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Frontex nos tima… ¡démosle más dinero!
Suponed que cualquiera va a reformar su baño y contrata a una empresa de reformas, que en teoría es seria. Al empezar la obra, la constructora manda a una cuadrilla que no pega ni golpe, salvo el obrero migrante esclavizado porque aquí los derechos humanos traen al pairo. Pero es que además no tienen material porque se han fundido el dinero que les dimos para comprarlo. Lo han gastado en comilonas, bebercio y juergas a nuestra costa. ¿Qué hacemos: echarlos y buscar otra cuadrilla? ¿Denunciarlos para recuperar lo timado? Quizá no seáis conscientes, pero esto nos está pasando.
El Tribunal de Cuentas Europeo, en un informe demoledor, acaba de alertar de que Frontex, la supuesta Agencia de Control de Fronteras, no hace su trabajo, se gasta millones sin auditar, con lo que no se sabe a dónde van, aunque EUObserver ya ha apuntado que a fiestas y banquetes de más de 90.000 €. ¿Y cómo reacciona la UE? ¡Multiplicándole el presupuesto y la plantilla tanto como para que, además del baño, entren a destrozar el piso entero!
¿Cuesta creerlo? Vamos a los datos.
Frontex se creó en 2004 con 45 efectivos y en 2019 llegó a 750.
En 2006 tenía 19 millones €/año de presupuesto y en 2020, 460 millones €/año.
Tras este informe del escándalo se anuncia que: los efectivos van a pasar de 750 ¡a 10.000! y el presupuesto doblará el actual, ¡900 millones €/año!
Cercada por el escándalo, con gastos sin control ni utilidad
Ese 2020, a partir de denuncias de ilegales devoluciones en caliente en el Egeo, afloraron oscuras sospechas sobre esta supuesta guardia de frontera lo que causó que le abrieran una investigación por la Oficina Antifraude de la UE (OLAF) y otra de la Defensora del Pueblo Europeo, también que el mismísimo Europarlamento pidiera la dimisión del director de Frontex, el francés Fabrice Leggeri y hasta que la Comisión Europea se dirigiera a él en una carta donde le acusó de “engañar” así como de “obstruir” y “retrasar” la activación de los controles internos e independientes previstos en el reglamento.
En este contexto, el 7 de junio el Tribunal de Cuentas de la UE público un informe demoledor de más de 80 páginas con afirmaciones tan tajantes como estas:
—“El apoyo de Frontex no es adecuado para combatir la inmigración ilegal y la delincuencia transfronteriza”.
— “Frontex rara vez analiza su desempeño o el impacto de sus actividades”.
—“Tampoco proporciona información sobre el coste real de sus operaciones conjuntas”
Leo Brincat, el miembro del Tribunal de Cuentas que ha dirigido la auditoría, llegó a afirmar en la comparecencia online donde se presentó el informe:
—“Frontex no está lista para desempeñar sus funciones”
—“Los Estados miembros no solo sienten que no se les está dando suficiente apoyo por parte de Frontex, sino que además está drenando sus recursos”.
Es decir, que Grecia, Italia, España ven que Europa en vez de darle dinero a sus cuerpos policiales que son los que trabajan en la frontera sur europea (la mayor brecha de desigualdad del planeta), se lo entrega a ese vaporoso Frontex que nadie sabe qué hace pero a donde sueñan con fugarse cada vez más efectivos nacionales.
Para más inri, estas constataciones oficiales llegan después de que el 18 de enero el diario EUObserver denunciara que Frontex gasta solo en su fiesta anual en su país sede, Polonia, cifras desorbitadas del orden de: 494.542€ en 2019, 580.152 € en 2018, 341.324 € en 2017, 371,063 € en 2016 y 360,499 € en 2015. Y en esa edición de 2015, atestigua una cena para 800 invitados en el restaurante Belvedere de Varsovia que nos costó a los contribuyentes 94.000 €.
