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Elecciones municipales: bici, sol y huertos urbanos o el plan Marshall verde de Andalucía

Sevilla ha vivido una revolución sobre dos ruedas

Alejandro Ávila

Un adorno o la columna vertebral. Eso es el medio ambiente en el programa electoral de los partidos políticos españoles, según su posicionamiento ideológico.

Europa, en cambio, tiene claro el modelo: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, luchar contra el cambio climático, promover la movilidad sostenible y las renovables y apostar, en definitiva, por ciudades más habitables.

Tras el crecimiento exponencial de las ciudades vivido durante la burbuja inmobiliaria, los partidos progresistas y ecologistas miran a Europa en busca de un modelo a seguir. Ciudades como Rivas (Madrid), Loos-en-Gohelle (Francia), Bruselas (Bélgica) o Friburgo (Alemania) ya han emprendido ese camino hacia la sostenibilidad que concilia el desarrollo económico y el empleo con la salud de sus habitantes y el cuidado del entorno.

Dos son los pilares para que los ayuntamientos transformen las ciudades en entornos más habitables y en punta de lanza de ese cambio de modelo económico y social: la movilidad sostenible y las energías renovables. ¿Han asumido esta lógica las capitales andaluzas? ¿Y sus partidos? ¿Qué llevan en sus programas electorales?

Sevilla, la revolución de los pedales

La ciudad de Sevilla es hoy en día la cuarta ciudad del mundo más importante para ir en bici, solo por detrás de lugares con larga tradición ciclista como Ámsterdam, Copenhague o Utrecht. En sus primeros cinco años, su uso creció más de un 1000% tras la apuesta municipal por la bici con un carril homogéneo y seguro y el alquiler de la bicicleta pública. A los 160 kilómetros iniciales se le han añadido en esta legislatura 20 más. Ricardo Marqués Sillero, experto en bicicleta de la Universidad de Sevilla, explica que el actual alcalde, Juan Ignacio Zoido (Partido Popular), “ha mantenido lo que había pero no se ha mejorado”.

Sillero recuerda que la movilidad sostenible bebe de tres fuentes: el carril bici, el carril bus y la peatonalización de las calles. En Sevilla falta desarrollar los dos últimos, ya que “una vez que interconectas los tres, el problema de la movilidad está resuelto. La receta es sencilla”, asevera.

Eficiencia, salud y lucha contra el cambio climático en una sola fórmula, que el gobierno andaluz trató de trasladar al resto de la región con el Plan Andaluz de la Bicicleta. A través de la Consejería de Fomento y Vivienda, regida por Izquierda Unida, el objetivo era darle un nuevo impulso a este medio de transporte sostenible en las principales ciudades andaluzas y en sus áreas metropolitanas con 1000 kilómetros de carril bici más y una inversión de 402 millones de euros. Tras el fin de la coalición y la convocatoria de elecciones, el plan ha quedado en el aire. Tal y como insiste Sillero, el plan no se puede quedar a la mitad, ya que hace falta una red bien planificada. Los tramos aislados no sirven. Son como carreteras que no llevan a ninguna parte.

Es lo que ocurre precisamente en Cádiz, donde hay tres vías ciclistas desconectadas. “El modelo que se ha implantando aquí es una caricatura del carril bici. Está pintado en la acera, es discontinuo y lúdico. Eso perjudica a la bicicleta y genera conflictos con los peatones”, critica Daniel López, miembro de Ecologistas en Acción y de Ganar Cádiz.

Málaga, una ‘ciudad inteligente’

Bajo el paraguas de ciudad inteligente, Málaga, en manos del Partido Popular desde hace veinte años, ha apostado tímidamente por la bicicleta (25 km, que llegarían a 100 mediante el acuerdo con el PAB) y las energías renovables. A través de un proyecto con Endesa, Smartcity Málaga, la ciudad ha logrado ahorrarle un 25% de la factura de la luz a 11.000 familias y 1.200 empresas de la Misericordia mediante renovables como la fotovoltaica o la micro-eólica. La atmósfera se ha librado de 4.500 toneladas de emisiones de CO2 cada año.

Para Rafael Yus, coordinador de Ecologistas en Acción, la experiencia no es tan positiva como aparenta. “Málaga se ha apuntado al club de las ciudades inteligentes, pero lo ha hecho en un barrio reducido. Se está revitalizando el centro, pero a costa de empobrecer la periferia y se está segregando a la población social, económica y ambientalmente. Hay mucho descontrol urbanístico en la periferia”, lamenta el biólogo.

En cualquier caso, la experiencia malagueña pone sobre la mesa algo que los partidos con conciencia ambiental reclaman: que los ayuntamientos hagan bandera de las energías renovables. “Los ayuntamientos pueden producir energía limpia en sus edificios públicos a pesar de la regulación restrictiva del gobierno. Con la movilidad sostenible y la autoproducción de energía se cambia la ciudad”, sentencia el profesor Sillero.

