La cultura como instrumento para devolver la dignidad a la gente
Participada, transparente, sostenible. Tres de los siete conceptos que, para el Ayuntamiento de Zaragoza, deben guiar su política cultural municipal. Y para virar el rumbo hacia el camino que creen correcto, empiezan por aclarar un proceso antaño ligeramente opaco: el de concesión de subvenciones. Lo hacen con una medida novedosa, que consiste en que las propias entidades que optan a recibir las ayudas son las que establecen las bases para concurrir a ellas.
Desde 2012, explica el director general de Cultura del Ejecutivo municipal, Saúl Esclarín, la Sociedad Zaragoza Cultural (dependiente del Consistorio) hace una convocatoria de subvenciones, dirigidas a personas físicas, asociaciones, autónomos, “para el fomento de actividades culturales en la ciudad”. Este año, las bases para repartir los 458.000 euros destinados a proyectos culturales han sido consensuadas con el sector.
Partiendo de un documento redactado en el área de Cultura del Ayuntamiento, se les pidió a las distintas asociaciones que dieran su opinión e hicieran propuestas. El borrador inicial fue adquiriendo la forma que más contentaba a las entidades y hubo asambleas en las que también estaban presentes los partidos políticos.
Finalmente nació un texto de consenso con algunas novedades importantes respecto al pasado. Una de las principales es la prolija explicación (antes inexistente) que se hace de los criterios de valoración y la puntuación máxima que se puede recibir por cada uno de ellos: la ‘Viabilidad del proyecto’ y la ‘Formación y generación de públicos’ son los ítems mejor valuados. El director general señala esta como la primera necesidad reclamada por muchas de las asociaciones.
Se mantienen las seis categorías tradicionales en las que se enmarcan los distintos proyectos: cultura tradicional aragonesa (en la que se darán subvenciones por valor de 48.900 euros); artes escénicas (96.400 euros); artes plásticas y visuales (48.900); cine y audiovisual (96.400); promoción del libro y la lectura (48.900), y música y actividades musicales (96.400). A estas se añade una nueva: cultura comunitaria y profesionalización (22.500 euros).
Otra de las grandes novedades es la creación de una mesa técnica que decidirá qué proyectos son merecedores de una subvención. Habrá una mesa por cada disciplina y será el propio sector (las mismas asociaciones y entidades que han pergeñado las bases) el que decida qué personas formarán parte de cada una de ellas. Serán expertos en las distintas materias que, en cualquier caso, aclara Esclarín, deberán “estar desvinculados de cualquier proyecto y serán los que tengan los criterios y elementos técnicos para decir qué proyectos sí, y en qué forma; y qué proyectos no, y por qué”.
El director resalta lo innovador de este sistema: “Ya no serán políticos los que valorarán las propuestas, ganamos muchísimo en transparencia, ni una subvención a dedo”.
Hacia una política cultural del bien común
El titular de este apartado es también la frase que encabeza un documento interno del Ayuntamiento de Zaragoza, que ha sido enviado a los implicados en la gestión cultural municipal: responsables, técnicos, gestores... todos los trabajadores, desde el primero hasta el último, lo ha recibido.
En él, el área de Cultura quiere establecer las líneas estratégicas de una política cultural municipal “coherente y responsable”. Se dice en el texto que las líneas estratégicas han de ser “consensuadas con el resto de agentes locales, de manera que todos, instituciones públicas y privadas, colectivos, industrias, etcétera, compartamos unos mismos objetivos y trabajemos en una misma dirección”.
Ponen el acento en el concepto del ‘bien común’. Lo que para ellos supone “entender la cultura como elemento transformador y de cohesión social, como herramienta para el diálogo, para la construcción de una sociedad más democrática. Como una necesidad tan indispensable como cualquier otro servicio básico, como un derecho esencial”.
Es una cultura, explican, que se contrapone a otras visiones que todavía se siguen enarbolando como válidas: la cultura entendida como mercancía; trivializada, cosmética, de evasión; cortoplacista, de grandes eventos, propagandística; de élite, fundamentada en la sapiencia de unos pocos, convertida en competición…“.
Quieren alejarse de eso y acercarse a una política cultural muy distinta. Basada en siete conceptos clave: participada y participativa; transparente y responsable; sostenible; transformadora; cooperativa y transversa; accesible; crítica.
Siete ideas que, para los actuales responsables de la cultura municipal en Zaragoza, deben vertebrar su trabajo, porque, al fin y al cabo, “lo que queremos es que pasen cosas en la ciudad, independientemente de quien las haga”, apunta Esclarín.