Los 50 símbolos franquistas que aún quedan en Sevilla
- La tumba del general golpista Queipo de Llano en la Basílica de la Macarena: el caso más claro y polémico
Sevilla tiene un mapa especial. Un callejero que suma 50 símbolos franquistas. Nombres de calles y colegios, escudos del águila de Franco, lápidas falangistas, retablos, placas, cerámicas, murales… y un paradigma del incumplimiento de las leyes de Memoria Histórica: la tumba del golpista Queipo de Llano en la Basílica de la Macarena.
Ocho años después del olvido decretado por el anterior alcalde y actual ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido (PP), la ciudad ha retomado la retirada de vestigios del franquismo bajo Gobierno de Juan Espadas (PSOE). Pero el ritmo no es suficiente, a tenor del listado pendiente y por la “celeridad” que pide IU “para retirar toda la simbología fascista” en una moción aprobada por el pleno del Ayuntamiento de Sevilla con el apoyo de todos los grupos y la abstención de Ciudadanos.
Casi una veintena de calles han sido ya renombradas, perdiendo a generales como Goded y Orgaz para recibir al Premio Nobel de Literatura José Saramago o al poeta Marcos Ana. De polémica actualidad por el apologeta 'Cara al sol' entonado en el cortejo fúnebre de José Utrera Molina, la calle dedicada al exministro ya fue suprimida del nomenclátor. Como la del aviador golpista Tomás Murube o el fascista Eduardo Rivas.
El complejo caso de la tumba de Queipo
Entre los hitos 'reparadores de la Memoria' destaca el escudo preconstitucional retirado de la Universidad de Sevilla –casi tres toneladas de peso, quedó guardado en los almacenes de la institución–, que coronaba la portada de la Facultad de Filología en la antigua Fábrica de Tabacos. O el puente del Generalísimo, cuyo nombre pasó a la historia.
Un caso espinoso es el de Queipo. Y quizás el más significativo: un “genocida” enterrado en una iglesia. El máximo responsable de la represión en Andalucía, con más de 50.000 personas que siguen enterradas en unas 700 fosas comunes. El ejecutor de la “matanza fundacional del franquismo”, como define el historiador Francisco Espinosa Maestre, que dejó en Sevilla unos 14.000 asesinados, según el investigador José María García Márquez.
Hay movimiento institucional en este sentido, aunque la Hermandad de la Macarena, responsable del lugar de sepultura, ya se ha mostrado contraria a exhumar los restos del militar rebelde. En más de una ocasión. La razón es que ayudó a la construcción del templo. Pero la ley es clara, como demuestra la petición “urgente” que el PSOE registró en el Congreso para sacar a Franco del Valle de los Caídos o el ejemplo de Pamplona, que sacó a los golpistas Mola y Sanjurjo del Monumento a los Caídos.
Los colegios Joaquín Benjumea Burín –ahora CEIP Concepción Estevarena– o Inspectora Elena Canel –nuevo CEIP Alfares– ya no tienen esos nombres, en aplicación de la legislación vigente. De la parafernalia simbólica del franquismo quedan vestigios todavía en centros escolares como Lora Tamayo, Calvo Sotelo y capitán general Julio Coloma.
Retiradas a medias: el ejemplo Pemán
A medias quedaron las actuaciones en el escudo del Mercado del Arenal, sin retirar y tapado por su “indudable valor artístico”. O ejemplos como la plaza 'el Algabeño' que cambió al nombre del propio aludido: Torero José García Rodríguez. Y la vía con el nombre de José María Pemán, responsable de la 'depuración' profesional de los maestros y que animó con sus discursos y textos a la “matanza fundacional del franquismo”. La calle se llama ahora Escritor José María Pemán.
La normativa memorialista es clara. La Ley de Memoria Histórica estatal dice en su artículo 15: “las administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”.
La recién aprobada Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía penaliza los “elementos contrarios” a la recuperación memorialista y la “dignidad de las víctimas” del franquismo. “La exhibición pública de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones, como el callejero, inscripciones y otros elementos adosados a edificios públicos o situados en la vía pública, realizados en conmemoración, exaltación o enaltecimiento individual o colectivo del golpe militar de 1936 y del franquismo, de sus dirigentes o de las organizaciones que sustentaron el régimen dictatorial”, marca el artículo 32.