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29 años de lucha contra el pantano de Biscarrués

Los deportes de aventura emplean a 300 personas en La Galliguera.

Óscar F. Civieta

Casi tres décadas de lucha, “y lo que nos queda”. El 16 de febrero de 1987, la Confederación Hidrográfica del Ebro anunciaba la inmediata construcción del embalse de Biscarrues. Ese día comenzó una contienda que continúa en la actualidad. 29 años de manifestaciones, concentraciones, romerías reivindicativas, conciertos, huelgas de hambre… Todo para que, todavía, el temor a que la obra se convierta en realidad sea latente.

En estos momentos se está redactando el proyecto para la construcción de un pantano de 35 hectómetros cúbicos en Biscarrués que, como aseguran desde la Coordinadora Biscarrués – Mallos de Riglos, anegaría las tierras de labor de los municipios de Eres y Santa Eulalia de Gállego. Es uno de los motivos que esgrimen la miríada de personas que sigue rechazando el embalse a pesar de que el proyecto haya cambiado mucho desde aquel pantano de 192 hectómetros cúbicos que algunos ansiaban.

El otro factor que argumentan es que la conocida como comarca natural de La Galliguera, formada por los pueblos que van con el curso del río Gállego, desde La Peña hasta Biscarrués, es el único tramo del río donde se practican deportes de aguas bravas durante todo el año. Según el presidente de la Coordinadora, Jesús Estachod, hay más de 40 empresas dedicadas a ello, que perderían el 50 % de su negocio. En La Galliguera, explica, “somos unos 2.500 habitantes y estas actividades generan más de 300 puestos de trabajo entre directos e indirectos.

Señalan que el pantano de Biscarrués está entre las obras “a investigar por la Fiscalía Anticorrupción dado que para la última aprobación del estudio de impacto ambiental se presionó a los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente”. El problema del lindano también afecta: “El proyecto es inviable hasta que se descontaminé el último rincón del río”. Con ironía alegan que, después de 29 años sin el pantano, “es imposible defender su urgencia, prioridad y mucho menos su necesidad”.

Por si fuera poco, añade el presidente, la Comisión Europea cuestionó al Gobierno de España por los procedimientos seguidos para autorizar el embalse.

Estachod no concreta cifras, pero estima que solo en papel, “proyectos modificados y remodificados”, pueden llevar gastados entre 4 o 5 millones de euros. “En la actualidad el pantano está presupuestado en unos 180 millones de euros y con el último proyecto ya se habilitó una partida de 1,2 millones”, recalca.

Consideran una victoria que en 20 años no se haya hecho la obra, pero reconocen que “todavía existe la amenaza”.

Historia del embalse de Biscarrués

Solo un día después de que la CHE anunciara la construcción del embalse, el 17 de febrero de 1987, los vecinos de Eres se concentraron en la plaza. Fue la primera de un sinfín de protestas. Poco a poco se fueron organizando: unidos a los afectados por el recrecimiento del Yesa crean la Coordinadora de Afectados por Presas (Coape); nace la primera asociación contra el proyecto del embalse de Biscarrués: la Asociación Amigos de la Galliguera, y, el 27 de enero de 1988, Biscarrués se integra en la Coordinadora Aragonesa de Pueblos Afectados por los Embalses.

Por esa época se planteaban hacer un pantano de 192 hectómetros cúbicos. Aquello, recuerda Estachod, hubiera inundado totalmente Eres. El 6 de octubre de 1992, el entonces presidente de la CHE, Antonio Aragón, anunciaba la adjudicación del proyecto a la empresa Intesa, con un plazo de ejecución de 12 meses.

Casi dos años después, el 19 de agosto de 1994, se publicó la resolución de la Dirección General de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente estableciendo un plazo, hasta el 8 de noviembre, para presentar alegaciones al estudio de impacto medioambiental elaborado por Intesa. El presidente de la Coordinadora explica que para que el informe fuera válido era preceptiva la firma de dos técnicos de Medio Ambiente y de la Dirección General. Sin embargo, solo la dirección general estampó su rúbrica, mientras que para los técnicos el informe era negativo.

Las protestas continuaron y, en 1996, se conforma definitivamente la Coordinadora Biscarrués – Mallos de Riglos. Comienzan entonces unos años repletos de acciones reivindicativas. Por medio, la gran manifestación contra el trasvase que tuvo lugar en Zaragoza el 8 de octubre de 2000.

2004, creación de la Comisión del Agua

En 2004 llega un momento clave en esta historia: tras la derogación del trasvase del Ebro, el Gobierno de Aragón crea la Comisión del Agua para, como explican desde la Coordinadora, “dar salida a los proyectos del Pacto del Agua firmado en 1992, que seguían paralizados”.

En julio de 2006 finaliza la Comisión del Agua y se plantean tres alternativas: el pantano de 192 hectómetros cúbicos; uno de 35 o no hacer nada. Dos meses después, en septiembre, la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, desechaba el proyecto de 192 hm3. Lo que provocó una airada respuesta en las filas del Partido Popular en Aragón, en particular de su presidente en aquel momento, Gustavo Alcalde, el actual delegado del Gobierno en la Comunidad.

Pasan tres años, hasta junio de 2009, para que el Ministerio saque a exposición pública el anteproyecto del pantano, en este caso de 35 hm3. En noviembre de 2010, el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex) realizó un informe contrario a la construcción del pantano. Y el 31 de marzo de 2012 se publica en el BOE la aprobación del expediente de información pública del embalse de Biscarrués en el río Gállego.

Hasta aquí, de manera muy somera, la historia conocida. El proyecto sigue en el aire y mantiene en vilo a todos los que lo rechazan. Saben que les va a tocar seguir luchando y lo aceptan sin remilgos.

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