Podemos toma forma en Andalucía
El Primer Encuentro Andaluz de Círculos Podemos se celebró este sábado en un instituto de educación secundaria de Málaga, y fue algo así como un evento fundacional donde tomar conciencia de que todo, o casi todo, está aún por hacer: cómo organizarse, cómo comunicar, y cómo hacer política. Pero también sirvió para constatar que en este momento hay energía y voluntad para acometer la tarea. 208 personas participaron en una reunión que se estructuró en torno a dos puntos: la situación en Andalucía y el modo en que se organizará Podemos en la comunidad autónoma, con vistas al encuentro estatal de círculos que se celebrará en otoño. De ese encuentro deberán salir respuestas definitivas a las dos dudas casi existenciales que flotaban ayer en el ambiente: ¿Qué quiere ser Podemos? ¿Cómo quiere hacer política?
Los círculos andaluces empezaron ayer a perfilar esas respuestas. Teresa Rodríguez (eurodiputada electa) explicaba por la mañana que el objetivo del encuentro era llegar a un acuerdo de mínimos sobre cómo dar forma a algo que jurídicamente es un partido político, pero que pretende funcionar de forma diferente a los partidos clásicos: “Ya hemos dado el paso de la indignación a la ilusión, ahora hay que construir para transformar la ilusión en algo más que un sentimiento”. El encuentro sirvió para fijar la estructura básica: una coordinadora andaluza paritaria representará a la comunidad a nivel estatal. Estará formada por dos personas de cada círculo provincial, elegidas con carácter rotatorio y revocable. Esta coordinadora debería estar elegida antes del 15 de julio, y podrá tomar decisiones, explica un portavoz, aunque las cuestiones importantes sigan pasando por asamblea. Tendrá un carácter temporal, hasta que de la asamblea constitutiva estatal surjan unos estatutos.
De ese diseño dependerá la respuesta a una pregunta básica: ¿Cómo canalizar la fuerza de una estructura que se pretende horizontal sin recurrir a los vicios (jerarquías, ensimismamiento) que se critican? “Hay otras experiencias sociales de participación que no son las de los partidos, que pueden enseñarnos sobre el método. En el movimiento estudiantil ya se hablaba sobre el consenso y la deliberación. Hay que compartir las ideas y debatir sobre ellas, no solo difundir un mensaje, y que el debate sea significativo para todo el mundo”, resolvía Teresa Rodríguez, antes de la asamblea. La fórmula adoptada por los círculos andaluces fue, finalmente y tras horas de debate en grupos reducidos, proponer que se nombre a uno o dos coordinadores que aporten una voz regional y sirvan de enlace con el grupo de trabajo (de 25 personas) que diseñará el proceso constituyente. Horas después, otra portavoz aclaró que esta fórmula es, de momento, una “propuesta”.
“Nos preocupa más la participación ideológica que la cohesión”
En el proceso fundacional, en el que deberá decidir qué quiere ser, Podemos se enfrenta a varios retos. Uno de ellos, la dispersión. Para evitar la proliferación de círculos sin conexión ideológica, la organización baraja una fórmula que haga partícipes del control a los círculos ya constituidos, que deberán avalar a los de nueva creación. Juan Fidalgo, portavoz en Málaga, explica que en Málaga se ha elaborado también una guía (“no una manera de controlar ni una Biblia”) que se ha distribuido a los círculos de la provincia. Y Rodríguez añade: “Al final, la mejor fórmula es el control colectivo”. Pero hay más retos, como construir un programa y comunicarlo adecuadamente. “Los debates los planteamos de abajo hacia arriba. Pero para eso debe haber vasos comunicantes. Eso tiene que ver sobre todo con cómo comuniquemos. Y nos preocupa más la participación ideológica que la cohesión”, razona Rodríguez.
