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El Gobierno de España ignora dos puntos negros donde se han atropellado 17 linces en cuatro años

Muere un lince atropellado en la carretera N-442 en Mazagón

Alejandro Ávila

Dramáticos. Así define el director del programa de reintroducción del lince ibérico, Miguel Ángel Simón, los últimos diez días, en las que como un goteo incesante han muerto linces tiroteados, ahogados, atropellados y atrapados. Así, hasta sumar, según los cálculos del director de Iberlince, 40 animales muertos por causas no naturales. “El año está siendo un desastre, va muy mal. Hay que exigir y trabajar más”, reconoce un Simón visiblemente afectado por las pérdidas.

Según los datos publicados en la web oficial del programa, 21 de estos animales han muerto atropellados en la carretera. En WWF han sido los primeros en destacar que ocho de los felinos han muerto en tres puntos negros, donde se concentran atropellos desde hace años y que son responsabilidad del Gobierno de España: la A-4, la N-420 y la A-301. Ni desde la organización ecologista ni desde el Gobierno andaluz entienden que el Ministerio de Fomento no haya tomado ya cartas en el asunto aún. Desde 2014, la A-4 y la N-420 acumulan en pocos kilómetros la muerte de 17 ejemplares de lince ibérico.

En 2014, las carreteras andaluzas se convirtieron en un matadero para la especie en peligro de extinción. La crisis había hecho mella: las vallas eran un coladero, los arcenes estaban sin desbrozar (atrayendo así a la presa principal del lince, el conejo, con su depredador detrás) y había puntos de concentración de accidentes en los que urgía hacer pasos de fauna, valorados en un millón de euros, menos de lo que cuesta construir un kilómetro de autopista.

“Hace cuatro años, le mandé al Ministerio de Fomento un borrador del convenio. Aún no lo han firmado, a pesar de que en abril fue ratificado por el Consejo de Ministros. Mientras tanto se siguen atropellando animales... yo creo que las limitaciones administrativas habría que agilizarlas”, revela el director de Iberlince, el programa financiado con fondos europeos, andaluces, estatales y privados.

Luis Suárez, portavoz de WWF, critica que “siga habiendo muchos atropellos y que sean en los mismos puntos. Que de 12 atropellos en Andalucía, ocho sean en tres puntos nos llama mucho la atención, sobre todo sabiendo que hay medidas previstas en dos de los tres puntos, que son de competencia estatal. Nos parece inexplicable que el Ministerio de Fomento no haya comenzado los proyectos, a pesar de que haya cofinanciación”. En Castilla la Mancha ocurre lo mismo: de los siete linces atropellados, tres han sido en la misma carretera. La organización ecologista también exige responsabilidades a las Consejerías de Medio Ambiente andaluzas y manchegas, para que construyan pasos de fauna en los puntos negros de las carreteras que son de su competencia.

Aunque las muertes preocupan a los conservacionistas, tratan de ponerlas en un contexto en el que la población de la especie en peligro de extinción sigue creciendo y va camino de los 500 ejemplares. Aunque en términos absolutos han muerto más linces este año que nunca, en términos relativos, el 2014, el año que hubo una sangría en las carreteras, fue el peor. Esa es al menos la opinión de Simón que ve que “los atropellos hay que mirarlos en un contexto temporal y de lugar. Hay atropellos en la A-4, pero también en las carreteras periféricas, en zonas de dispersión, donde antes había 100 linces y ahora 500”.

“La recuperación del lince no está en peligro, ya que el último censo (2016) arroja unas cifras de 475 linces y se espera que el de este año supere los 500. Sin embargo, el alto número de linces muertos en lo que llevamos de año está disparando las alarmas de WWF”, señalan desde la organización ecologista.

Furtivos a la caza del lince

El segundo motivo de alarma es el de muertes por furtivismo. En lo que va de año, han muerto cinco ejemplares con plomo en las entrañas o trampas ilegales. El último, en Montes de Toledo: un macho liberado en febrero de 2016 y que apareció muerto en una trampa ilegal en el término municipal de San Pablo de los Montes. Son estadísticas que varían. En Andalucía, sólo habían muerto así dos linces en los últimos dos años, en 2016 no se mató a ninguno así... pero en apenas un mes aparecieron dos ejemplares cargados de plomo en Sierra Morena.

Desde Ecologistas en Acción se muestran especialmente críticos con esta situación. “Estas muertes demuestran que la cría en cautividad funciona, pero la liberación no está funcionando bien”, señala Theo Oberhuber. “Desde nuestro punto de vista, estas liberaciones se están haciendo de manera precipitada, sin suficiente trabajo sobre el terreno. Antes de liberar linces, en cualquier zona, hay que tomar medidas de conservación del hábitat y eliminar todas aquellas causas que provocan la mortalidad, como los métodos no selectivos de caza y una mayor regulación de la actividad cinegética”.

Aunque se hacen campañas de sensibilización, las campañas no calan en todo la población y hay “un reducto que sigue disparando, porque en ciertos ámbitos de medios rurales sigue habiendo un rechazo a especies emblemáticas, como el lince ibérico o el oso pardo”, concluye Oberhuber.

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