Negligencias en tiempos de racismo y naufragios
Todo esto mientras la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachellet, responsabiliza la UE en su informe Desprecio letal, publicado en mayo, de no actuar frente a las “muertes evitables” en el Mediterráneo. Un crimen que sigue y dejó ayer más víctimas: al menos un hombres, dos mujeres (una de ellas embarazadas) y un niño ahogados, con otros cuatro aún desaparecidos al encallar una patera en Canarias.
Vox, que mintió en la campaña de Madrid atribuyendo un gasto enorme para mantener a los niños migrantes, ¿va a manifestarse en Colón contra el probado despilfarro en fiestas y banquetazos por parte de Frontex?
Todo esto mientras Vox siembra racismo con el cartel de las elecciones madrileñas donde mentía sobre lo que cuesta mantener a los niños migrantes y la justicia le absuelve diciendo que eso no es delito de odio. Algo muy dudoso en semanas como esta donde en Mazarrón (Murcia) un ex militar ha asesinado a Youlnes Bilal de 37 años al grito de “¡Moro de mierda!” y dos días después en la también murciana Cartagena, una mujer ha apuñalado a una usuaria del banco de alimentos de Cáritas mientras clamaba: “¡Sudaca! ¡Nos quitan la comida!”
¿Se manifestarán los fascistas en Colón contra el gasto en banquetazos del Frontex?
Pese al caos de Frontex se le impulsa como 1ª fuerza armada de la UE
Y la UE o los gobiernos de países miembros, ¿atenderán a la lógica exigencia de defensores de Derechos Humanos de abolir Frontex y aumentar el presupuesto de los Servicios de Salvamento?
¡Al contrario! En una Europa sin verdadera unidad política, presupuestaria, ni militar, se quiere imponer este desastre del Frontex como primera fuerza armada continental.
Tanto o más pasmoso aún es que el gobierno español de PSOE-UP haya pasado de un enfrentamiento abierto con Frontex en febrero, a pedir ahora –tras la entrada de 10.000 migrantes por Ceuta– que se refuerce su presencia en esta ciudad y Melilla e incluso a pugnar por hacerse con la dirección de la agencia.
¿Qué intereses hay tras la defensa a ultranza del Frontex?
Quienes hemos visto a la gente de Frontex –y yo lo he hecho en Lesbos, Algeciras y Tarifa– los conocemos. Quienes les hemos visto en directo –porque decir “verlos en acción” sería mentir, ¿verdad colegas periodistas y miembros de ONG, verdad guardia civiles y agentes de la policía, verdad rescatadores de Salvamento?– sabemos que son como ese personaje de La que se avecina: “Antonio Recio, mayorista, no limpio pescado”. Lo suyo no es remangarse y echar manos. Se pasean, puerto arriba, puerto abajo, mirando con superioridad a quienes curran. Rellenando cuestionarios. Son la burocracia de Bruselas en la versión de chaleco multibolsillos para “la aventura”. Un cuerpo opaco y siniestro, no solo en las cuentas, también en de qué misteriosa forma se accede a la plantilla y en su forma de actuar.
Por eso es tan inquietante que tras informes oficiales que deberían llevar directos al desmantelamiento de Frontex, a la limpieza a fondo y a un cambio de rumbo en la gestión de fronteras, basado en restablecer la ley, la transparencia del gasto y los derechos humanos, el propio Leo Brincat, director de la auditoría del Tribunal de Cuentas, defienda: “No estamos diciendo que desaparezca” sino que “Frontex debe abordar sus problemas lo antes posible por su propio bien”. Y que, aquí en España, El País se lance cual escudero en un editorial, Apuntalar Frontex, que termina así: “Todas las investigaciones en marcha no deben servir para socavar o derribar a Frontex, sino para apuntalar a una agencia imprescindible.”
Así, contra toda evidencia. Así, sin un solo argumento. Qué, ¿cómo se queda el cuerpo?
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