La otra pregunta sin respuesta es cómo hará política, y aquí se adivina un eje clave: la relación con Izquierda Unida. “Lo urgente es saber cuáles son nuestras líneas rojas cuando hablemos con ellos: ¿qué puntos son infranqueables?”, se preguntó un participante en la asamblea. La cuestión ocupó gran parte del debate sobre la situación de Andalucía, en el que no se ahorraron críticas al papel de la coalición de izquierdas en el gobierno andaluz. Las intervenciones no abonaron el terreno al pacto: “IU no será casta, pero sí es régimen. Willy Meyer y Diego Valderas llevan toda la vida siendo liberados políticos”; “la Junta dice que se puede hacer otra política, pero luego no presenta alternativas en las instituciones”; “¿Queremos construir una alternativa política que acabe enfrentándose a aquellos a cuyo lado deberíamos estar, como los monitores?”; “Aquí no se privatiza, pero sí se externaliza”. Los participantes fueron especialmente críticos con la gestión “electoralista” de la crisis generada por el desalojo de la corrala La Utopía y acusaron a IU de proveer una solución “asistencial”. “Antes IU nos insultaba. Ahora quieren confluir, y eso es asimilar. El programa podrá ser el mismo, pero el método no tiene nada que ver”, advirtió otro, entre críticas a los recortes y a “esa forma de gobernar, venga de donde venga”. Estas opiniones sirven para palpar por dónde respira una organización sin otra estructura de base que los círculos que ayer se reunieron en Málaga.
Impaciencia por el cambio
El encuentro fue lo más parecido que podía ser a una conferencia política, con registro de asistentes, un almuerzo elaborado con aportaciones comunes y hasta un grupo encargado de transportar a los llegados de fuera de la ciudad hasta el lugar de la convocatoria. Un simpatizante se felicitaba de la “profesionalidad” de las aportaciones: “Si necesitamos un cartel, aparecen 10 diseñadores gráficos”. En las reuniones de los Círculos de Podemos se observa el deseo de participar (30 brazos levantados en el segundo turno de intervenciones, superada con mucho la hora fijada para comer) y aportar conocimientos y experiencias, y una voluntad de cambio. A veces se percibe también cierta impaciencia por que el cambio se produzca ya. Lo que sigue es un ejemplo, un extracto de un diálogo mantenido en tono constructivo entre Teresa Rodríguez y dos simpatizantes de Podemos, Antonio y Beatriz:
Antonio: “Yo he sido votante del PSOE toda mi vida, menos estas últimas elecciones. Veo que falta de empezar a organizar, una asamblea constitutiva”.
Teresa: “Por eso estamos aquí”.
A: “Cuando lleguen unas elecciones cada provincia tendrá que presentar una lista, y yo quiero empezar ya, porque las elecciones son ya, están aquí”.
T: “Bueno, lo que está aquí ya es el proceso constituyente de Podemos. Los resultados invitan a pensar en elecciones, pero lo que toca es pensar cómo vamos a funcionar, cómo vamos a compartir la comunicación básica y cómo vamos a deliberar”.
Beatriz: “Es que no podemos quedarnos en puntos de encuentro, que lugares para la participación ciudadana hay por toda España. El funcionamiento no debe ser tan cerrado e institucional, pero la ideología es lo que nos diferencia”.
T: “Pero que estamos en vía de construirlo…”.
A: “Es que yo quiero más rapidez. Que llevo 40 años con los borbones…”
Podemos ya no es una plataforma para canalizar el descontento con las estructuras clásicas de poder, sino un partido político con representación en el Parlamento Europeo (cinco eurodiputados) con una estructura orgánica por definir y un programa de 36 páginas como punto de partida ideológico. La tarea consiste en dar forma constructiva a un movimiento que nació a la contra (de la “casta”, de una forma de entender la política), según se desprende de las palabras que pronunció Teresa Rodríguez en la asamblea: “El reto es tomar el poder, ocupar las instituciones. Y crear poder social, convencer a la gente de que se puede. El apoyo de las bases sociales es fundamental. Los movimientos no son estética, son estrategia: programa y estrategia”.