Los actores de la negociación para la investidura ponen a prueba su capacidad de diálogo
Esta semana será de descanso después de que la pasada las cinco formaciones que han obtenido escaño en el Parlamento de Andalucía dejarán marcadas sus posiciones de cara a la investidura de la ganadora de las elecciones autonómicas del 22 de marzo, Susana Díaz (PSOE-A), que necesita el respaldo de otras fuerzas por no contar con mayoría absoluta. En Semana Santa no habrá negociación, y en realidad, lo único que ha habido hasta ahora es la primera toma de contacto de la presidenta en funciones y secretaria general del PSOE-A con los demás candidatos la pasada semana.
Ninguno de los partidos duda de que se llegará a un entendimiento pese a que las posiciones parezcan ahora inamovibles y que todo aboca a una convocatoria de nuevos comicios porque nadie va a ceder en sus exigencias. De momento, cada partido está definiendo a sus actores para esta negociación, lo cual siempre arroja pistas de por dónde irán y de qué manera. En el caso del PSOE-A, ya se sabía que Susana Díaz había encargado el cometido a su portavoz parlamentario, Mario Jiménez, pero irá en tándem con el número 2 de la formación, Juan Cornejo. Los dos están curtidos en estas lides. Sin ir más lejos, conformaban con el vicepresidente en funciones, Manuel Jiménez Barrios, el comité de enlace encargado de disolver las diferencias con IU durante la vigencia del pacto de la presente legislatura.
Precisamente, Mario Jiménez ha hablado este lunes sobre el tema, y ha sido el único que lo ha hecho convocando a los medios de comunicación desde Andalucía, básicamente para apelar a la responsabilidad del resto de partidos. Les ha pedido que interpreten bien lo que han dicho las urnas: “Que debe gobernar el PSOE-A, por ser la fuerza más votada, con una abultada diferencia sobre la segunda, y que se abre un nuevo periodo de necesidad de mucho diálogo”.
En lo primero, ese matiz, porque el PP-A se duele todavía del pacto entre el PSOE-A e IU que les impidió gobernar en 2012 cuando fueron los más votados. Por eso incide ahora en que hay mucha más diferencia entre la primera y la segunda fuerza, 47 escaños para el PSOE-A y 33 para el PP-A, que en 2012, cuando eran 50 para los populares y 47 para los socialistas. Y lo segundo es un reconocimiento expreso de que, con nadie con mayoría absoluta y con la intención del PSOE-A de gobernar en solitario, no valen las mismas maneras que antes: aquí hay que negociar mucho más.
Pero sobre todo, Mario Jiménez ha sido tajante en una cosa: “Los ciudadanos van a castigar en las urnas a los partidos que no estén a la altura del momento que está viviendo Andalucía”. Con ello lanza una advertencia, pese a que en realidad está convencido de que no habrá problemas en la investidura, y es que los partidos tienen que tener en cuenta que hay que ser “responsables” y “asumir los resultados” porque luego llegan las elecciones municipales y la ciudadanía no entendería lo contrario si no se ponen de acuerdo para esto y de manera “inmediata”. En este sentido, ha visto dentro de la “normalidad” que en la primera toma de contacto todos hayan puesto condiciones que parecen irrenunciables en principio, pero está seguro de que se cederá al final por parte de todos.
Rebajando expectativas
De hecho, Podemos (15 escaños), que este lunes aclaraba que todavía no tiene decidido quiénes serán sus interlocutores en este diálogo, ha rebajado este lunes sus condiciones. Lo hacía Podemos la secretaria de Coordinación Ejecutiva de Podemos, Àngela Ballester, quien aclaraba que los requisitos apuntados por su candidata en Andalucía, Teresa Rodríguez, a Susana Díaz -tales como exigir la dimisión de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, entre otras- no son “condiciones” ni “líneas rojas” para facilitar su investidura, sino “propuestas”. Para agregar: “No estamos poniendo condiciones, sino que ponemos sobre la mesa una serie de propuestas de sentido común. El diálogo sigue abierto. Podemos quiere entenderse con todo el mundo, pero no por sillones sino por el bien de los ciudadanos”.
Pero no lo ve así Teresa Rodríguez, quien contestaba poco después a la dirección nacional: para empezar, sí las denominaba “condiciones y luego las definía como ”necesarias“ e ”imprescindibles“ para dialogar. Este cruce de declaraciones de las últimas horas ha puesto claramente de manifiesto que hay tensiones en el partido a la hora de definir cómo van a jugar en estas negociaciones.
Ya lo había hecho días antes el secretario Político de la formación, Íñigo Errejón, abundando en que “hay posibilidades de entenderse” y que los ciudadanos han pedido “diálogo y entendimiento”, que Podemos está obligado a aportar y así lo hará. “No son condiciones, son elementos para poder hablar”, había subrayado este dirigente de Podemos. Estas declaraciones ponen de manifiesto también que la dirección nacional de Podemos está muy encima de este proceso, igual que lo estuvo en la elección de la candidatura y en la campaña, de manera que el margen de maniobra en Andalucía es mínimo, entre otras cosas porque la apuesta del partido siguen siendo las elecciones generales y la intención de su fundador, Pablo Iglesias, se dar el salto a La Moncloa, y no quiere riesgos con movimientos extraños en en el sur.
Luego, el propio Íñigo Errejón matizaba sus afirmaciones este lunes, tras conocer el malestar en Andalucía. “Va ser difícil entenderse”, si Susana Díaz no acepta las premisas presentadas por la líder de Podemos en la comunidad autónoma, reconocía, pero insistiendo en que “queda mucho proceso y negociaciones”. De hecho, nadie llega a unas negociaciones sin una predisposición, aunque sea mínima, a ceder algo.
Tampoco Ciudadanos, que ha obtenido nueve escaños y que también pone como exigencia que dimitan los dos expresidentes de Andalucía imputados por el caso ERE, ha aclarado quiénes serán sus interlocutores, pero desde el partido apuntan que junto a su candidato en Andalucía, Juan Marín, habrá gente de la dirección nacional encargada de supervisar estas negociaciones, cosa que también se augura como probable para Podemos, y en realidad para todas las formaciones, conscientes no sólo de que luego llegan las elecciones municipales, sino también las elecciones generales a finales de año o principios de 2012 y que todo puede ser determinante.
Precisamente, el PP-A intentaba usar como moneda de cambio para respaldar la investidura un pacto por el que se blinden las listas más votadas en las elecciones municipales, cuestión que Susana Díaz se ha apresurado en rechazar. De momento, el PP-A ha encargado de estas negociaciones a su portavoz parlamentario, Carlos Rojas, y a una correosa diputada, Esperanza Oña, quien iba de número 2 por Málaga escoltando al candidato a la presidencia Juan Manuel Moreno. Ellos dos llevarán la voz cantante de los populares en estas conversaciones que todavía tienen que arrancar con sus protagonistas.
En cuanto a IU, ha encargado a José Antonio Castro, su portavoz parlamentario y también integrante del comité de enlace que negociaba con el PSOE-A, para este diálogo. De momento, esta formación se mantiene en su no a la investidura, bien es cierto que al ser la que menos escaños tiene de las cinco (cinco), es también la que tiene un papel menos relevante porque por sí mismo no puede decidir la investidura, pero eso sí, que en un momento dado puede ser determinante. Porque, una vez que el PP-A matizó su intención de respetar la lista más votada como prometió en la campaña, el partido ha quedado abierto y cada uno jugará su papel.