Ascensión, la víctima del robo de bebés que se juega la cárcel: “Robaron mi vida y ahora, otra vez”
Más de 31.000 personas han pedido vía change.org que María Ascensión López, presidenta de SOS Bebés Robados de Almería y víctima, no entre en prisión. Ella misma, con la Federación Coordinadora X24, llevó las firmas a Madrid a finales de mayo. Y esta semana se ha activado una campaña en redes sociales pidiendo lo mismo con el hashtag #indultoparaAscension. Porque se acaba el tiempo y el 22 de julio se cumplirá un año desde la petición del indulto, fecha en la que tendrá que ser ejecutada la sentencia si el indulto no se produce, como indica el Ministerio de Justicia.
¿El delito? Injurias y calumnias. Ascensión acudió a periódicos y televisiones en 2013 y acusó a la monja Dolores Baena de “organizar” su adopción por 250.000 pesetas. Al mismo tiempo que Ascesión denunciaba su caso, con Baena como una de las protagonistas, la monja la denunciaba a ella también. “Todo empieza cuando, ante el desamparo y la falta de respuestas, decidí ir a los medios de comunicación a contar mi historia con la esperanza de encontrar a mi verdadera familia”, explica Ascensión. “Aún no sé qué injurié. Creo que me equivoqué al usar la palabra ”organizó“, pero ella fue quien tramitó toda mi adopción y así lo reconoció en el juicio. Como también reconoció su firma en todos los documentos que tengo”, dice desconcertada por el curso de los acontecimientos.
¿El juicio? Ascesión está convencida de “que no tuve una buena defensa”. “Tenía un abogado de oficio al que conocí en la sala, que no abrió la boca ni usó la documentación que corroboraba los hechos. Allí se me juzgó como hija, como madre, como mujer... pero no por mis palabras sobre la monja”. Con la ayuda de asociaciones y donaciones de particulares presentó un recurso a la Audiencia Provincial sin éxito. Y aunque cabría recurso ante el Supremo “yo no puedo más -afirma- y tampoco puedo permitir que pongan más dinero. En España sigue sin verse el delito”, relata con evidente desesperanza. “Ni siquiera se usó un vídeo de su hermana (de la religiosa) porque tenía que haberse presentado en las diligencias previas y yo no lo sabía”. Mientras, el caso denunciado contra Dolores Baena fue archivado.
¿La condena? Así, Ascensión es la primera condenada en un asunto relacionado con los bebés robados durante el franquismo. En septiembre de 2015 fue condenada a 3.000 euros de multa y una indeminación por injurias a la monja que la denunció. “Me enfrento a cinco meses de cárcel porque no puedo pagar. Delicada de salud y con dos hijos a mi cargo, con lo que va a suponer para ellos”. “Me han robado mi vida, han robado parte de la de mis hijos y ahora, si tengo que ir a prisión, me robarán de nuevo”.
¿Apoyos? “He encontrado apoyos en las asociaciones, en otras víctimas”, en concreto en las 26 asociaciones que funcionan en España. “Pero Almería es un sitio muy pequeño y públicamente hay muy poca gente que se atreva decir nada a mi favor”. En 2015 las asociaciones de víctimas acudieron al Parlamento Andaluz en busca de amparo. En incluso fueron también ese año reconocidos como víctimas por Europa y este 2017 eurodiputados ah pedido un fiscal especial. Hace pocos meses, Unidos Podemos, Ciudadanos y PP apoyaron en el Congreso una enmienda para mejorar la búsqueda de estos casos. Sin embargo, Ascensión se muestra escéptica: “Los políticos son políticos. Hay intención pero las palabras ya no me valen”.
Su historia. Ascensión cuenta con documentos que demuestran que algo no se hizo bien. “Tengo tres identidades distintas. Mismos padres, distintos nombres. Hasta los 14 años, mi nombre era María Dolores. Pero cuando voy a hacerme el DNI, no encontraba la partida de nacimiento en Sevilla. Hasta que una persona cercana me sugirió, como quien no quiere la cosa, que probara con María Ascensión. Y funcionó. Y después, en 2012 decido pedir mi expediente y buscar toda mi documentación y aparece un papel donde se me inscribe como Consuelo”. De hecho, ya con 8 años Ascensión asegura que tuvo la primera noticia de que podría haber sido robada. Con su padre aún enfermo, “de una familia importante” en Almería, uno de sus familiares le dijo: “¿Por qué lloras por este hombre que no es nada tuyo? Que te compró cuando naciste”. Desde entonces, relata Ascensión, no sólo tuvo que gestionar esta información si no que además “me trataron mal”.
Cuenta Ascensión que su madre adoptiva la apoyó hasta su muerte pero que sus familiares ahora no reconocen nada y no se habla con ellos. “Mi historia la conoce toda la familia pero nadie me cuenta nada”.
Otro juicio, desde Argentina. Estas mismas declaraciones y explicaciones del modus operandi del negocio de los bebés robados fueron algunos de los detalles que Ascensión contó también ante otro juez, poco antes de ser condenada por injurias. En este caso, un juez español en representación de la jueza argentina Servini que instruye el caso contra los crímenes franquistas. Ascensión fue la encargada de describir un sistema que, explica, “empezó quitándole los niños a las madres porque eran republicanas para curarles el gen rojo. Y cuando ven que son muchos, se dan cuenta de que hay negocio. Durante décadas hay un negocio amparado por una estructura social”.
Entonces, las declaraciones en la que se conoce como la querella argentina “fueron un motivo de esperanza”, cuenta Ascensión. “Pero se volverán a encontrar con el muro que hay España”.
Futuro. Ascensión está cansada. “Y mis hijos no pueden más”. Afirma que el tiempo de la desesperación ya ha pasado. Que está como apática. Es más, se le ha reconocido un 49% de incapacidad por estado ansioso depresivo “producido por la adopción y sus consecuencias”. “Sé que está David Carracedo (de Podemos Bizcaia) volviendo a mover las cosas y se lo agradezco”.
Pero Ascensión anda corta de fe. “Eso del David contra Goliat queda muy bonito pero aquí hay muchas presiones”. Y repasa el camino con dudas... “quizás me tenía que haber ido de Almería...” pero para eso tampoco alcanzan los ahorros. De momento ninguna de sus pesquisas para encontrar a su familia biológica ha tenido éxito. Y sigue sufriendo, como ella misma explica, el rechazo de su familia adoptiva: “No terminará con la cárcel. Lo sé. ¿Por qué tanto odio hacia mí?”.