En Córdoba, sin embargo, la tímida apuesta por la sostenibilidad ha ido por otros derroteros: huertos urbanos y compostaje de los residuos. A través del Aula de Naturaleza, el ayuntamiento ha destinado miles de metros cuadrados a huertos familiares. El problema de la capital cordobesa, sin embargo, es la contaminación atmosférica. “Es una olla en el valle del Guadalquivir, se acumulan más allá de lo aceptable partículas pm10, por culpa de las canteras, y de ozono, por el tráfico”, denuncia el activista Miguel Navaza. El ecologista subraya que la conversión de una cementera en una incineradora en plena ciudad ha generado protestas en la calle.

Huelva, la oportunidad de la reconversión ecológica

En Andalucía, el mayor problema con la industria lo tiene Huelva con su polo químico. Esteban de Manuel, de Equo, cree que la ciudad onubense “podría ser un referente de transición a una industria verde, en vez de una referente de contaminación en toda Europa”. Francisco Romero, portavoz de la Mesa de la Ría, apuesta por que se cumplan “los pactos de 1991 para que las industrias se desmantelen cuando terminen su vida útil. También hay que descontaminar el suelo de la ciudad, ya que hay una gran concentración de metales pesados que, según un estudio de la Universidad de Huelva, afectan, no solo a la salud, sino al fracaso escolar”.

Mejorando las conexiones con Sevilla, Zafra y Cádiz, vía ferry y tren, y apostando por “una ciudad amable”, Romero se muestra convencido de que no necesitarán depender del polo químico y se podrán atraer nuevas inversiones que no teman a la contaminación de una ciudad que Greenpeace incluye en el triángulo más insalubre de España junto a Cádiz y Sevilla.

Granada, verde que te quiero verde

“Verde que te quiero verde, que diría Lorca. Así debería ser el futuro de Granada, una ciudad amigable con facilidades para las bicis, los peatones, los comercios y las zonas verdes, que atraiga al turismo”, resume José Luis Rosúa, experto en medioambiente de la Universidad de Granada. Con la salud de los ciudadanos y la industria turística en mente, este biólogo asegura que el mayor problema de Granada es la contaminación atmosférica.

Jaén, por su parte, es la ciudad que encabeza el reciclaje en Andalucía: superando en un 20% la media andaluza en cuanto envases ligeros y en tres puntos el de papel. Mantiene su liderazgo, a pesar de las deficiencias del vertedero municipal, que trabaja “sin licencia y con filtraciones”, tal y como denuncia David Palomino, portavoz de Equo. La contaminación atmosférica es su mayor problema, “a pesar de no tener una industria pesada significativa”.

Equo, integrada en la plataforma apoyada por Podemos, Jaén en Común, apuesta por medidas como la peatonalización del centro y las placas solares. De nuevo, movilidad sostenible y energías renovables. A eso le unen la apuesta por la gestión pública del agua.

Esteban de Manuel, candidato a la alcaldía por Equo en Sevilla (desligados de Podemos, que se presenta finalmente bajo la marca Sevilla Participa), habla de un modelo ecológico para la ciudad. “La crisis se ha producido por un cambio de modelo y el fin de la energía barata procedente de combustibles fósiles. No se puede ignorar más ese límite, hay que apostar por el desarrollo sostenible”, recalca.

La nueva transición

De Manuel cree que Sevilla debe apostar por los productos locales para generar empleo, reducir la huella ecológica e impulsar la lucha contra el cambio climático en una zona vulnerable como Andalucía. Es ambicioso: habla de “un Plan Marshall verde”. “O la futura economía está equilibrada con el ecosistema o no habrá economía. Resolviendo los problemas ecológicos vamos a resolver los sociales y los económicos. Hay que rehabilitar los edificios en serio, cambiar el modelo en serio y hacer una transición de la industria contaminante a la industria verde”, subraya.

Desde Izquierda Unida abogan, por su parte, por la necesidad de un modelo de ciudad compacta, en contraposición al modelo disperso provocado por la burbuja inmobiliaria. Enrique Ruiz, candidato de la formación de izquierdas para el ayuntamiento de Almería, afirma que “las urbanizaciones y las ciudades fantasmas nos han hecho perder tierra fértil de la zona de la Vega de Almería”. Su formación, tal y señala el programa marco para las municipales, es una de las que tiene un concepto más sostenible de la ciudad, apostando por una urbe compacta con renovables, transporte sostenible, producción de alimentos ecológicos, derecho al agua y, en definitiva, una economía verde.

En formaciones ligadas a Podemos, como Claro que Podemos Málaga o Participa Sevilla, se hace una apuesta por la economía circular, que valorice los residuos, se luche contra los cortes de suministro al agua y se apueste por los huertos urbanos, así como por la soberanía alimentaria. No se olvidan de la movilidad sostenible y las renovables.

En cuanto a Ciudadanos, hay que irse a los programas locales para encontrar referencias a la sostenibilidad. En el caso de Málaga, por ejemplo, en sus 'diez puntos' se limitan a hablar de zonas verdes y limpieza de las calles, mientras que en el de Sevilla se refieren a un certificado para los bares que sirvan alimentos ecológicos, así como a la promoción de la bicicleta y del transporte público.

Si en el programa electoral marco del PSOE se menciona el cambio climático y eficiencia energética, así como la titularidad pública del agua o la apuesta por la movilidad sostenible, en el caso del PP no se vislumbra una apuesta por un cambio de modelo económico sostenible. En el programa de Sevilla apuestan por la industria existente y la “ciudad del talento y la investigación”.

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