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Las miserias de Mercasevilla

Fernando Mellet

David Pastor Vico

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Cuando llega a nosotros por cualquier medio las palabras “EREs de Andalucía” siempre nos suelen venir a la cabeza lindezas como “chorizos”, “mangantes”, “rateros” y cualquier otro calificativo al que desde hace tiempo nos tienen tan acostumbrados a invocar al ver cualquier telediario, escuchar un reporte de radio u ojear la portada de algún periódico.

Los “EREs de Andalucía” nos tienen tan cansados como Gürtel, Bárcenas, Urdangarín, y tantas otras palabras que jamás tendrían que haber existido y sin embargo penamos con el mismo dolor que cuando oímos las palabras: Rajoy, Mas, Rubalcaba, Cospedal, Wert, Montoro, y demás dolores de gónadas.

Los “EREs de Andalucía” han sido, y aún son, el Pepito Grillo del Partido Socialista en España. Si el PP destrozaba la sanidad, le recordaba al PSOE “EREs de Andalucía” y a callar. Si apuntillaba la educación y cercenaba los presupuestos de investigación, con decir “EREs de Andalucía” era bastante para no tener más oposición que un tibio “niño travieso no hagas eso”.

Pero, ¿alguien tiene la más remota idea de qué son exactamente los “ERES de Andalucía” y a quiénes afecta?

Cuando los medios, o los politicastros, usan este infausto binomio se refieren fundamentalmente al caso de los “EREs de Mercasevilla”, pero jamás se ahonda en el tema fuera de algunas generalidades, no menos ciertas que decir que el sol calienta, como maletines, escuchas, mariscadas, corrupción, intrusos, y oscuros tejes y manejes de la Junta de Andalucía.

Al final, como diría el gran Harry Callahan, este tema, como la mierda de perro seca, se la llevará la lluvia y desaparecerá. Los responsables políticos, si es que alguna vez son sentenciados, serán absueltos con disimulo y reaparecerán como el maldito “pie de atleta” en algún lugar húmedo y sombrío de la administración pública, para seguir mamando de la gran teta que engorda sólo a unos pocos y que nos está secando a todos. Pero, ¿somos tan ingenuos como para pensar que nadie está penando por culpa de la mala fe y la poca vergüenza de estos pocos que salvarán sus posaderas?

Mercasevilla es, y digo es a pesar de haber privatizado ya toda su gestión, una empresa mixta mayoritariamente pública. El 51% pertenece al consistorio sevillano, el 48% a la empresa estatal Mercasa y el 1% restante es capital privado. Así que el 99% de Mercasevilla es declaradamente público, y sería ingenuo pensar que cualquier cosa fraudulenta que pasara de puertas para dentro no tuviera responsables que fueran fácilmente identificables, imputables y sancionables.

La particularidad de Mercasevilla es que, a pesar de ser una empresa pública al 99%, sus trabajadores nunca gozaron del lujo de ser funcionarios públicos. La gestión de la plantilla siempre ha sido la de una empresa privada. Así pues llegado el año 2003 Mercasevilla S.A. promovió un Plan de Prejubilación, debidamente pactado con los representantes sindicales y la Junta de Andalucía para ofrecer la prejubilación a aquellos que reunieran ciertas características. 40 trabajadores se acogieron voluntariamente a este ERE en las siguientes condiciones: 89% del salario para los trabajadores entre 50 y 54 años, 93% para los trabajadores entre 55 y 60 y el 95% del salario neto mensual de la base reguladora que percibían antes de acogerse al ERE para los mayores de 60 años. Este plan fue financiado por Mercasevilla y la Junta de Andalucía, y hasta hoy nada ha cambiado para estos extrabajadores de Mercasevilla.

El “pero” de este asunto llegó con el segundo ofrecimiento de la empresa y la Junta de Andalucía al resto de empleados que cubrían el perfil para ser beneficiarios del mismo plan de prejubilación. En el año 2007 se promueve este en las mismas condiciones que el anterior de 2003. Este nuevo plan podía beneficiar a 63 trabajadores pero sólo 40 se acogieron voluntariamente al mismo. Tanto la empresa como los representantes sindicales y la Junta de Andalucía les garantizaron la fiabilidad del plan con sendos documentos oficiales firmados por ejemplo por el Director General de Trabajo y Seguridad Social en aquel entonces, el ahora imputado señor del PSOE Francisco Javier Guerrero, autorizando dichos pagos, igual que hiciera con el anterior ERE que con tanta puntualidad aún está llegando a los que se acogieron en el 2003.

Pero la realidad española se desplomó en el año 2008. Las razones son por todos sabidas y por los que ya sabemos, debidamente escondidas. Y junto al cataclismo financiero, asomaron como una infección purulenta, las pústulas de la omnipresente corrupción española en todos los estamentos que no pagaron lo suficiente como para mantener su nombre a buen recaudo.

El escándalo saltó a la palestra pública cuando el señor del PSOE Fernando Mellet, a la sazón Director General de Mercasevilla por aquel entonces, fue descubierto en unas grabaciones de audio donde exigía a unos empresarios hosteleros andaluces la suma de 450.000 euros a cambio de lograrles una ayuda de 900.000 para impartir cursos de formación.

