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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Podemos se ha partido en la mitad de las capitales andaluzas el último año

Teresa Rodríguez, secretaria general de Podemos en Andalucía.

Olga Granado

La confluencia con IU para concurrir de la mano a las elecciones generales del 26 de junio le llega a Podemos en Andalucía en un momento complicado, con crisis en las direcciones de hasta cinco de las ocho capitales de la comunidad autónoma, que en tres casos se han saldado con la dimisión de sus secretarios generales, la última este martes con la renuncia de su secretaria general en Jaén, Trinidad Ortega, quien ha tirado la toalla con duras críticas a la dirección regional encabezada por Teresa Rodríguez. 

Ya el pasado otoño con la elaboración de las listas para las elecciones generales del 20 de diciembre surgieron muchas discrepancias -también reforzadas por la propia tensión que mantenía Teresa Rodríguez con la dirección nacional encabezada por Pablo Iglesias y que ha ido limando con el tiempo- que en varias provincias fueron muy sonadas, y cuyas heridas el partido no ha sabido coser cuando va a afrontar de nuevo este proceso.

De hecho, el cese de Trinidad Ortega, quien fue elegida por primarias en un estrecho margen, ha llegado con una carta en la que confirma sus diferencias con las direcciones regional y nacional, por parte de las que se ha sentido abandonada en el “acoso” que dice haber sufrido por su defensa del modelo de organización y los principios del partido. Entre otras cosas, ha reconocido las diferencias que surgieron desde el momento en que se propuso a Andrés Bódalo para la candidatura de las elecciones municipales -lo que le permitió entrar como edil de Jaén en Común respaldado por Podemos- y posteriormente en la de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre pese a su condena por agresión que finalmente ha terminado con él en prisión.

Ha sido el último capítulo de las crisis que han ido surgiendo en los consejos municipales de cinco de las ocho capitales. Las primeras discrepancias saltaron en marzo de 2015 cuando dimitieron tres miembros del Consejo Ciudadano Municipal de Podemos Cádiz, Ezequiel Arauz, Milagros Pérez y Jaime Montaner, en su caso alegando que el órgano “fue constituido de manera irregular, incumpliendo los estatutos que rigen el funcionamiento y la organización de Podemos”.

Los dimisionarios llegaron a hablar de que los líderes del partido tenían “secuestrada la voluntad de los inscritos en Podemos a través de la manipulación de la asamblea del círculo de Cádiz”. Hasta 14 miembros del consejo firmaron la carta en la que decían trasladar “el sentir de un amplio sector de las personas inscritas en Podemos Cádiz”.

Meses después, en julio de 2015, estallaba otra crisis en Córdoba, donde la secretaria general de Podemos, Juana Guerrero, presentó su dimisión tras sólo seis meses de trabajo para construir el partido en la Ciudad de la Mezquita. Lo justificó por el “distanciamiento” con las líneas de actuación con este órgano. En este sentido, la de líder de Podemos en Córdoba, que había sido elegida en primarias con poco más de la mitad de los votos, reconocía sobre el planteamiento del resto de su equipo: “No coincide con mi posicionamiento político e ideológico, y ha generado un ambiente complicado para seguir trabajando y dirigiendo un proyecto común, por lo que considero un gesto de responsabilidad y coherencia abandonar mi cargo como secretaria general”.

Pero tampoco 2016 empezaba bien para Podemos en Andalucía. La siguiente deserción se producía en Málaga, donde dimitían el secretario general José Antonio Vargas y cinco consejeros afines el pasado mes de enero, después de haber accedido al puesto por un estrecho margen en las primarias de diciembre de 2014 (47,13% de los votos). El progresivo alejamiento del que había sido el candidato no oficialista con las direcciones regional y nacional, y pese a ello resultó el más votado en las primarias, le llevó a tomar esta decisión. “Vamos a seguir defendiendo un proyecto anticapitalista y rupturista”, recalcaba en todo caso tras su salida.

En el Consejo Ciudadano de Podemos Málaga quedaban 14 de los 25 consejeros con los que empezó, pero no se ha nombrado una gestora sino que las funciones de la secretaría general han recaído en el tridente formado por Clara Sánchez, David Castro y Kiko Vallejo.

Otro tanto ocurría en el Consejo Ciudadano de Huelva, si bien las dimisiones no se producían de golpe, sino con un goteo paulatino que de momento no ha afectado a su secretaria general, Pepa Gallardo, que obtuvo el cargo en enero de 2015 con un 59,16% de los votos en primarias, pero sí a seis consejeros. De este modo, las tensiones se han saldado con la dimisión de un tercio de los integrantes del Consejo Ciudadano de Huelva en los primeros meses del año: de los 17 representantes, quedan 11, tras irse seis por distintos motivos buena parte de ellos. En todo caso, la situación no obliga, de momento, a convocar primarias en la formación, pero sí a tomar precauciones. La dirección no se puede quedar en la mitad menos uno de los representantes. Si dimiten tres miembros más, habría que convocar primarias para renovar los cargos de forma urgente.

En este contexto, la destitución posterior del secretario de Organización, Sergio Pascual, por parte del secretario general, Pablo Iglesias, provocó una fuerte contestación por parte de Pepa Gallardo. No llegó a dimitir por ello, pero ha sido de las pocas que abiertamente ha criticado la fulminación de Sergio Pascual, y con mucha contudencia, entre otras cosas apuntando que Andalucía ha perdido peso en Podemos con su salida.

Mientras, en el otro extremo de la provincia, el pasado mes de febrero quedaba tocado el Consejo Ciudadano de Almería con la salida de su secretario Político, Raúl Quinto, en su caso por motivos personales, tal y como comentaba en su perfil en la red social Facebook. Pero su salida no fue la única: menos de un mes después le seguía el que había sido responsable de Finanzas del Consejo Ciudadano de Almería, Antonio Almagro, a quien ya le habían sido retiradas sus funciones por el secretario general, Antonio Heras, por falta de confianza. De hecho, en este caso el partido decidió iniciar un expediente de investigación el pasado mes de marzo.

En gran medida en estas dimisiones han tenido que ver las tensiones con las cúpulas de Podemos y, como han ido exponiendo sus protagonistas estos meses, la decepción con el modo de organización del partido, que han entendido que no cumple con sus expectativas de participación y transparencia. Pero también el hecho de que estas direcciones locales han sido definidas por muy estrecho margen en las primarias, habida cuenta de la gran cantidad de sensibilidades que han conformado Podemos y donde mantener el equilibrio no está resultando un ejercicio fácil. Y en todo ello choca el silencio de la dirección regional pese a la relevancia de estas marchas.

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