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El 'caballero' que peleó por un Rey de barrio

Rafael Juan, uno de los impulsores del centro social Rey Heredia, junto a su entrada.

Carmen Reina

Rafael Juan podría ser un hombre de vida sencilla, con un trabajo estable, pareja e hijos, sin más preocupación que la educación de éstos y el bienestar de su familia, en una mediana ciudad como es Córdoba. Sin embargo, el panorama social y las políticas que la crisis trajo consigo reavivaron su conciencia y, con la armadura de la rebeldía ciudadana y la desobediencia civil como lanza, encarnó el espíritu que llevó a ocupar el antiguo colegio Rey Heredia abandonado por el Ayuntamiento y convertirlo en un centro social, frente a los molinos de las administraciones y la justicia.

Rafael lo tenía claro: “O usamos la rebeldía y la desobediencia civil, o las clases populares no tenemos nada que hacer”. Y el caso del colegio Rey Heredia fue el ejemplo que tomó –junto a decenas de otros quijotes- para llevar a cabo las premisas que mantiene: “No hay vida fuera de la lucha social” y “ante grandes problemas, grandes soluciones”.

El gran problema era que existía un colegio abandonado, propiedad del Ayuntamiento, que llevaba varios años cerrado y en desuso, sobre el que en reiteradas ocasiones los vecinos del Distrito Sur de Córdoba habían solicitado al Consistorio que lo abriera para darle uso y cubrir necesidades en el barrio. Y la gran solución fue que, ante años de silencio administrativo, los ciudadanos tomaron la iniciativa para entrar en el colegio y convertirlo en un centro de actividades del barrio, con comedor social para un centenar de usuarios al día, biblioteca, conferencias, clases de apoyo para menores, informática, idiomas y hasta una radio que emite a diario: Radio Dignidad. Porque eso, la Acampada Dignidad, fue la que entró a ocupar el colegio.

La cara visible

Rafael Juan estuvo en la gestación del plan de acción que iban a llevar cabo cuando, el 4 de octubre de 2013, varias personas decidieron entrar en el colegio Rey Heredia para convertirlo en un centro social y reivindicar las necesidades del barrio al que daban respuesta así. Estuvo entre quienes, en las primeras semanas de la ocupación, trabajaron “como bestias” y sin descanso para poner en marcha todas las actividades y no dar lugar ni tiempo a que se les acusara de no tener un fin social. A la semana siguiente de la ocupación, el colegio estaba remozado, pintado y tuvo lugar la primera conferencia, impartida por el exalcalde Julio Anguita.

Pero Rafael Juan fue, sobre todo y durante los dos primeros años de vida del centro, la cara visible, el portavoz del Rey Heredia ante los medios de comunicación y también ante los molinos con los que hubo de batirse. De un lado, el encargado de intentar hablar con las administraciones, particularmente con el Gobierno municipal de entonces del PP con el que era “inalcanzable la posibilidad de diálogo sin que nos quisieran hacer cambiar nuestro proyecto”. Y de otro lado, ante el molino que representaba la justicia. Rafael fue uno de los diez imputados por el juez por haber entrado en el colegio, ante la denuncia interpuesta por el Gobierno municipal. Fue él también quien mediaba en las visitas que la policía hizo al edificio y ante la inspección de Sanidad en el centro. Y fue el primero en estar en todas y cada una de las acciones, protestas y manifestaciones que a lo largo de dos años y medio realizaron los usuarios del Rey Heredia junto a ciudadanos a título particular y un centenar de colectivos de la ciudad que se habían adherido a su causa.

Victorias y lecciones

“Cada uno de los pequeños pasos que fuimos dando lo celebrábamos con una alegría tremenda, como una gran victoria”, recuerda al relatar cómo la Audiencia Provincial de Córdoba desestimaba la orden de desalojo del centro pedida por el Ayuntamiento, cómo finalmente se retiraron los cargos contra los imputados y no hubo juicio, o cómo la solidaridad ciudadana les permitía abastecerse de agua ante el corte del suministro ordenado por el Gobierno municipal de entonces.

Una batalla tras otra que, ante los molinos de las administraciones y de la justicia, ha acabado con la victoria ciudadana: el colegio ha sido cedido formalmente a los vecinos por el Ayuntamiento este mes de abril, un compromiso que adquirieron los integrantes del nuevo equipo de Gobierno municipal (PSOE e IU) tras las pasadas elecciones municipales de mayo.

En el camino, el coste personal de “la elevación del estrés y las horas de dedicación” que Rafael Juan y sus compañeros tuvieron al frente de esta iniciativa, no han mermado sin embargo el buen sabor de boca del resultado final. Porque el ejemplo del Rey Heredia ha servido de lección: “Sí se puede, es evidente que sí se puede. Es cuestión de trabajar en común, saber lo que se quiere y tener los objetivos claros. Ya está bien de estar sentado viendo la tele o jugando al dominó. Hay que tomar conciencia de lo que nos jugamos como personas”.

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