexuales, drogas y alcohol. ¿Casa la realidad con la imagen de santurrones que tratan de proyectar los yihadistas?
Hay un señor que tenía una fábrica de whisky y cuando se fue, pensó que el Estado Islámico la iba a destruir. Para su sorpresa, han seguido produciendo alcohol. Los yihadistas beben whisky, se drogan con drogas sintéticas y tienen esclavas sexuales. Son una banda terrorista, una mafia.
Se amparan, sin embargo, en otra imagen.
Sería imposible captar a nadie si vendes que eres un desalmado, drogata y violador. Un yihadista que capta por internet no te va a decir que es un violador, sino un príncipe azul que te está esperando.
Llama la atención la esterilización masiva de mujeres yazidíes.
El nombre del primogénito es fundamental para el musulmán. A las yazidíes las violaban y esterilizaban en masa para que no se quedaran embarazadas sin saber quién era el padre de la criatura.
Afirma en su libro que “lo más alarmante es la cantidad de células dormidas que han podido y pueden seguir llegando camufladas en la marea bíblica de refugiados”. ¿Cree que entre los refugiados se esconden terroristas?
No es que lo crea, sino que varias fuentes me lo cuentan. Una exministra iraquí me dijo que se les encendieron las alarmas cuando vieron que decenas de esclavas yazidíes habían sido liberadas sin pagar rescate. Cuando les preguntaron por qué, dijeron que ellos se iban a Europa con los refugiados. Así me enteré por primera vez que entre los refugiados habían venidos terroristas. Y luego, este mes de agosto, el ministro de defensa alemán lo corroboró.
¿Cómo podemos hacer frente a esa realidad “que quita el sueño a las fuerzas de seguridad” frente a los mensajes que lanzan los populistas de derecha?
La ignorancia es universal. No es lo mismo que entre los refugiados vengan terroristas a que todos los refugiados sean terroristas.
¿Cuál ha sido la principal dificultad que ha encontrado a la hora de escribir el libro?
Los lugares comunes. He hecho tábula rasa de todo lo que sabía y me he dedicado a buscar testimonios de primera mano. No me he dedicado a leer informes, sino que me he ido directamente a las fuentes. He ido a adolescentes de segunda o tercera generación de familias procedentes de sociedades musulmanas y que viven en Occidente o conversos.
¿Qué sorpresas se ha encontrado?
Que los estudiantes de las mejores universidades inglesas no se informan con periódicos occidentales, porque consideran que los periodistas somos todos una panda de ignorantes. Cuando salió el libro El Choque de Civilizaciones, Edward W. Said le respondió a Samuel P. Huffington con un artículo muy bueno que se llamaba El Choque de Ignorancias. Eso es lo que está ocurriendo: un absoluto choque de ignorancias.
La noto pesimista en su libro.
No, yo soy kennediana. John Fitzgerald Kennedy dijo que él era un idealista sin ilusiones. Lo suscribo absolutamente.
En la tensión del radicalismo religioso y el populismo de derechas... ¿qué esperanza le queda al mundo?
La falta de información, curiosidad intelectual y de lectura lleva tanto a que una adolescente se vaya al Estado Islámico, como a que se vote a un populista. Hay que leer, por eso le dedico el libro a los que no leen.