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Cubo de Rubik
Quienes, padres o maestros, están familiarizados con la rutina escolar saben que el curso es concatenación de eslabones: primero, vuelta al cole; segundo, hojas de otoño; tercero, Halloween!; cuarto Navidad... Los adultos seguimos un camino más sutil pero igualmente trazado. Por eso entre el 22 de diciembre y el 6 de enero nos dejamos cegar y ahora, dócilmente, volvemos a oír hablar de refugiados y víctimas de guerras. Como los asediados en Madaya (Siria) que están muriendo de hambre a bajo cero.
Más que renovaciones de género o vestuario en las cabalgatas de los Reyes Magos deberíamos plantearnos objetivos alcanzables y eficaces.
Primero: que aunque sigamos celebrando rituales simbólicos que los humanos siempre hemos necesitado -Juan Arias señalaba en Al final, ¿dónde y cuándo nació Jesús? que el 24 de diciembre fue la fecha elegida por la Iglesia porque era la fiesta romana en honor del Sol-, lo hagamos sin relegar la realidad.
Segundo: que la sociedad civil, nosotros, asumiendo nuestra responsabilidad, exijamos también a quienes nos representan en las democracias parlamentarias, que ejerzan, incluso en retén de guardia por turnos vacacionales su deber. Que incluye por supuesto la gestión interna -servicios públicos, impulso de creación de empleo, coberturas sociales, etc.- pero también velar por la situación internacional.
Empecemos por declarar, tanto para nosotros como para nuestros políticos -que además de catatónicos por la sobredosis de mantecados, alcohol y consumismo sufren shock post-electoral-, el paréntesis cerrado. ¡Al tajo!
Cualquier repetición de elecciones es un fracaso e “insulto a los electores”. Opciones de gobierno hay. En España solemos achacarnos falta de cultura de pactos y en la actual tormenta relampaguean, además, las disensiones dentro de cada partido.
La política no debe ser la cueva de Ali Babá a la que nos hemos acostumbrado en los últimos años, pero tampoco una quimera de alianzas perfectas o peor el sistema de mayorías absolutas aplastantes que ya hemos sufrido.
Los electores hemos puesto sobre la mesa este cubo de Rubik y no vale abandonar antes siquiera de intentar ordenarlo. No elegimos el reto por empatar sino porque ya no podía durar un segundo la partida de tahures con las cartas marcadas.
Mientras más ladren los guardianes del status quo como Jean-Claude Juncker, más se demuestra que el desafío no es parálisis, sino en sí mismo un avance. La supuesta “estabilidad” a la que oligarcas y mercados apelan (presionando para una coalición PPSOE) es, no lo olvidemos, la soga que nos regalaron como corbata en navidades pasadas, mientras a las multinacionales les obsequiaban con rebajas fiscales secretas e ilícitas.
Hasta que expire el plazo legal hay tiempo para negociar y lograr éxitos para los ciudadanos como una ley electoral más justa, derogación de la reforma laboral, eliminación de tasas judiciales, despolitización de los tribunales y medios de información públicos, impulso de un nuevo proceso constituyente que revierta el cambio del artículo 135 y ofrezca una alternativa atractiva a la cuestión nacionalista, inversión en sanidad, educación, ayudas a la dependencia, subida de impuesto a grandes empresas y fortunas.
Ni nos agobiemos queriendo completar las seis caras del dado, ni nos rindamos a la evasión en las rebajas, carnavales, Semana santa... Porque el mejor regalo de las Navidades 2016 sería haber logrado algunos objetivos que se necesitan con urgencia dentro y fuera de nuestras fronteras.