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Las madres de día se abren camino en España como alternativa a las escuelas infantiles

Madres

Miguel A. Parra Anguita

Cada día, antes de ir al trabajo, María deja a su hijo Martín, de 18 meses, con Giselle. Pero Giselle no sólo cuida a Martín sino también a sus dos hijos, Rafael, de 3 años, y Manuela, de año y medio, y a Sheila, otra niña de 22 meses. Giselle no es ni la cuidadora de la guardería, ni una canguro, ni un familiar. Es una madre de día, una figura que empieza a abrirse paso en España en la crianza de los más pequeños como alternativa a las escuelas infantiles tradicionales. Las madres de día son profesionales de la educación (psicólogas, pedagogas, maestras…) con formación específica en atención a la primera infancia y que abren las puertas de su casa para la educación y el cuidado de un grupo de niños menores de 3 años. Su horario de trabajo se adapta al de los padres trabajadores y suele ir de las 8 de la mañana a las 4 de la tarde.

“Una canguro sólo cuida. Una madre de día se encarga del cuidado, pero también de la educación, con un programa educativo integral según el estado evolutivo de cada niño, para acompañarlo en el camino del crecer y el aprender. Lo que nos diferencia de las guarderías es el ambiente familiar y la atención personalizada del pequeño. Se respeta el ritmo de cada niño, se trabaja según sus propias necesidades y no hay masificación”, señala Giselle Daye, presidenta de la Asociación de Madres Andaluzas de Día (AMAD), con más de 60 socios de todo el país. Las madres de día se encargan también de fomentar valores como el respeto, la creatividad, la responsabilidad, la comunicación y la solidaridad. Como hay pocos niños, es más fácil respetar la identidad del pequeño y se valoran sus peculiaridades, destrezas y capacidades. Y se establece un vínculo personalizado con él a través de una relación cercana y afectiva. “Es una vuelta a la crianza antigua, como si fueran un grupo de hermanos, con un ambiente casero”, asegura Giselle Daye.

Según Gemma Sanz, madre de día en Madrid, “los niños menores de 3 años no necesitan socializarse, ni necesitan otros niños. La primera necesidad de un niño en sus 3 primeros años de vida es el amor y el cuidado de su madre. El contacto físico, la atención no dividida, escuchar con atención… es lo que hoy se llama crianza con apego”, un concepto en el que se basa fundamentalmente el trabajo de las madres de día.

Giselle, argentina de 35 años, conoció esta alternativa a las guarderías cuando vivía en Israel, donde las madres de día están plenamente implantadas y reconocidas. Cuando llegó a España y decidió convertirse en una de ellas, no encontró ni ayuda, ni respuestas ni asesoramiento en ninguna administración. Y es que, a pesar de ser muy habituales en países como Alemania, Francia, Reino Unido o Suiza, en España no existe una normativa al respecto. Sólo Navarra las ha regularizado y apoyó a las llamadas Casas Amigas desde 2003 hasta que llegaron los recortes y en 2013 se acabaron las ayudas y subvenciones de la mitad de la plaza a cada niño (unos 400 euros). En este momento, Cataluña, Aragón y Madrid (donde se ha creado la Red de Madres de Día) trabajan en proyectos para regularizar esta incipiente figura. En Andalucía, AMAD solicitará en breve a la Junta de Andalucía un encuentro que pueda llevar al establecimiento de una normativa.

Esta situación de alegalidad ha obligado a las madres de día a autorregularse. Las normas son cuidar a un máximo de cuatro niños, de hasta 3 años, un máximo de ocho horas y tener una casa con un ambiente familiar y adaptado a las necesidades de los pequeños. Todas ellas deben tener formación profesional específica y están obligadas a suscribir un seguro de responsabilidad civil, algunas se dan de alta como autónomas, como empleadas del hogar y otras forman parte de la economía sumergida. En cuanto a la casa, debe tener mucha luz natural, un espacio abierto (un patio o un jardín) y, a ser posible, un parque cerca, algo que permita el contacto con la naturaleza. Y lo más importante, debe estar adaptada a las necesidades de los pequeños, sobre todo, en materia de seguridad (protecciones, barrera en las escaleras…).

