La herencia de Santiago Herrero: un mastodonte a punto de desmoronarse
Ni homenajes, ni medallas. El orgulloso, altivo, y todopoderoso sexagenario Santiago Herrero abandona el próximo jueves 23 de enero la presidencia de la Confederación de Empresarios de Andalucía. Lo único que le espera después es su particular ‘pena de paseíllo’, cuando el próximo mes de marzo le toque cruzar la puerta de los juzgados sevillanos como imputado por el caso de las VPO en Sevilla Este.
Peor aún, tras más de tres décadas haciendo y deshaciendo en ella a su antojo, “pobre de aquel que se atreviera a llevarle la contraria”, cuentan sus subordinados, él, que hace apenas dos años tocara con sus dedos la tan ansiada presidencia de la patronal española, la CEOE, deja tras de sí como herencia una organización moralmente arruinada y económicamente en quiebra.
Según sus propios datos, presentados en 2013 ante la Inspección de Trabajo para justificar el último de los dos expedientes de regulación de empleo llevados a cabo por la CEA (más una posterior reducción de salario de en torno al 30%, según fuentes de la entidad), su posición económica “es gravísima, puesto que ha tenido pérdidas en los dos últimos ejercicios que ascienden a 14.549.513 euros, y sus expectativas de ingresos para el año 2013 ascienden a 3.123.500 euros entre cuotas de afiliados y participación institucional”.
Secas fuentes de financiación
Esta es la madre del cordero. La CEA contaba hasta 2010 con cuatro fuentes de ingresos fundamentales. Primero, las cuotas de sus afiliados, que, salvo unas pocas excepciones, no son de empresas si no de otras organizaciones empresariales asociadas, como las patronales provinciales y las sectoriales: en 2010 fueron algo más de 2,5 millones. Segundo, los provenientes de su participación institucional en órganos de arbitraje, intermediación y negociación: otros 2,1 millones.
A ello hay que sumar las dos partidas más importantes. Los casi 45 millones de euros recibidos ese año por subvenciones para la formación de trabajadores, que generaban importantes beneficios para las empresas encargadas de proporcionar los cursos, creadas a tal efecto por los propios altos cargos de la CEA y sus familiares, incluido el propio Santiago Herrero. Y cuarto, los menos conocidos acuerdos bipartitos con la Junta de Andalucía, que sólo en ese año supusieron casi otros 13 millones de euros. Es el caso, por ejemplo, de los viajes de promoción al extranjero realizados por los presidentes andaluces acompañados de empresarios y periodistas a cuenta del Plan de Internacionalización de la economía andaluza, que la Junta financiaba.
En total, más de 62 millones de euros que cubrían más que con creces su gastos.
Una fuente de dinero que se inició a principios de los años 90 cuando el ex presidente Manuel Chaves los convirtió en únicos interlocutores empresariales, tanto con los sindicatos como con la Junta de Andalucía. Se iniciaron así en 1993 los acuerdos de concertación social, que convirtieron a la CEA en el mayor y más poderoso despacho de influencias de Andalucía.
Pero todo aquello se acabó en 2011 cuando, como consecuencia de los recortes, ambas partidas de ingresos, formación y acuerdos bipartitos, quedaron reducidas a cero euros, cogiendo así a contrapié a la patronal andaluza, convertida ya en un rígido gigante incapaz de reaccionar. Nada lo explica mejor que su colosal y megalómano edificio en la sevillana Isla de la Cartuja, del que tomó posesión justo el mismo año del inicio de la Concertación, 1993. Lo financió con fondos europeos y una hipoteca ya saldada, pero su mantenimiento hoy se ha convertido en un “pozo sin fondo”, en palabras de un directivo de la casa.
Es precisamente ese edificio el clavo que en la CEA no dejan de calentar para intentar agarrarse a él. Del sustituto de Herrero, el malagueño Javier González de Lara, y sus buenas relaciones con la también malagueña Unicaja, se espera que consiga por fin una nueva hipoteca sobre el edificio que los saque de la quiebra técnica. Pero lo cierto es que Herrero ha negociado lo mismo durante meses con un grupo de cinco entidades financieras (incluida Unicaja) y no ha conseguido cerrar un acuerdo.
A dedo
Así, el hasta ahora presidente de la patronal malagueña, y pintor de marinas, se enfrenta al duro destino de vender la casa familiar y trasladarse a un piso de alquiler. Y proseguir, probablemente, con los ajustes de plantilla. Plantilla, por cierto, formada también en buena parte por familiares y con sueldos muy por encima de la media regional.
González de Lara no llega tras una discusión de la cúpula empresarial andaluza en busca del mejor candidato para una situación de agónica crisis, sino señalado con el dedo en una última demostración de fuerza de Herrero, que siempre lo consideró su delfín. Ambos son abogados, y ambos han seguido la estela del fallecido presidente de la CEOE José María Cuevas: Hacerse con el control del aparato de la organización desde la secretaría general, para asegurarse la presidencia y el poder absoluto. Cuevas lo hizo en Madrid, Herrero en Sevilla y González de Lara en Málaga. Pero los que lo conocen bien, dudan de su capacidad para recuperar el control de una mastodóntica CEA en situación agónica y a punto de desmoronarse: “Su perfil es técnico, lleva toda la vida en la organización empresarial, pero no es el líder que ahora se necesita”, afirma con escepticismo este antiguo miembro de la patronal andaluza.
González de Lara llegará así a la presidencia de la patronal regional de la misma manera que llegó a la de la organización provincial malagueña hace apenas dos años y medio: por aclamación tras ser señalado por el poderoso dedo de su antecesor, que ocupó el cargo durante diecisiete años.