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En realidad pueden considerarse afortunados porque estudian en una universidad. Algo que, como aseguran, “muchos no podrán hacer en el futuro cercano por falta de recursos económicos”. Víctor Lázaro y Unai Baztán son estudiantes de 1º de Química y Geografía, respectivamente, en la Universidad de Zaragoza.
Ambos forman parte del Colectivo de Estudiantes Progresistas de Aragón (CEPA) y ayer estuvieron presentes en la manifestación contra la reforma 3+2. Una nueva fórmula que, como indica Víctor Lázaro, le hubiera obligado a hacer una Formación Profesional si ya estuviera implantada.
Él es zaragozano y el Grado de Química le supone 1.500 euros al año. Paga la matrícula gracias a una beca. Los cuatro cursos le saldrán, aproximadamente, por 6.000 euros, pero si hiciera el 3+2 el importe completo de sus estudios superaría los 10.000.
Unai Baztán viene de Pamplona y no tiene beca. La matrícula es algo más barata: 1.000 euros. Sus padres, ambos funcionarios, han visto reducida su nómina en un 25% lo que hace más complicado costear todos los gastos. Cree que las reformas del Gobierno harán que haya “universidades de primera y de segunda”, convirtiéndoles en “meros medios de producción” y haciendo que solo los que tienen ingresos altos “puedan aspirar a algo mejor”.
Según explica su compañero, quieren devaluar los contenidos y la preparación para que los jóvenes accedan a un empleo cada vez más precario. “Los errores cometidos en el mercado laboral los tratan de tapar con la Educación”. Tanto la LOMCE como la reforma 3+2, dice, empujan a la gente con menor holgura económica a estudiar FP.
El retroceso en el sistema educativo es evidente para estos dos alumnos del centro público universitario aragonés. “Se había logrado que personas con pocos recursos tuvieran una carrera, pero se está volviendo atrás”, señala Lázaro. Para él, las distintas reformas no solo hacen que cada vez menos gente tenga opción de ir a la universidad “si no que, a los que consiguen entrar, les limitan hasta dónde pueden llegar”.
No solo les parece mal la reforma en sí, sino también el modo de implantarla. En palabras de Baztán, “ha sido una imposición dictatorial”. Desde CEPA están desarrollando charlas informativas para explicar a la gente “qué significa el 3+2” porque hay muchos “que no tiene ni idea”.
Rabia contenida es lo que sienten si escuchan a Wert decir que “las familias que no tienen dinero para estudiar es porque no se quieren privar de otras cosas”, o cuando recuerdan la famosa frase de la “movilidad exterior” de Fátima Báñez. “Es una tomadura de pelo, hacen lo que quieren sin consultarnos y encima se ríen de nosotros”.