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'Capillitas' sin capilla: las cofradías paralelas y civiles de Sevilla

Salud y Esperanza, durante una de las prcesiones.FOTO: facebook de la cofradía

Jorge Garret

Sevilla —

El sábado 5 de abril, última semana de Cuaresma, ofreció una imagen cada vez más habitual en los barrios de Sevilla. Hasta nueve procesiones tomaron las calles, como si de un Domingo de Ramos se tratase, pero con la peculiaridad de que ninguna de ellas estaba amparada por la autoridad eclesiástica sevillana. Son las conocidas como procesiones civiles, que desafían los mandatos de la Archidiócesis y sobreviven al margen del sistema para dar rienda suelta a su fervor religioso y cofrade.

El fenómeno hunde sus raíces en los noventa y ha tomado fuerza en los últimos años a pesar de que la Archidiócesis lanzó una advertencia contra la situación 'irregular' de estas “asociaciones cofrades meramente civiles” y les urgió a buscar una “real inserción eclesial”. El vicario general, Teodoro León, envió una circular a los párrocos para que no colaboraran con ellas. Se les instaba a que evitaran “en cualquier caso los préstamos de enseres litúrgicos y religiosos, la cesión de locales de culto u otros propiedad de entidades religiosas”. Se les pedía que no asistieran “a actos culturales análogos que sólo encuentran su plena legitimidad cuando son vividos en el ámbito de la Iglesia”.

Desde entonces, se han producido acercamientos entre estos fuera de la ley (eclesiástica) y la Archidiócesis pero han sido infructuosos, por lo que asociaciones civiles principalmente arraigadas en los barrios de Macarena y San Pablo siguen saliendo en procesión por cuenta propia pero respaldadas por no pocos socios y vecinos.

Para explicar el origen del fenómeno de las procesiones irregulares, una voz de autoridad en la Semana Santa de la capital andaluza subraya: En Sevilla siempre hemos sido de un equipo de fútbol, del Betis o del Sevilla, y de una Hermandad...”. Esta fuente prefiere mantener su anonimato por ser éste un tema de confrontación cultural en los círculos cofrades de Sevilla.

Según su parecer, existe en la capital andaluza un “culto al costalero” que hace que muchos cofrades no vean satisfechas en las Hermandades tradicionales sus “aspiraciones” de llegar a ser costaleros (los que cargan el paso) y capataces (los que dirigen la marcha). “A veces, no todas, se produce una especie de Operación Triunfo para costaleros y capataces, como una academia en la que algunas personas quieren promocionarse. Esto se ve especialmente entre chavales que quieren empezar, o entre gente más mayor que no ha alcanzado la posición que desea”, desgrana la misma fuente.

Las asociaciones no tienen apoyo religioso, pero sí civil. Reciben el respaldo de los Distritos, como si fuesen asociaciones de vecinos, y realizan sus colectas y sus actos para recaudar fondos que después les permiten encargar tallas low cost (algunas de las cuales no están ni bendecidas) tener un local, contratar una banda (las mismas que acompañan a Hermandades “oficiales”) y salir a la calle en Cuaresma o en otros momentos del año.

La baja calidad de las imágenes es uno de los principales argumentos que esgrimen quienes se oponen a este tipo de procesiones. “La mayoría no pasaría el filtro artístico del Arzobispado... Hemos vivido casos en el que un maniquí como los de Zara acompañaba a la imagen vestido de romano, o cómo las mismas imágenes acaban vendiéndose en portales de segunda mano”, señalan las mismas fuentes.

Labor social de barrio

Las asociaciones cofrades han tomado fuerza e incluso nueve de ellas están agrupadas bajo su propia federación, la Federación de Asociaciones Cofrades de Sevilla (FECO). Cristóbal Calvo, su presidente, hace una defensa resignada de entidades que se inician en respuesta “a una inquietud y una necesidad popular” y que después son trasladadas a una parroquia, aunque ésta no vea la necesidad de acogerla en su seno. “Entonces los fieles continúan su caminar y se constituyen en asociación civil”.

Según explica Calvo, las organizaciones no se dedican sólo a las procesiones civiles, sino que hacen un trabajo mucho más relevante con contenidos sociales y de caridad. Cree que cada caso “es un mundo”, pero cita el ejemplo de la organización a la que él pertenece, Salud y Esperanza, afincada en el Polígono Norte, que mantiene una escuela de música para niños, talleres psicosociales, campañas de recogida de alimentos y ropa, y cuya asistencia sostiene a 80 usuarios muy desfavorecidos. “Esta actividad vale mucho dinero que sale de los bolsillos de sus miembros, las subvenciones son prácticamente inexistentes”, señala Calvo. Salud y Esperanza cuenta con 198 socios.

El portavoz de la FECO sostiene que estas entidades no responden al fervor por procesionar. Explica que Salud y Esperanza apenas ha salido a la calle en una ocasión desde su fundación hace tres años, algo “duro” para sus seguidores. “Cuatro años sin ver nada... cuando el 90% de los hermanos de Hemandades lo son para hacer su estación de Penitencia”, observa.

La FECO insiste en que todas las organizaciones cofrades representadas han mostrado su disposición al Arzobispado para lograr su inserción en la norma eclesiástica, pero que, aunque cada caso tiene sus peculiaridades, siempre se produce un choque con la interpretación que esta institución hace de la Norma Diocesana, que es la que determina qué es y qué no es una Hermandad. “Le pongo un ejemplo: ¿Cómo podemos en Salud y Esperanza renunciar a nuestras imágenes titulares, que son las que nos congregan y las que hacen que seamos una piña? Es el viento que empuja la vela, no podemos dejarlas de lado porque así nos lo exijan”, razona Calvo, que insiste, en cualquier caso, en que cada organización tiene sus peculiaridades. El Arzobispado, por su parte, sostiene públicamente que estas asociaciones siempre se muestran reacias a cumplir los requisitos exigidos. Son posturas contrapuestas.

Para el portavoz de la FECO es “triste y vejatorio” que se denomine a estas organizaciones cofrades como “piratas”. “Somos entidades legales, aunque haya quien utilice alegremente ese calificativo... Me pregunto qué ocurrirá si algún día se integran en Hermandades y acaban procesionando, si se hablará de ellas con el mismo respeto...”. En cualquier caso, Calvo no quiere avivar una polémica siempre latente. Recalca que están acostumbrados a callar ante las críticas y a “poner la otra mejilla”.

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