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Un mapa cartográfico reunirá las tradiciones y leyendas del Cid que todavía perviven

Hito cidiano de Albarracín (Teruel).

Marta Salguero

Zaragoza —

No hay ningún inventario, pero las leyendas sobre Rodrigo Díaz de Vivar siguen vivas en los territorios vinculados al Camino del Cid. Un recorrido envuelto de tradiciones cidianas que han sobrevivido al paso del tiempo y  que  ahora el catedrático  de la Universidad de Zaragoza Alberto Montaner quiere reunir en un mapa cartográfico. 

A lo largo de los 2.000 kilómetros del Camino del Cid, que atraviesa la península del noroeste al sudeste, perviven cuentos, anécdotas, leyendas  y lugares vinculados a este personaje histórico y legendario de la Edad Media, que evocó después una de las obras clásicas de la literatura europea.

Un equipo de investigación pretende ahora recuperar ese patrimonio oral que pone de manifiesto la presencia de este caballero medieval en el imaginario popular a lo largo de los siglos. Para ello, han pedido la colaboración de los ayuntamientos de las localidades y asociaciones ligadas al Camino del Cid, que, además de los 2.000 kilómetros de carretera, cuenta con 1.500 de senderos y rutas.

A través de un cuestionario, aportan la información. Indican si es una narración, un poema o un dicho o si se trata de un topónimo y especifican también la fuente. Aunque acaban de empezar, ya han comenzado a recibir las primeras respuestas, curiosamente, de historias cidianas que estos estudiosos no conocían.

Babieca en Calanda

Una de ellas es la de un pequeño municipio de la provincia de Soria, llamado La Riba de Escalote, donde se ubica la fuente de los caballeros de cuyas aguas bebió el Cid, según queda recogido en un diccionario de habla soriana.  “Suerte que ha habido gente que le ha interesado el tema y ha ido tomando notas”, apunta Montaner. Desde el pueblo conquense de Barajas de Melo han informado de la existencia de  la Atalaya del Cid, un monte donde, según cuenta la leyenda, acampó el Cid.

Estas historias se unen a otras más conocidas como la de Iglesuela del Cid, donde se encuentra una talla románica a la que llaman la Virgen del Cid y que guardan en la ermita.  En la provincia de Teruel, hay también muchas referencias al caballo del Cid, que, según cuentan, dejó sus huellas en distintos puntos de la provincia. Uno de ellos en Calanda, donde Babieca saltó un arroyo y dejó plasmada su huella en una roca que llaman ‘Para de Caballo’, frente al arco del Cid bautizado así después.

Aunque el Cid dejó su impronta en buena parte del país, Montaner explica que, sobre todo, están llegando cuestionarios de localidades de las dos Castillas.

Toda esta información quedará recogida en un mapa cartográfico donde aparecerá reflejada cada tradición y leyenda asociada a la localidad o al punto geográfico donde se ubica, tras su clasificación y estudio.

La idea de emprender esta investigación,  dentro del Proyecto del Plan Nacional de I+D “Magia, Épica e Historiografía Hispánicas: Relaciones Literarias y Nomológicas” adscrito a la Universidad de Zaragoza, con el apoyo del Consorcio del Cid, surge tras conocer tradiciones de las que hasta entonces no tenían constancia.

“No sabíamos que existían y, por eso, pensamos que merecía la pena reunirlas y divulgarlas, para salvaguardar un patrimonio cultural de transmisión oral que podía perderse, teniendo en cuenta que muchas localidades están amenazadas por la despoblación”, precisa.

Después de este trabajo, aún quedará más constancia de la huella que ha dejado el Cid, un personaje que, a pesar de que murió en 1099, sigue estando “vivo”, concluye.

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