“La Nueve eran casi 150 soldados, sí, pero hubo otros 1.000 españoles combatiendo por la causa de la Francia Libre”
Diego Gaspar (Zaragoza, 1982), doctor en Historia, se sumergió durante dos años en los archivos franceses para trazar el perfil de los “españoles franceses libres”, soldados que combatieron durante la Segunda Guerra Mundial por la liberación de Francia. De esa investigación, y de su posterior análisis, surge 'La guerra continúa. Voluntarios españoles al servicio de la Francia libre (1940-1945)' (Marcial Pons). En este libro, Gaspar sigue de forma exhaustiva los pasos de unos 1.150 hombres que dedicaron toda su juventud a combatir y que, al final del conflicto, tuvieron que lidiar con la frustración de no ver a Franco desalojado del poder.
¿Quiénes eran los “españoles franceses libres”?
Existe una serie de documentos que han permitido definir la categoría de “español francés libre”, atendiendo a una instrucción militar de 1943 en la cual se establecen las bases de qué es un “francés libre”, aquellos individuos que pueden estar dentro de las Fuerzas Francesas Libres. Según esa definición, podían serlo todos aquellos voluntarios, con independencia de su nacionalidad, que hubiesen firmado un alistamiento con la Francia Libre por una duración determinada entre el 18 de junio de 1940, que es cuando el general De Gaulle crea las Fuerzas de la Francia Libre, y el 31 de julio de 1943, que es la fecha que entendemos como el fin administrativo de este ejército, porque es cuando se cierra el acuerdo entre De Gaulle y el general Giraud, que heredó el mando de las tropas fieles a Vichy, para crear el Ejército Francés de Liberación.
¿Cómo fue la llegada a Francia de estos españoles que combatieron luego por la liberación del país?
Su llegada es una retirada, y el contexto que van a encontrar en Francia no es precisamente acogedor. Francia había sido la primera nación inmigratoria a la altura de los años 20, por la demanda de mano de obra tras la I Guerra Mundial, pero tras la crisis de 1929 se crea un odio al extranjero, lo que se bautizó como “la Francia hostil”. Esa cerrazón cristaliza en 1938 con un decreto por el cual se legaliza la reclusión de extranjeros, una medida pensada para los españoles. A pesar de las advertencias de agregados militares, embajadores, cónsules... Nada se preparó para acoger a los refugiados españoles, tan solo se puso en marcha un dispositivo de seguridad y vigilancia brutal para contener, desarmar y separar por campos a esta masa. Los hombres que podían trabajar fueron destinados a campos de trabajo, y las mujeres, niños y ancianos fueron destinados a centros de acogida, lo que separó a las familias. De alguna forma, el hecho de estar recluidos y separados de sus familias hizo que estos refugiados se plantearan opciones para salir de allí que de otra manera no se les hubieran ocurrido.
¿Muchos se alistaron por necesidad?
Hay que precisar que el primer alistamiento no se produce en las tropas de la Francia Libre, porque no existían todavía, sino en la Legión Extranjera. En el campo de internamiento tenían cinco alternativas para salir. Primera, repatriarse, que movilizó casi a la mitad de los que habían llegado, un cuarto de millón de refugiados. Segunda, trabajar en el exterior de los campos, esto es, que les contratara un particular. Tercera, re-emigrar a un tercer país con garantías democráticas, que por norma general fue México. Y luego había dos vías más, que implican compromiso militar: o bien formar parte de las compañías de trabajadores extranjeros, o bien firmar un alistamiento en la Legión Extranjera o en regimientos de voluntarios extranjeros.
¿Cuál era el perfil de esos “españoles franceses libres”?
Un muy alto porcentaje de los españoles que formaron parte de las Fuerzas de la Francia Libre tenían experiencia militar previa, porque venían de luchar en la Guerra Civil española, o porque además sumaron experiencia en la Legión Extranjera o en el Cuerpo Franco de África. Además, eran jóvenes, pero no críos, y estaban solteros, lo cual era comprensible, porque se habían pasado su juventud luchando.
Muchos de esos combatientes españoles se vieron envueltos en campañas que los llevaron a lugares tan insospechados como tierras escandinavas...
Nadie pensaba que un alistamiento que hacías en Sidi-Bel-Abbès, en Argelia, te iba a llevar a luchar en las nieves de Narvik, en Noruega, contra los alemanes que estaban peleando por una ruta del hierro sueco necesario para su industria de guerra... Así que se veían en la situación de que se habían alistado para salir de un campo de internamiento de Pirineos Orientales, de ahí se los habían llevado a Marsella para embarcar a Orán, de ahí a Argelia para hacer la instrucción para luego acabar en el fiordo de Narvik... Era una historia de película. Esto ocurre antes de que se creen las tropas de la Francia Libre. Una vez se establecen estas, los teatros de operaciones donde van a intervenir son múltiples, y sobre todo se extienden por el norte de África, porque era muy importante conseguir la adhesión de los territorios coloniales a la causa de De Gaulle.
¿Cómo fue la integración de los españoles en las Fuerzas de la Francia Libre?
