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Economía colaborativa: poder (económico) para el ciudadano

Empresas de economía colaborativa se reúnen en Sevilla

Alejandro Ávila

Te levantas un día cualquiera para ir al trabajo. En la puerta te espera tu contacto de Blablacar para ir en coche a Málaga, donde tienes una reunión importante. Compartís los gastos de combustible. Durante el trayecto, tu hija te llama a través de Skype para decirte que ya está instalada en su nuevo piso de estudiantes en un flamante barrio de Berlín. Lo ha encontrado a través de Eurasmus y podréis ir a visitarla en un mes y alojaros en un “monísimo apartamento” con vistas al canal. Os lo ha encontrado mediante Airbnb. A tu regreso de Málaga, recuerdas que necesitáis ropa de abrigo para el viaje a la capital alemana. Pones a la venta varias prendas que ya no usas a través de Chicfy y allí mismo encuentras la chaqueta perfecta contra el largo invierno berlinés. Te han bastado tus pulgares y tus índices para gestionar un día de tu vida.

No es el futuro, sino el presente. Como le subraya a este diario José Luis Zimmermann, director general de la Asociación Española de Economía Digital, “esta economía ya está aquí y el siguiente paso es que sean empresas españolas en vez de multinacionales”.

El empresario se refiere a la economía colaborativa, un pujante sector que mueve en todo el mundo 2.580 millones de euros, según la revista Forbes, y que se basa en plataformas digitales que ponen contacto a unos ciudadanos con otros. “Ponen en valor lo que tienen o lo que saben”, destaca Javier Creus, gurú de la economía del sharing y autor del libro No Somos Hormigas.

Aunque en España la voz cantante del sector la llevan multinacionales como Blablacar, con más de diez millones de usuarios en Europa, o Airbnb, que se extiende ya por 30.000 ciudades del mundo, las pequeñas y medianas empresas nacionales tienen mucho que decir. Para hacerse fuerte, han creado entre todas la organización Sharing España, que en tan solo tres meses agrupa ya a 34 empresas con modelos de negocio 'peer to peer' o de 'ciudadano a ciudadano', que comparten coche, alquilan habitaciones de su propia vivienda o se prestan servicios de todo tipo entre ellos. Y todo gracias a plataformas digitales que los ponen en contacto.

“Somos ciudadanos diferentes”

“Hoy en día somos ciudadanos diferentes y reclamamos nuestro derecho a producir. Un individuo aislado puede ser hoy en día una multinacional. En España tenemos una oportunidad única, porque somos una sociedad con una plasticidad brutal. Somos la sociedad más abierta que hay en Europa y tenemos unas tasas de adopción de tecnología brutales”, explica Creus ante los emprendedores que se han reunido en Sevilla para celebrar el 'Digital Economy Day'.

Jaume Mayor, fundador de WeSmartPark, una red de aparcamientos colaborativos a bajo coste, recuerda que el auge de estas empresas ha nacido al calor de la crisis económica, porque “estos servicios te ofrecen una alternativa para mantener tu nivel de consumo de manera más eficiente”. Vicente Fernández, secretario general de Innovación, Industria y Energía de la Junta de Andalucía, no duda en calificar este nuevo modelo económico de “reto de primer orden. En términos de análisis económico, hay pocos tan drásticos como éste. Favorece la redistribución de la renta, es un complemento de rentas y genera una economía más participativa”.

Comercio, turismo, reparaciones, transporte… El abanico de posibilidades de la economía colaborativa es amplio, como demuestran las empresas presentes en el evento organizado por la asociación Adigital en colaboración con la Junta de Andalucía en El Cubo, una incubadora de empresas impulsada por ésta y Telefónica.

Emprendedores andaluces

José Daniel Sánchez, sevillano, es fundador de Eurasmus, una plataforma que permite “poner en contacto a la comunidad de estudiantes internacionales que se mueven por Europa con, por ejemplo, esas 600.000 viviendas vacías que tiene Andalucía”. Como la barrera lingüística existe, ellos consiguen unir a los estudiantes extranjeros con beca Erasmus, que buscan alojamiento durante al menos seis meses, con los arrendatarios, que pueden alquilar habitaciones de sus viviendas vacías. “En el barrio de El Porvenir de Sevilla había una casa palacio que era imposible de alquilar, ya que su precio era de 5.000 euros al mes. Tiene 18 habitaciones y los estudiantes, gracias a la economía colaborativa, han podido acceder a un sitio con unos estándares muy altos”, aclara Sánchez.

Otro andaluz que le da la vuelta a la tortilla a tópicos varios es Alejandro Costa, creador de Myfixpert. Su discurso engancha y los números de su empresa convencen: el premio Andalucía Joven a empresa embajadora de Andalucía no es casualidad. “Esto es un modelo disruptivo que genera microempleo local, estamos convencidos de que ha venido para quedarse”. En el caso de Costa, su plataforma digital permite que más de 8.000 técnicos, que reparan móviles y ordenadores, estén “a disposición de la comunidad”. “En todo el mundo se generan más de 45.000 millones de euros al año en reparaciones fuera de garantía, así que la capacidad de generar empleo de nuestro modelo es brutal”, subraya.

Ignacio de la Hera (Etece), también sevillano, tiene un modelo similar, pero pone en contacto a los consumidores con autónomos que llevan a cabo tareas domésticas o de oficina. Desde portes hasta reparaciones, pasando por el cuidado de mascotas. De la Hera recuerda que “los autónomos soportan unas cargas muy altas. La lucha es conseguir que la regulación entre en los programas electorales y que el autónomo no tenga que soportar esas cargas fiscales tan grandes. De ese modo, no solo afloramos la economía sumergida, sino que permitimos que la hacienda pública recaude”.

Los fundadores de Airbnb o Uber ya aparecen en la lista Forges como mulimillonarios de menos de 40 años. Hay negocio, por tanto, tanto a mayor como a menos escala, pero esta nueva economía ha de lidiar todavía con las quejas de hoteleros o taxistas, que sufren una exigente regulación por parte del Estado. Como concluye el propio Vicente Fernández, “nos enfrentamos a un reto jurídico. Hay que identificar cuáles son las mejores reglas para que oportunidades como éstas no se frenen, sino que florezcan en beneficio de todos sin merma de los derechos de los consumidores”.

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