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Carta de Juana Rivas leída en la concentración de Granada

Hola a todos y a todas. Yo soy esa Juana Rivas Gómez a la que tanta gente está juzgando sin saber nada prácticamente de la auténtica pesadilla de terror de la cual nos hemos enfrentado mis dos hijos y yo. Yo desde hace casi 13 años, ellos desde antes de nacer, no tendríamos que estar así. Ni yo escondida con mis hijos ni vosotros manifestándoos. Ante todo un enorme gracias a todos aquellos que conocéis la empatía y desde lejos y cerca nos estáis apoyando.

No tengo suficientes palabras de agradecimiento pero sí un corazón que se expande sin límite hacia las personas con humanidad. Estoy huida pero no siento que esté haciendo nada fuera de la ley. Pues la ley es la que se ha saltado a la torera desde la primera jueza. Si la ley se hubiera aplicado no estaríamos aquí. Si la jueza hubiera enviado los papeles a Italia hace un año, el convenio de La Haya no estaría amenazando a mis hijos sino protegiéndolos.

También ha sido una chapuza la psicóloga que atendió a mis hijos porque no estaba preparada para trabajar con niños que han sufrido maltrato y ni siquiera estaba colegiada. Mi hijo relata su historia de terror que no aparece en el informe. Quiero mandar este mensaje a la Jueza de Primera Instancia del Juzgado número 3 de Granada; por favor, si en su mano aún queda algo en lo que nos pueda ayudar, que lo haga por favor. Que está todo documentado y que tanto mis hijos como yo merecemos un respeto. Estos jueces están pagados con el sudor de todos los españoles. Incluida yo que siempre he estado cotizando. Con mucho respeto merecemos ser escuchados y que las leyes se usen realmente para proteger a los menores. Lejos de política o qué se yo qué intereses. Que aquí lo importante son mis hijos que están en peligro por errores judiciales. Quiero pedirle a este juez y a todo el que nos puede juzgar, que encamine este proceso hacia la cordura. Hacia la coherencia. Mis hijos están en peligro si dejamos caminar esta injusticia que nos está martirizando.

Señora juez, no es un desafío ni mucho menos mi actitud, es la única forma que he encontrado a mi alcance como madre para proteger las joyas más preciadas de mi vida. Por favor pónganse en mi lugar.

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