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‘Cásate y sé sumisa’: la polémica y sus aristas

El obispo de Bilbao afirma que 'Cásate y sé sumisa' "no refleja lo que piensa la Iglesia" sobre el matrimonio

Miguel A. Ortega Lucas

Será una broma demasiado fácil, pero lo cierto es que la periodista y escritora Costanza Miriano ha liado en España, sin querer queriendo, la de Dios es Cristo. Todo gracias a un volumen (Cásate y sé sumisa. Experiencia radical para mujeres sin miedo), inadvertido aquí hasta hace apenas unos días, pero cuyo título ha conseguido algo sólo al alcance de los clásicos: que todo el mundo hable de él sin que casi nadie lo haya abierto nunca [para un resumen, Siete claves sobre el libro].

Se le ha puesto en contra Izquierda Unida (que ha pedido a la Fiscalía que investigue en el texto una posible apología de la violencia contra las mujeres”), el Partido Socialista (cuya diputada Ángeles Álvarez ha pedido a la ministra de Igualdad, Ana Mato, que se pronuncie sobre el tema por “permitir que la Iglesia” promulgue el sexismo a costa de los contribuyentes), la Asociación Granada Laica (que lo ha calificado de “aberrante” y “contrario a los Derechos Humanos” y ha pedido al Arzobispado que deje de editarlo y difundirlo), Comisiones Obreras de Granada (que considera “intolerable” que la Iglesia “se lucre con la violencia machista”), y el Partido Popular, que lo ha tildado públicamente de “despropósito”, instando al Arzobispado a que “rectifique”.

En la plataforma virtual change.org se puede firmar una petición pública dirigida a la Fiscalía para que lo retire de inmediato” por “misógino”. Y el colectivo Anonymous ha escenificado su repulsa a través de un vídeo en Youtube.

La autora retó ayer a que alguien “encuentre” los párrafos en los que supuestamente incita a la violencia machista. Y fuentes de la editorial Nuevo Inicio han declarado a eldiario.es/Andalucía estar francamente “sorprendidos” ante el hecho de que “un libro haya puesto de acuerdo a la izquierda y a la derecha” de esta forma. Pero, más allá de bromas, su verdadera perplejidad se debe, dicen, al apresuramiento de algunas afirmaciones.

Feliciana Merino, doctora en Filosofía del Derecho por la Universidad de Valencia, profesora en Granada y miembro del consejo de la editorial, ha salido al paso de la polémica suscitada por el volumen con sendos artículos, publicados ayer y hoy en la web de filiación cristiana Aleteia. En el primero de ellos (Nadie quiere a la mujer inferior al hombre ni encerrada en casa) señala: “No escribo estas líneas para defender el libro de Miriano. Como todo libro, por más bueno o malo que sea, tendrá sus aciertos y sus errores, partes mejores y otras en las que unos lectores u otros disentirán. En todo caso, nuestra editorial lo ha publicado precisamente porque propone una visión distinta, nueva y original, que abre al diálogo y a la discusión y se aleja de la repetición incesante y cansina de las consignas al uso. En Nuevo Inicio –fíjese usted qué gente tan rara– publicamos libros que nos parecen interesantes. No recuerdo ninguno en el que todos los miembros del consejo, sea cual sea la visión (o misión) que tengan en la vida, hayan estado de acuerdo con su contenido al cien por cien: no nos dedicamos a hacer ideología, sino cultura”., No recuerdo ninguno en el que todoshayanestado de acuerdo con su contenido al cien por cien

"¿Anhelan las italianas quedar recluidas en los fogones esperando al marido con el brandy bien dispuesto en la mano, para servírselo presurosas? Ya supondrán que no”, Ya supondrán que no“, asevera más adelante: ”Lo que sucede es que es un libro interesante, se esté de acuerdo o no con él en todo o en parte. Lo que no han hecho es juzgarlo por un título que, dicho de paso, está, como todo el volumen, lleno de ironía y sentido del humor. Sólo en un país extremadamente ideologizado (…), en el que falta la básica dignidad de procurar conocer aquello de lo que se habla en público, puede ocurrir que una gran parte de los medios de comunicación repitan mecánicamente la noticia sin ojear siquiera el volumen“, que una gran parte de los medios de comunicación repitan mecánicamente la noticia sin ojear siquiera el volumenasegura.

