Andalucía, tierra de espías y negocio... en la Primera Guerra Mundial
28 de julio de 1914: Austria intenta invadir Serbia. Justo un mes antes, era asesinado el heredero al trono imperial austro-húngaro. 1 de agosto: Alemania y Francia decretan movilización general. 4 de agosto: Gran Bretaña entra en el conflicto bélico. Comienza la Primera Guerra Mundial. ¿Qué hace Andalucía en esa maraña de operaciones militares? Convertirse en un enclave estratégico para el negocio y la comunicación. Y en un nido para los espías de las naciones en litigio.
Atentado de Sarajevo. Un joven nacionalista serbio, Gavrilo Princip, descerraja dos tiros y vira el rumbo de la historia. Nunca un personaje tan intrascendente tendría un papel tan destacado. Mata al archiduque Francisco Fernando y su esposa, la condesa Sofía Chotek. El magnicidio –y una serie de acontecimientos posteriores– desata la Gran Guerra. Una contienda que desangró Europa durante cuatro años, dejó más de nueve millones de muertos y fue origen de otros grandes trances del siglo XX como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría. Y en la que Andalucía tuvo un decisivo papel.
Las grandes potencias europeas, divididas en dos bandos, debaten su supremacía en una guerra que lleva décadas acomodándose en el continente. España declara su neutralidad, pero la dinámica del enfrentamiento provoca injerencias en su territorio. De manera especial en suelo andaluz, “frente neutral” y cita obligada para el comercio internacional y las comunicaciones navales. También para el ‘negocio’ de la información y la propaganda: las redes de espionaje de Alemania, Gran Bretaña y Francia se expanden por la región.
Historias de espías en Sevilla, Huelva, Málaga, Cádiz, Almería…
La “Guerra del Siglo” cumple su primer centenario. También sus historias de espías en Sevilla, Huelva, Gibraltar, Málaga, Almería y Cádiz… Estructuras y presupuestos “simples” que progresan al ritmo de la batalla y agentes que se cuentan, al final, por “cientos”. “Sorpresas” de la guerra que desgrana la revista Andalucía en la Historia, editada por el Centro de Estudios Andaluces, en artículos de Carolina García Sanz, Anne Rosebusch y Fernando García.
Como el “misterioso caso” de Adolf Klauss Kindt, detenido por carabineros en una playa, en abril de 1918. Portaba una caja con “una pistola Browing, un cuchillo, un paquete con correspondencia y un extraño aparato”. Hijo del cónsul alemán en Huelva, sale en libertad dos meses después bajo fianza de 5.000 pesetas. O el “récord de hundimientos” del oficial germano Lothar von Arnauld: 195 buques. “Su territorio de acción –en costas españolas, cuenta Fernando García– se limitó al Mediterráneo occidental, hasta el golfo de Cádiz”.
“El conflicto deja de ser un telón de fondo para convertirse en el centro de la explicación de realidades políticas, sociales, económicas y culturales de la Andalucía de esos años”. Barcos mercantes, buques de guerra y submarinos navegan aguas andaluzas, activos en tareas de avituallamiento, tráfico de mercancías o labores bélicas y de los servicios secretos.
“La combatividad de la prensa andaluza”
Así, al calor del enfrentamiento, industrias andaluzas se benefician del abastecimiento de materias primas, con una intensa actividad minera en Riotinto y Peñarroya, como centra su relato Miguel Ángel López. Pero esto encarece productos básicos, dispara la inflación y provoca una crisis de subsistencias. Crece la conflictividad social, en especial la protagonizada por mujeres, narra María Dolores Ramos. Los obreros convocan huelgas, se organizan y reclaman derechos elementales.
Y en ese clima, los periódicos viven una etapa de profesionalización y crecimiento. Es “la combatividad de la prensa andaluza”, explica la historiadora Concha Langa, que se hace “moderna y de masas”. “En aquellos años la propaganda se estaba desarrollando ampliamente y se era consciente del poder de la opinión pública”, refiere. Era habitual “que las potencias beligerantes subvencionasen los periódicos aliadófilos o germanófilos, cuando no crearon cabeceras ellas mismas”.
Las noticias de la guerra despiertan en Sevilla verdadera ansiedad. En todas partes la guerra constituye la actualidad, la nota única de todas las conversaciones. La impaciencia por conocer noticias de la conflagración ha llegado a su grado máximo. El texto aparecía el 2 de agosto de 1914 en El Correo de Andalucía. El tratado de paz de Versalles no quedaría rubricado hasta el 28 de junio de 1919. Europa había cambiado y también sus fronteras. Nada volvería a ser igual desde que Gavrilo Princip disparó. En dos décadas, la suma de graves crisis económicas, cierta debilidad de los estados democráticos y, sobre todo, el auge del fascismo, explotaría en la Segunda Guerra Mundial.