La jornada con una madre de día

Una vez en casa de Giselle, Martín se divierte con los otros niños, bailan, cantan canciones, juegan en el patio, escuchan música… “Les proponemos juegos tranquilos, en los que desarrollan su capacidad artística, creativa, sensorial, psicomotriz y de expresión”, señala Giselle. Ya a media mañana, todos juntos van al parque para jugar en medio de la naturaleza. Cuando María recoge a su hijo Martín, el niño ya ha almorzado y ha dormido la siesta.

Muchas de las madres de día se acogen a modelos pedagógicos como los métodos Waldorf o el Montessori, que han despertado el interés de muchos padres. Ingeniera de 35 años, tanto María como su marido, Manuel, maestro de 31, tenían claro que querían para su primer hijo una educación más libre: “Lo ideal era que se quedara conmigo en casa, pero al tener que volver yo al trabajo tras la baja, opté por una madre de día. Tuve varias entrevistas con ella y me di cuenta de que coincidíamos en el concepto de educación. Estaba cerca de casa y nos encajaban los horarios”, explica María, que sigue investigando y estudiando estos nuevos métodos educativos junto a su marido.

María añade que la ratio de las guarderías le parece muy alta y esto “lo condiciona todo”: la atención inmediata, la salud del niño, la alimentación... Y es que, aunque puede variar según la comunidad autónoma, la ratio por educador en las escuelas infantiles está entre seis y ocho niños, para menores de 1 año; entre 10 y 13 para niños entre 1 y 2 años; y entre 16 y 20 para niños entre 2 y 3 años. “Pero además ahora hay una tendencia a hacer que los niños sepan mucho cuanto antes, con el sistema de fichas, un segundo idioma… En los tres primeros años, hay que fomentar que el niño juegue a lo que quiera cuando quiera, sin presiones y que haga lo que le apetezca en cada momento”, asegura María.

Tanto María como Giselle reconocen que, de momento, esta alternativa puede ser un poco elitista. Los precios oscilan entre los 300 y los 400 euros en Andalucía y pueden superar los 500 en Madrid y Barcelona, mucho más que una guardería y, además, sin posible subvención. Sin embargo, la misma crisis que está impidiendo a muchas familias optar por esta alternativa también es la responsable de que muchas mujeres estén viendo una salida laboral en ser madre de día. Muchas de ellas se ayudan y asesoran a través de internet y sueñan con que en España se alcance la situación de reconocimiento que hay en otros países. “Esto nos permitiría salir de la alegalidad y aspirar a posibles subvenciones, como las guarderías, así como conseguir una formación específica y que haya una supervisión por parte de las propias administraciones de la labor que realizamos”, concluye Giselle.

También hay padres de día

No es muy común pero también hay padres de día. Es el caso de Xavi, autor del blog papadedia.wordpress.com: “Desde que supe de la inminente llegada de mi hijo Koldo al mundo decidí dedicarme a investigar, profundizar, informarme y formarme en todos los temas relacionados con la crianza respetuosa y con apego, en psicología infantil, pedagogía, y en los métodos educativos que ofrecieran una alternativa al sistema conductista oficial”, cuenta.

Hace algo más de un año, Xavi se trasladó con su familia a la localidad de Chapinería (Madrid), donde ahora trabaja como padre de día atendiendo a Koldo y a otros niños en una gran casa en el campo: “Es una casa-cole en la que se facilita a cada niño y niña una educación que le haga sentirse querido, arropado, acompañado y empoderado mientras adquiere conocimientos y habilidades, desarrolla su autonomía, afianza su individualidad y fortalece su autoestima. Nunca he tenido un trabajo mejor ni querría ser otra cosa distinta”.

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