Calculadamente ambiguo

En eldiario.es/Andalucía sí hemos hecho algo más que “ojear el volumen” Cásate y sé sumisa. Y podría aventurar que son precisamente en esa ironía y ese sentido del humor que apunta Merino(no confundir con Miriano) donde descansan tanto su virtud como su condena.

Porque: sí, el libro es inequívocamente sexista, con una autora que no se cansa de remachar algunos estereotipos de rancio recorrido; precisamente esos roles de los que la doctora Merino abomina en el artículo mencionado [“Estoy en profundo desacuerdo con el concepto de ”matrimonio tradicional“, señala la consejera editorial, ”porque nace como un modelo de relación adecuado a las necesidades que la burguesía y el capitalismo tenían en un contexto concreto un modelo de relación adecuado a las necesidades que la burguesía y el capitalismo(…) para que una parte importante de la población pudiera dedicarse en cuerpo y alma a producir. (…) De esta manera ambos, mujer y varón, fueron igualmente alienados... ¿De verdad queremos vivir así?...“¿De verdad queremos vivir así?...”].

El libro Cásate y sé sumisa apunta varias veces en esa dirección. La visión de Costanza Miriano es por momentos insólita, o heterodoxamente feminista al atacar tanto el sistema capitalista como una sociedad de consumo que no provoca más que insatisfacción crónica. En la carta a sus hijas pequeñas, Livia y Lavinia [sic], se pregunta por ejemplo “si toda esta prolongada adolescencia no vendrá potenciada de algún modo por las leyes del mercado. Si acaso no servirá para aumentar hasta el paroxismo falsas necesidades de consumo”hasta que cambia de registrocambia de registro al prevenirles sobre “romper ese lazo entre hacer el amor y dar la vida” que “ha convertido al sexo en algo triste y cobarde”.

“Entre la abuela Gina y nosotras”, escribe a sus hijas, “se consiguió la emancipación de las mujeres, se libraron las batallas feministas que fueron su motor y se llegó a la inserción laboral”, pero “nos olvidamos de que no se puede tener todo: trabajar como un hombre y estar en la casa como una mujer”. El problema de Miriano es que acierta por momentos en el diagnóstico pero fracasa en la receta: “Se nos exige mucho, demasiado: trabajo, marido, hijos, casa, relaciones...” pero su conclusión es que “la mujer es, principalmente, esposa y madre”.

Si en un párrafo apela al sentido común al aconsejar que “hace falta aprender a reducir las propias expectativas” en la pareja para no darse diariamente contra la pared de la realidad cotidiana, en el siguiente no tiene problema en adoptar la omnisciencia del Espíritu Santo y adivinar qué siente cada una de las mujeres que abortan (o “traicionan”“traicionan” a la vida): “Las mujeres que han llegado a ese extremo de traición están heridas y necesitadas de ternura, porque admitir que una se ha equivocado tanto en la vida es muy doloroso…”. Si en la carta a su buen amigo Marco le exige que madure de una vez, siente la cabeza con su pareja y deje de “pavonearse ante su encantadora colega del trabajo” porque “vosotros, los machos, tenéis que sentiros libres”, acto seguido puede desbarrar sin complejos con la casquivana advertencia: “Mira que yo no te voy a prestar a ninguno [de sus hijos] para que te cambie el pañal de viejo”Mira que yo no te voy a prestar a ningunopara que te cambie el pañal de viejo. Ya es hora de que penséis en vosotros, ¡dentro de poco será demasiado tarde!“. Y así.

Este sentido del humor, esta ironía, provocan una calculada ambigüedad en el lector, que por momentos no puede saber si Miriano habla más en serio o más en broma, si se cree o no ella misma lo que dice. Sin embargo, y como bien apunta en alguna página: “No es que no me dé cuenta de que estoy ‘fuera de tono’…”: Lo sabe bien al utilizar la palabra sumisiónsumisión (que, aunque para ella signifique una especie de humildad recíproca tanto del hombre como de la mujer por un bien matrimonial mayor, tiene las connotaciones que tiene para el resto del planeta). La editorial Nuevo Inicio también lo sabía de sobra: como también que el mundo católico no anda sobrado de voces afines (y tan conocidas) que utilicen sin complejos ese tono tan llamativo. Por su parte, el tono utilizado habitualmente por el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, tampoco podía ayudar a que muchos creyeran en la buena fe del famoso libro. Ni del próximo, de inminente aparición y destinado esta vez a los varones: Cásate y da la vida por ella.

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