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El pueblo viejo de Rodén, abandonado por los desastres de la Guerra Civil, sigue a la espera de ser declarado BIC

El pueblo viejo y el pueblo nuevo.

Marta Salguero

Enclavado en un promontorio, las ruinas del pueblo viejo de Rodén no pasan desapercibidas para quienes atraviesan esta zona de la provincia de Zaragoza. Muchos pasan por allí camino de otro pueblo viejo, Belchite, ubicado a apenas 27 kilómetros de distancia, sin conocer que esta pequeña localidad también sufrió los desastres de la Guerra Civil.

Rodén es uno de los tres municipios españoles, junto a Belchite en la misma provincia y Corbera de Ebro en Tarragona, donde a día de hoy todavía se aprecia la huella de la contienda. La diferencia está en que tanto Belchite como Corbera fueron declarados Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima protección del patrimonio concedida en España, mientras que Rodén todavía sigue a la espera, aunque por poco tiempo. El Gobierno de Aragón ha iniciado el expediente para declarar al pueblo viejo de Rodén BIC en la categoría de lugar histórico.

Este anuncio ha sido bien acogido por los habitantes de Rodén, apenas 20 vecinos que recuerdan con añoranza el tiempo que vivieron allí. Agrupados en torno a la Asociación Torre de Rodén y apoyados por Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa), han conseguido esta protección para un pueblo donde todavía quedan las ruinas de una iglesia y un castillo de época árabe que sufrió un derrumbe a finales de 2016.

También desde el Ayuntamiento de Fuentes de Ebro, término municipal al que pertenece la pedanía de Rodén, esperan que el expediente se tramite lo antes posible. Para el concejal de Cultura de Fuentes de Ebro, José Manuel Monforte, esta protección oficial no es una meta sino “una pancarta de salida” para empezar a trabajar y dar a conocer la historia de esta localidad. Ven necesario la elaboración de un plan director para conservar las ruinas, pero son conscientes de que no pueden hacerlo solos, que necesitan apoyo de otras instituciones.

“Hay público interesado en ver los efectos de la guerra y aquí se libró la batalla del Ebro, así que Rodén puede ser un nexo más de atracción, igual que lo está siendo Belchite”, apunta.

Por ahora, el único trabajo de conservación que se ha hecho en el pueblo viejo de Rodén fue la restauración de la cubierta y la fachada de la torre de Rodén, la más emblemática y la que forma la silueta de todo el municipio, con una inversión de 30.000 euros financiada por la Diputación Provincial de Zaragoza.

Monforte hace autocrítica sobre el retraso en pedir la declaración BIC por parte del Consistorio y asegura que ha faltado conciencia sobre el valor histórico del lugar, aunque apunta a la falta de financiación como la verdadera causa del retraso.

“Los problemas a los que nos enfrentamos los ayuntamientos no son fáciles, las necesidades son muchas y es complejo gestionarlo todo con la financiación que tenemos, pero ahora debemos empezar”, comenta.

Rodén,  la huella  de la Guerra Civil en municipios pequeños

Aunque llegue tarde, la realidad es que Rodén merece tener esa protección, porque en él todavía se puede recrear esa atmósfera de destrucción que caracterizó a muchos municipios españoles. Su estado actual es también consecuencia de un largo proceso de abandono durante muchos años, pero “si hoy están como están es porque en su día quedó afectado por la Guerra”. Por ello, Rodén, junto a Belchite y Corbera, tienen un importante valor histórico. “Son depósitos memoriales, son lugares donde se puede comprender la destrucción causa la guerra y lo que esta supone para poblaciones pequeñas o medianas”, comenta el presidente de Apudepa, Carlos Bitrián.

Pero, además de este valor histórico, Rodén esconde también restos arquitectónicos de interés, porque, a diferencia de Belchite construido en ladrillo, el material utilizado en Rodén fue piedra de alabastro o yeso.

Desde Apudepa reclaman dos actuaciones. En primer lugar, la más urgente, que se lleven a cabo las tareas de apuntalamiento para evitar más derribos, fundamentalmente en el castillo, y, en segundo lugar, la elaboración de un plan director por parte de un equipo multidisciplinar formado por historiadores, arquitectos o arqueólogos, para no amputar su carácter de pueblo en ruinas.

Otra de las fortalezas de Rodén es que se ubica a tan solo 20 minutos en coche de Belchite. “Parece mentira que nadie haya caído en la cuenta de este dato”, señala Bitrián, quien resalta todo el potencial que tienen estos dos pueblos para reflotar también la situación del medio rural y atraer visitas. 

“Pedimos que Belchite y Rodén formen un tándem, ya sabemos que es inversión, pero no solo es inversión en patrimonio, en equilibrio territorial y vertebración territorial”, indica Bitrián, cuya tesis doctoral gira en torno a los pueblos destruidos por la Guerra Civil española.

Inmersos en la batalla del Ebro, los vecinos de Rodén abandonaron el pueblo huyendo de la Guerra ante la cercanía del frente. Tras la contienda, algunas familias volvieron a su pueblo natal y vivieron allí hasta 1960 de forma precaria. ‘Regiones devastadas’ decidió no reconstruirlo y edificó un pueblo nuevo a los pies de las ruinas, con una iglesia, 10 viviendas, la casa del maestro y la escuela.

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