De Gaulle crea las Fuerzas de la Francia Libre en su llamamiento del 18 de junio de 1940 en Londres, y las tropas quedaron expectantes a ver qué pasaba. Por un lado, se les ofreció incorporarse a la Francia Libre, y por otro, que permanecieran fieles al ejército francés, que el día 22 iba a claudicar. No era una decisión fácil para los españoles, porque no conocían con exactitud la situación ni hablaban todavía bien el idioma. Se produce una situación de incertidumbre que llevó incluso al motín de algunos de ellos, porque hubo quien pensó que De Gaulle era la opción para seguir en la lucha contra Hitler, pero otros temieron que si los mandaban de vuelta a sus unidades de origen en Marrueco podían acabar siendo entregados a Franco. Al final, una unidad, en la que había españoles, bascula hacia De Gaulle, y en ese momento casi 300 soldados pasan de golpe a las Fuerzas de la Francia Libre. Esos son los primeros voluntarios, de cualquier nacionalidad, en alistarse el 1 de julio de 1940.
¿Cómo eran esos voluntarios españoles como combatientes?
Su servicio militar fue muy apreciado por sus jefes, y eso se vio recompensado en ascensos. Hay un alto porcentaje de españoles que consiguen ascensos en las Fuerzas de la Francia Libre y varios mandos que declaran públicamente que eran buenos soldados. Mirando los expedientes militares se ve que su comportamiento fue bueno por norma general. Algunos fueron acusados de deserción, pero en su mayoría fue por faltas a revista, que se producen después de un permiso... Llegaban tarde tras correrse una juerga. También hay alguna pelea, alguna multa de tráfico... Pero poco más.
Gracias a la novela gráfica 'Los surcos del azar' de Paco Roca, y a la sensibilidad que ha demostrado la alcaldesa de París, parece que la historia de La Nueve, la compañía formada por españoles que liberó París, ha empezado a tener cierto reconocimiento.
La historia de La Nueve es muy particular. No solo por el número de españoles que la integró, que eran casi 150 hombres, que no son tantos, aunque sí sorprende que estuvieran juntos, sino porque se ha escrito mucho sobre ella. Se ha avanzado mucho en su reconocimiento, sí, pero no siempre se ha hecho bien. Hay que reconocer la importante labor de esos soldados, pero París no se liberó solo por los españoles, hubo muchos más actores que participaron en ese hecho. Reconocimiento sí, todo y más, pero no mitificación. La Nueve eran casi 150 soldados, pero había otros 1.000 españoles combatiendo en otras unidades, que también las pasaron canutas en acciones decisivas.
¿Qué sensaciones tenían estos combatientes durante la guerra?
La mayoría coincide en el pensamiento de continuar la lucha contra el fascismo que habían iniciado en España, y sobre todo, poder hacerlo con medios adecuados. Muchos de ellos recordaban que en España no les faltaban ganas de pelear contra el fascismo, pero los fusiles que tenían no acertaban ni a la de tres. Así que, aunque no sabían lo que iba a pasar, tenían la sensación de por fin poder luchar en buenas condiciones.
Después de tantos años en las trincheras, para algunos la guerra ya sería su 'modus vivendi'...
Para muchos era lo único que habían hecho durante toda su vida, así que siguieron adelante con la vida militar. Hay varios casos, no muchos, que sorprenden: cuando acaba la guerra en 1945 se van a Indochina a seguir pegando tiros. También hubo un grupo, no muy numeroso tampoco, que se alistó por pura aventura.
¿Tuvieron tras la guerra algún tipo de facilidad por parte de las autoridades francesas?
La principal facilidad, si se puede considerar así, es que pudieron acceder a la nacionalidad francesa sin demasiado problema, si justificaban sus servicios como resistentes. De esta manera se les permitió formar parte de la sociedad francesa, independientemente los mecanismos de integración que luego se les ofrecieran. Estaban en Francia porque no podían volver a España, porque era una amenaza para su vida. Muchos de ellos se prometieron volver a España cuando hubiera una democracia, y eso les llevó a la desilusión, al ver que la comunidad internacional terminó por aceptar a Franco como baluarte contra el comunismo en el suroeste europeo.
Al final de tanta batalla y sacrificios personales, frustración.
No digo que fueran engañados, porque nadie les prometió que se fuera a intervenir en España, pero su anhelo se vio frustrado. En ese momento se produce un cambio en ellos: dejan de ver el exilio como algo temporal para verlo como permanente, y se quedan vacíos por dentro, desengañados y obligados a aceptar una situación muy dura para ellos. Esto se tradujo en una progresiva inserción en la sociedad francesa, incluso en un proceso de invisibilidad, porque tratan mimetizarse y procuran que sus hijos sean plenamente franceses para asegurarles más oportunidades.
Aunque pocas, también hubo mujeres entre las filas de las Fuerzas de la Francia Libre.
Son muy pocas las que aparecen en este alistamiento. A pesar de ello, la labor de aquellas que se ha podido localizar es importante y se caracteriza porque no forman parte del ejército regular de la Francia Libre, sino que actúan en redes de espionaje, información y acción. Actuaron sobre todo en los pasos pirenaicos, para facilitar el tránsito de personas que huían de la Francia ocupada a través de España, para pasar de ahí a Portugal y embarcar a Estados Unidos o Gran Bretaña.