Aragón pierde casi 9.000 empleos a jornada completa y genera 6.600 más a tiempo parcial
La población activa se ha reducido en Aragón más que el volumen de desempleados durante la legislatura que está a punto de terminar. Algo que, como dato aislado, podría ser una buena noticia, 14.700 parados menos al final del tercer trimestre de 2015 que al terminar 2011, es en realidad un síntoma del cuadro de deterioro que sufre el mercado laboral aragonés: ha dejado de dar trabajo a 2.200 personas y, pese al aumento de la edad de jubilación, de él han desaparecido 16.900, la mayoría de origen extranjero.
El nivel de deterioro de las relaciones laborales en la Comunidad, donde la entrada en vigor de la reforma laboral ha coincidido con un desplome de los salarios de casi mil millones de euros anuales y con una extensión de la pobreza, incluye otros datos, como la pérdida de 8.800 empleos de jornada completa –de 479.800 a 471.000- y la creación de 6.600 a tiempo parcial –de 73.500 a 80.100- o el hecho de que, mientras los contratos indefinidos se encuentran en los mismos niveles que a principios de 2012 (tras un espectacular repunte de 28.500 en doce meses), se hayan llegado a perder 5.400 temporales según señala la EPA (Encuesta de Población Activa) del INE (Instituto Nacional de Estadística).
“Estamos tirando de ahorros”
“Las consecuencias de esta evolución, en la que se destruyen puestos de trabajo de ocho horas diarias para crear dos de tres, son evidentes: salarios bajos y cotizaciones menores que obligan a la gente a plantearse horizontes de cotización largos si quieren tener una pensión de jubilación digna”, explica José Manuel Lasierra, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Zaragoza y autor de El fin del fin del trabajo, en el que explica cómo “la sociedad del trabajo” sitúa al individuo “en la necesidad de trabajar en todo momento y bajo cualquier circunstancia para vivir”.
“La creación de trabajadores pobres se ha disparado -señala-, y eso es malo para las cuentas personales y para las públicas”. “Hay un elevado porcentaje de trabajadores pobres que, si no fuera por el ahorro de años anteriores en aspectos como la vivienda y por los resortes familiares de apoyo, estarían en una situación muy precaria”, explica, al tiempo que advierte que el Estado seguirá echando mano de la hucha de las pensiones ante la caída de las cotizaciones. “Estamos tirando de ahorros” en ambos planos, anota.
Lasierra llama la atención sobre los problemas que estas tendencias del mercado laboral pueden crear a largo plazo. Uno de ellos es el envejecimiento de la población, ya que las condiciones laborales no animan a crear familias. “No hay tasa de reposición, y una pirámide demográfica invertida (muchos ancianos y pocos niños) implica problemas para los jóvenes y para los viejos”, indica, ya que “una población envejecida trabaja menos y gasta menos; es decir, que impulsa menos el consumo y el crecimiento”.
“Hace falta una revolución empresarial”
El economista apunta algunas recetas que deberían ser aplicadas a largo plazo. “Hace falta una revolución empresarial para pasar de buscar beneficios en el corto plazo -anota- con el fin de obtenerlos después. Para que haya redistribución hay que generar valor. Tratar de obtener rentabilidad abaratando los costes no tiene futuro: hay que generar valor, y eso requiere formación, I+D+I e inversión”.
“Ofrecer productos y servicios de calidad exige formación”, remarca. Junto con esas líneas, aboga por cambiar las políticas salariales y por aplicar modelos que permitan conciliar el trabajo y la familia.
“Si se crea empleo creciendo menos, el empleo se deteriora. Si se genera menos valor, se reparte menos valor”, señala. En cambio, “si se genera valor, la gente podrá disponer de él y, al mismo tiempo, será posible articular servicios sociales para atender a las personas a las que no llegue ese valor: para redistribuir la riqueza, no para desarrollar acciones de caridad”.