El Ayuntamiento de Zaragoza dejará de dragar el Ebro tras gastar el anterior Ejecutivo 600.000 euros de 2009 a 2015
El Ayuntamiento de Zaragoza (Zaragoza en Común) ha decidido no dragar el Ebro en 2016. Según ha podido saber eldiario.es, son fundamentalmente dos las razones que les llevan a rescindir el contrato con la empresa concesionaria: el aspecto medioambiental y el alto coste de estas actuaciones. El anterior Ejecutivo municipal (PSOE) gastó 600.000 euros en dragados entre 2009 y 2015. Se dragó en 2009 y 2010 y se retiró grava en 2011 y 2013.
El Gobierno de la capital aragonesa ya negocia con la empresa encargada la rescisión del contrato. Este estatuía un gasto, de 2016 a 2032, de 1,8 millones de euros. Reconocen fuentes municipales que habrá que compensar a la empresa, pero que, en cualquier caso, el valor de la indemnización será menor a la inversión que habrían de hacer de continuar con lo firmado. Confían en llegar a un acuerdo que contente a ambas partes en los próximos días.
Una de las consecuencias inmediatas de no dragar el río será la desaparición de los barcos turísticos. Porque esa, dotar al Ebro de las condiciones de navegabilidad que necesitan estas embarcaciones, era, precisamente, la finalidad principal de las actuaciones. Desde Zaragoza en Común aseguran que ellos no rechazan la navegación, “pero con barcos que se adapten al río, y no al revés”.
Los beneficios derivados de la explotación de estos barcos, por añadidura, ponen en duda, para el Ejecutivo municipal, la rentabilidad de los mismos. Según los datos que la propia empresa encargada ha proporcionado a este medio, en 2013 hubo 12.000 pasajeros; 12.200 en 2014 y 12.500 en 2015. Usuarios que abonaron tarifas de 3 euros para infantil y jubilados, 6 los adultos y 3 por persona para grupos de, mínimo, 20 integrantes.
Estos barcos turísticos comenzaron a funcionar en 2009 y nacieron al calor de la Expo. La empresa encargada en un primer momento fue Turismo Fluvial Ebro y, a partir de 2013, pasó a depender de Parque de Atracciones de Zaragoza S. A., a la cual, un año antes (2012), se le había adjudicado también la gestión del Acuario de Zaragoza.
Y la empresa municipal que rubrica los contratos con las distintas concesionarias es ZGZ Arroba Desarrollo Expo, S. A. La cual fue creada en 2008 con el siguiente objeto social:
La conveniencia de realizar dragados
Argumentan también desde el Consistorio que el dragado es una actuación “muy agresiva” para el medioambiente“. Se basan en la opinión de distintos expertos, entre otros, los del Centro Ibérico de Restauración Fluvial (Ciref) que, en 2015, realizaron el informe ”Aspectos técnicos y jurídicos de los dragados y ‘limpiezas’ de cauces“.
En este documento se apunta que los dragados constituyen “un impacto de máxima gravedad contra la geomorfología del río afectando negativamente a todo el ecosistema fluvial”. Son una medida, explican, que ha sido “totalmente descartada en países como Estados Unidos, Reino Unido y Holanda.
Se refieren al concepto genérico de ‘limpiezas de ríos y cauces’, expresión que para estos profesionales es “errónea, porque un río con su vegetación y sedimentos adecuados no está sucio”. Y complementan su versión aduciendo que “los ríos se limpian solos, pues tienen la capacidad con las crecidas de eliminar la vegetación no adaptada y regenerar la que el río necesita”.
Estas crecidas, tan habituales en el Ebro, son también materia de análisis en el documento en cuestión. Se anota en el mismo que cuando hay inundaciones “se alzan las voces de ribereños, agricultores y políticos locales argumentando que la culpa es la falta de ‘limpieza de los ríos”. Pero es en los ríos regulados, comentan, en los que “eliminamos la acción natural de las crecidas, donde precisamente más problemas se producen, pues con la regulación se modifica la dinámica natural impidiendo que el río se limpie por sí mismo”.
Se refieren, asimismo, a la Directiva marco del agua (DMA) (Directiva 2000/60/CE), la cual considera que “el máximo valor a proteger es el estado ecológico de los sistemas acuáticos y obliga por mandato a su no deterioro”.
Concluyen que las crecidas e inundaciones fluviales “ni pueden ni deben evitarse”, ya que son “imprescindibles para el buen funcionamiento del río y para su buen estado ecológico y aportan numerosos y valiosos beneficios a las personas”. Por ende, la principal solución para reducir los daños por inundaciones “es devolver espacio al río, recuperando el Territorio Fluvial (o llanura natural de inundación) como se ha puesto de manifiesto en documentos de la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos que elaboró el Ministerio de Medio Ambiente”.