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El lince ibérico esquiva la extinción cuadriplicando su población en 14 años

Lince ibérico

Alejandro Ávila

2015 ha sido un año crucial para el lince ibérico: no solo se ha rebajado oficialmente su grado de amenaza, sino que ha salido del atolladero al que los atropellos y la pandemia del conejo lo habían empujado.

Tras cuatro años de estancamiento, el censo ha vuelto a ser positivo: 404 ejemplares de Lynx pardinus campean ya por la Península Ibérica, incrementándose su población un 20% respecto a 2014 y cuadriplicando el centenar de individuos de 2002, cuando la especie estaba al borde de la extinción.

En los últimos años, el lince no solo estaba sufriendo un goteo incesante de muertes en la carretera, sino que su principal fuente de alimento, el conejo, se estaba viendo diezmada por la enfermedad hemorrágica (EHV). ¿Solución? Un plan de choque con suelta de conejos y una serie de medidas urgentes (desbrozamiento de arcenes y vallado de puntos negros) en las carreteras.

No solo se han atacado los factores que estaban limitando su supervivencia y expansión, sino que el censo ha incorporado por primera vez las poblaciones reintroducidas en Castilla la Mancha, Extremadura y Portugal, donde ya habitan 42 linces ibéricos. Es, por tanto, la primera vez que se hace un censo internacional del lince ibérico. 

Menos atropellos mortales, más cachorros (las hembras territoriales, el motor de la especie, tienen más alimento y pueden reproducirse) y más ejemplares liberados desde los centros de cría ha sido, en fin, la fórmula que ha dado pie al espectacular incremento experimentado del censo de 2014 al de 2015.

Andalucía sigue llevando la voz cantante, pues los 361 linces repartidos entre Sierra Morena y Doñana representan el 90% de la población global. 285 se encuentran en Sierra Morena (Andújar Cardeña (176), Guadalmellato (61) y Guarrizas (48)) y hay 76 en Doñana, donde la población se ha reducido por segundo año consecutivo, según datos del programa de conservación Iberlince.

El 10% de la población restante se encuentra diseminado en territorios portugueses (9 ejemplares), extremeños (16) y manchegos (10). En total, hay 43 linces que habitan ya fuera de Andalucía, incluyendo a los famosos linces viajeros o exploradores (8).

Luis Suárez, responsable de especies en WWF, subraya que los datos de las nuevas zonas de reintroducción hay que cogerlos “con muchísima cautela”, pues son fruto de apenas dos años de sueltas.

José Fiscal, el consejero de Medio Ambiente de Andalucía, ha afirmado durante la presentanción del censo que la comunidad andaluza seguirá siendo “el eje” de la expansión de la especie por la Península Ibérica.

Pandemia del conejo

Aunque los atropellos preocupan, los responsables del programa entienden que se trata de un problema “temporal” y las preocupaciones se centran principalmente en la pandemia que sufre el conejo.

“La gestión del conejo es mucho más compleja. Sabemos cómo trabajar para que las poblaciones crezcan un poco, pero no podemos influir en la enfermedad. La enfermedad está golpeando con mucha dureza y la tendencia de la población de conejos sigue siendo muy mala”, explica Suárez.

Mientras que Guadalmellato y Guarrizas tienen densidades muy altas de conejo, “el plan de choque del conejo en Andújar y Doñana ha permitido que las dos zonas históricas vuelvan a generar población”. Eso influye también en la reducción de atropellos, ya que se retiene a los depredadores en zonas con abundancia de conejo y no se acercan tanto a las carreteras en busca de alimento.

Aunque los seis atropellos de 2016 no invitan al optimismo, 2015 ha vivido un descenso de los accidentes de un 25% respecto al año anterior, sumando un total de 15 siniestros mortales. “Las medidas más rápidas han tenido sus resultados (desbrozado y vallado), pero seguimos esperando las más importantes, como los pasos de fauna en la A-4 a la altura Bailén o la de la N-420 en Cardeña-Montoro”. Se trata de dos inversiones que ha de acometer el Ministerio de Fomento, nuevo socio del Iberlince.

Próximo objetivo: especie fuera de peligro

El próximo gran objetivo que se marca la UICN (la organización que se encarga de establecer el grado de amenaza de las especies) y los responsables del programa de conservación es conseguir que el lince salga de peligro de extinción y sea una especie vulnerable. Según Urs Breintenmoser, responsable de felinos en la UICN, esto debería tener lugar en seis años.

Para el consejero de medio ambiente, el paso de especie 'en peligro crítico' a 'en peligro' ha sido “un paso absolutamente insuficiente, pero un acicate para los que trabajamos en este proyecto. Más que un motivo de relajación, la Consejería acoge este dato como un estímulo, para que a la mayor brevedad posible deje de estar en peligro de extinción”.

La Unión Europea, a través de sus fondos de conservación Life, ha invertido más de 70 millones de euros en recuperar la especie.

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