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España asume el riesgo de un desastre nuclear con submarinos británicos en el Estrecho

Setenta submarinos nucleares recalan en el Peñón desde 2001, con otra colisión con un mercante en 2002

Alejandro Ávila

  • La descoordinación entre las administraciones españolas y británicas ha primado en las 24 horas posteriores al accidente del HMS Ambush

Habitantes, turistas, barcos, cetáceos o tortugas marinas pugnan cada día por hacerse un hueco en uno de los puntos neurálgicos del planeta: el Estrecho de Gibraltar. Ha sido allí donde un submarino nuclear de la Royal Navy británica, el HMS Ambush, chocó este miércoles a mediodía con un buque mientras llevaba a cabo maniobras militares.

España admite el riesgo que supone el tránsito y atraque de estos submarinos de propulsión atómica, pequeñas centrales nucleares sumergibles y móviles que en cualquier momento pueden provocar un desastre nuclear en las costas españolas al atracar en Gibraltar. De hecho, según fuentes del Ministerio de Defensa, cada vez que un submarino nuclear entra en la colonia de Reino Unido, la Armada española realiza mediciones de radioactividad en las aguas del Estrecho.

Desde, al menos, tiempos del Tireless, a comienzos de este siglo, el Grupo Operativo de Vigilancia Radiológica de la Armada (GOVRA) controla que no haya vertidos nucleares que puedan afectar a la población española. En caso de accidente nuclear, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) activa el protocolo de emergencias radiológicas dentro del apartado de “actividades no reguladas”, es decir, por ejemplo “situaciones en las que se produce un vertido radiactivo procedente de una instalación extranjera, como un accidente en un buque nuclear en las costas o puertos españoles, o en localizaciones próximas a ellos”.

El Gobierno español es consciente pues de que un accidente nuclear puede tener lugar en cualquier momento en un punto de fuertes corrientes e intenso tráfico marítimo. Aún así, a pesar del riesgo de un vertido nuclear en una zona tan delicada, 24 horas después del accidente, el Gobierno británico no había informado oficialmente al español de lo ocurrido. 

En esta ocasión, sólo se abolló la vela (torreta superior) del submarino, pero el GOVRA no había trasladado ninguna muestra ni información al Consejo de Seguridad Nuclear un día después del suceso. De hecho, la desinformación y descoordinación institucional se ha puesto de manifiesto a todos los niveles. Mientras el Gobierno español lamentaba este jueves que el británico no le hubiera informado y exigía a su embajada en Madrid que les proporcionara información sobre el accidente, el Gobierno andaluz ha manifestado que el central no había hecho lo propio con ellos.

Más de 70 submarinos nucleares

Según datos de Ecologistas en Acción, desde 2001, han atracado en Gibraltar más de setenta submarinos nucleares. Greenpeace, por su parte, ha lamentado que se exponga a Andalucía a este peligro. “Nos parece lamentable que en Andalucía, donde no estamos expuestos a las radiaciones de las centrales nucleares, lo estemos con submarinos atómicos”, ha criticado su portavoz en la región, Juande Fernández. La organización ecologista ha recordado que sus activistas ya se manifestaron hace 15 años contra la presencia del sumergible británico Tireless.

Mariajo Caballero, directiva de Greenpeace, ha subrayado en su blog que “los submarinos de propulsión nuclear son un riesgo para la población de las áreas circundantes y para la vida marina. Los escapes del reactor o los accidentes son una posibilidad real y esta semana hemos sido testigos una vez más. No queremos buques nucleares en las costas”. Caballero ha abundado que “la utilización de energía nuclear con fines militares es económicamente injustificable, está estratégicamente mal concebida y es moralmente reprobable”.

Por su parte, WWF ha recordado que el Estrecho de Gibraltar es “uno de los ecosistemas más importantes para especies migradoras de todo tipo. Es una zona con una biodiversidad riquísima y donde podemos ver desde ballenas hasta delfines, pasando por bandos de atunes, manadas de orcas, tortugas o anguilas. Lo consideramos uno de los mayores paraísos de España y un área marina que debería ser protegida”.

El submarino estaba llevando a cabo maniobras militares en el momento del accidente. Por eso, para Juan José Carmona, portavoz de WWF en Andalucía, “habría que evitar este tipo de maniobras en esta zona, porque los sónar pueden afectar a los cetáceos a cierta profundidad. Se desorientan, salen a la superficie muy rápido y terminan con problemas de descomprensión”.

El accidente de la embarcación, que Reino Unido envió tras el referéndum por el Brexit como muestra de la importancia de su colonia, vuelve a poner sobre la mesa el riesgo de un accidente nuclear que podría poner en peligro a poblaciones de dos continentes y a especies animales de todos los puntos del planeta.

Antonio Muñoz, de Verdemar-Ecologistas en Acción, critica que “nos quieran meter los submarinos nucleares con calzador. En Escocia no los quieren, pero el señor Picardo (ministro principal de Gibraltar) les da la bienvenida. Son una medida de presión frente a España, a pesar de que es una aberración y una servidumbre que la población de La Línea de la Concepción (Cádiz) no tiene por qué aguantar”.

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