La Flecha: el paraíso crece 40 metros cada año
En la costa occidental de Huelva se encuentra una playa peculiar en todos los sentidos: pertenece al único tramo de tierra que crece cada año en toda España. La Flecha es una de las pocas playas vírgenes que se mantienen como tales en el litoral andaluz, un lugar paradisíaco al que se llega en poco más de dos minutos gracias a un viaje en barco por tres euros que tiene un servicio continuo en verano y por encargos de grupos en los meses de temporada baja.
La flecha es peculiar hasta en su nombre y su “titularidad”. Los ayuntamientos de Lepe y Cartaya pelean hace décadas por llamarla “de Nueva Umbría” o “de El Rompido”. Cientos de personas permanecen ajenas al debato y la visitan cada día, sobre todo los fines de semana, para disfrutar de un turismo natural en toda su extensión. En los meses de invierno también se puede ver a gente disfrutando de este paraje, ya que, además de mediante el paseo en barco, es posible acceder a ella mediante un recorrido a pie por la línea litoral desde La Antilla, a unos tres kilómetros.
La “isla” -como también se la conoce- atrae a sus visitantes con la premisa de que, como paraje natural que es, está totalmente prohibido acampar o encender cualquier tipo de fogata. Nada más bajarse del barco, un cartel ya avisa: “Está en una playa de todos. No deje basuras”.
Primera playa nudista de Huelva
La playa es desde 2001 la primera nudista oficial de la provincia de Huelva y está señalizada como tal. Incluso cuenta con una asociación (Anudenu) que trabaja todo el año para que los visitantes se conciencien sobre su mantenimiento en perfecto estado.
Otro dato curioso es que, según el lado de la playa en el que se sitúe el visitante, se puede disfrutar del río Piedras o del océano Atlántico. La única diferencia es recorrer el ancho de la Flecha para elegir ubicación.
El origen de esta porción de tierra hay que buscarlo en el aporte de materiales del río Piedras, al flujo mareal y a los vientos dominantes del suroeste, que se han unido para darle a la flecha un crecimiento anual de aproximadamente cuarenta metros, y que le ha dotado en la actualidad de unos diez kilómetros de arena, con paisajes marismeños, estuarios, sistemas dunares y una rica flora y fauna.
De todas formas, en la flecha llegó a haber un asentamiento humano, la almadraba de Nueva Umbría, en la que hubo población hasta hace medio siglo, cuando la pesca del atún en la zona terminó, y la mayor parte de los ya mayores vecinos de esta antigua almadraba viven hoy día en El Rompido, Lepe o Isla Cristina.
También existe una casa derruida que es conocida entre los vecinos como La casa del Palo, que servía como zona de control de la zona durante el franquismo. Su nombre derivaba, supuestamente, del castigo infringido a cualquier persona que se acercase.