Fernando Mellet era una de las firmas de peso de los EREs a los ya exempleados de Mercasevilla de los años 2003 y 2007. Pero el señor Mellet olvidó unas de las reglas básicas de la mafia, camorra, cosa nostra o Junta de Andalucía (como se le quiera llamar): “Si eres descubierto guarda silencio”. Mellet, asustando o ingenuo, o simplemente tonto, no tuvo otra ocurrencia que nombrar al señor del PSOE Antonio Rivas, exdelegado de Empleo de la Junta de Andalucía como instigador del intento de “mordida” a los hosteleros. Visto lo cual, la maquinaria anti levantamiento de manta se puso a jugar en contra de todo lo que sonara a Mercasevilla antes de que “otras posibles irregularidades” comenzaran a apestar el banquete.

Los medios de comunicación y los colores contrarios a los de la Junta de Andalucía comenzaron su labor de erosión, no tanto por una búsqueda de la verdad y de las responsabilidades, faltaría más, si no por la excelente carnaza política que este escándalo podía ofrecerles.

Los EREs, buque insignia de la gestión pública de Mellet, pasaron bajo la lupa del escrutinio público y en noviembre de 2009, la Junta de Andalucía, por la razón que queramos imaginarnos, decide unilateralmente suspender el pago a los beneficiarios del ERE del 2007. La ley del hielo comienza a hacer efecto. En ese momento fue Mercasevilla la que asumió gran parte del pago a los prejubilados del 2007, recordemos, 40 trabajadores que voluntariamente habían firmado un contrato con la Junta de Andalucía y Mercasevilla. Obviamente los extrabajadores iniciaron las acciones legales pertinentes para que la Junta de Andalucía, Mercasevilla y la compañía aseguradora Banco Vitalicio (actual Generali) respetaran las condiciones contractuales del 2007, igual que estaban haciendo con las de 2003. Pero la realidad del status quo se impone. En noviembre de 2012 siete sentencias del Tribunal de la Sala de lo Social de Sevilla condenaron a Mercasevilla al pago de la totalidad de los EREs del 2007, pero en ningún caso hicieron responsables a la Junta de Andalucía del pago del mismo.

¿Qué significa esto? Recordemos que el 51% del capital de Mercasevilla es del Ayuntamiento de Sevilla, gobernado desde junio de 2011 por el señor del PP Juan Ignacio Zoido, y el 48% de su capital es estatal, de la SEPI, adscrito al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas de España, encabezado desde el 2011 por el también señor del PP Cristóbal Montoro. Esto es, de un plumazo los juzgados andaluces deciden librar a la Junta de Andalucía del muerto apestado de los EREs del 2007 de Mercasevilla. Obviamente no faltaron los ayes y golpes de pecho por parte del Ayuntamiento de Sevilla. Y el señor Zoido al imponer un recurso contra estas sentencias ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía declaró: «No voy a consentir que los trabajadores de buena fe de Mercasevilla que se acogieron al ERE tengan un trato distinto al de tantos miles de trabajadores cuyas pólizas de seguro de rentas han sido respetadas por la Administración autonómica». Hermosas palabras sin duda, hermosas y tan vacías de afecto como el beso de una prostituta en un burdel de guerra.

Hoy, los 37 extrabajadores acogidos al plan de prejubilación de 2007, tres han fallecido ya, penan por los juzgados  y los pasillos de la administración pública andaluza. La última sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, promovida por el recurso interpuesto por señor Zoido, afirma que el ERE del 2007 es ilegal por abusivo y fraudulento y exonera a Mercasevilla de tener que pagar a los trabajadores y reclama a los 37 de Mercasevilla a devolver todo lo cobrado indebidamente. ¿Qué es esto de indebidamente? Pues todo lo cobrado por encima de los 45 días por año trabajado, que es la indemnización máxima legal por despido improcedente según la ley vigente en 2007. ¿Despido improcedente? Pues sí, el Tribunal de la Sala de lo Social de Sevilla fue capaz de librar del muerto a la Junta de Andalucía, y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha sido capaz de librar al Ayuntamiento de Sevilla de cualquier responsabilidad. Ni PP ni PSOE son responsables. ¿Quién lo es entonces? Obviamente los extrabajadores de Mercasevilla, los que voluntariamente firmaron en 2007 un plan de prejubilación con Mercasevilla y la Junta de Andalucía y que, de la noche al día, resultó ser un despido improcedente. Claro, sólo el del 2007, no el del 2003, ni el de “de tantos miles de trabajadores cuyas pólizas de seguro de rentas han sido respetadas por la Administración autonómica”. Fin de la cita.

Esto es lo que durante varios años no se ha contado. Cada poder afectado ha expuesto la parte del cadáver del otro que para sus intereses más convenía. Pero en este juego mafioso de la política y la justicia española si alguien tiene que salir mal parado, no lo olvidemos, jamás serán ellos. 37 personas se acogieron a un plan de prejubilación que su empresa les ofreció, no lo pidieron, no lo negociaron, se lo ofrecieron con todos los avales y garantías posibles. Aceptaron, y ahora, en lo que debía ser su retiro no hacen más que penar de un sitio a otro topándose con la deshumanización de un sistema que los ha utilizado a su antojo para desprestigiar al prójimo y, ya agotado el filón y próximos otros escándalos que entretengan a la plebe, los desecha, arrincona, olvida y los condena a la miseria. Esto es España.

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