“El asentamiento estable del lobo en Aragón es una posibilidad cierta; estamos a tiempo de prepararnos”
El oso y el buitre son viejos conocidos para Manuel Alcántara, jefe del Servicio de Biodiversidad del Gobierno de Aragón desde 2005. Mejorar la convivencia de estas especies con los rebaños del Pirineo ha sido una de sus preocupaciones en los últimos años. Sin embargo, ahora tiene otro motivo de desvelo: hay un lobo en los Monegros. Se trata de un ejemplar de lobo italiano – algo “sorprendente”, según reconoce- al que se atribuyen los ataques a ovejas producidos en los últimos meses en el entorno de Leciñena.
Aunque todo apunta a que se trata de un individuo de paso, el Gobierno de Aragón ya trabaja con la hipótesis de que estos cánidos se conviertan en una presencia habitual en la comunidad.
¿La aparición del lobo en los Monegros ha sido una sorpresa, o entraba dentro de lo posible?
La verdad es que ha sido una sorpresa. No es un sitio especialmente apto para la presencia de este animal, ni es una zona próxima a otras con presencia estable de lobo, como La Rioja o Castilla y León. Por eso, cuando empezaron los ataques a rebaños, partimos del supuesto de que los causantes eran perros asilvestrados, que es lo más habitual en estos casos.
Se ha dicho que nunca ha habido lobos en la zona.
Sí los hubo, pero no se trata de una presencia reciente, ni mucho menos. Se remonta a principios del siglo XX y a mediados del XIX, cuando el lobo estaba distribuido ampliamente por la península ibérica. De esa convivencia histórica vendrían las referencias al lobo en la toponimia de la comarca.
El caso de los ataques a ovejas casi empezó como un misterio. ¿Cómo ha sido el proceso hasta dar con el 'culpable'?
Ha tenido algo de aventura. Partíamos de un planteamiento racional: hay una serie asaltos a los rebaños de ovejas y la tipología se corresponde con ataques de perros asilvestrados, que ya han ocurrido en otras partes de la comunidad autónoma. Empezamos colocando cajas trampa, y luego instalamos cámaras de foto-trampeo para tratar de identificar a los ejemplares. Veíamos perros por el entorno de los pueblos, así que seguían siendo los principales sospechosos A mediados de junio llegó la sorpresa: una de las cámaras captó varias imágenes de lo que parecía ser un lobo. Empezamos a sospechar, así que recuperamos algunos excrementos recogidos tras los ataques, en aquel momento con la idea de identificar a través del ADN al supuesto ejemplar de perro y buscar a su dueño. Los análisis en un laboratorio especializado de Barcelona nos confirmaron que pertenecían a un lobo.
¿Se maneja todavía la hipótesis de un solo ejemplar aislado?
Sí, no hay ningún otro indicio que nos lleve a pensar lo contrario. Hay mucha rumorología, se ha dicho que se han visto tres ejemplares... Pero los datos de la muestra genética apuntan a que probablemente se trata de un único ejemplar de macho.
¿Y cómo ha llegado a los Monegros? Parecería más lógico que el lobo hubiera aparecido primero en zonas limítrofes a Soria o La Rioja, donde hay manadas de lobo ibérico.
Aquí tenemos una novedad sorprendente. Este lobo no pertenece a la subespecie ibérica, sino a la subespecie italiana. Estos lobos procedentes de Italia han estado presentes desde hace años en el Pirineo catalán, y da la impresión que este animal ha llegado dispersándose desde allí. Este hecho coincidiría con algún avistamiento de lobos en el Pirineo francés, que también serían de origen italiano. Estos lobos llegaron de Italia a Cataluña, probablemente hace ya más de una década, a través del golfo de Marsella. Al ser un área muy urbanizada, los lobos la transitaron con mucha rapidez, ya que no es un entorno propicio para establecerse, y su gran capacidad de desplazamiento los acabó por llevar a Cataluña, donde han llegado a contarse 9 o 10 ejemplares, siempre machos. Así que probablemente el animal de los Monegros proceda desde ese núcleo italiano y ha continuado su periplo hasta caer aquí.
Aunque ahora se trate de un individuo aislado, ¿cabe la posibilidad de que el lobo acabe por asentarse de forma permanente en Aragón?
Es una posibilidad cierta. Su crecimiento poblacional en Asturias, Cantabria y Castilla y León - zonas 'clásicas' de presencia del lobo-, los ha llevado a ocupar otras comunidades autónomas. En el censo de lobos de 2016 aparecen en la Comunidad de Madrid o Castilla-La Mancha, sitios donde antes no estaban. Así que en esa evolución es posible que acabe por llegar a Aragón. Estamos a tiempo de prepararnos, este caso nos va a permitir empezar a trabajar en las herramientas para compatibilizar la ganadería extensiva con la presencia del lobo.
¿Cuáles son las vías para la convivencia entre ganadería y lobo?
Los ganaderos adaptan su actividad a una situación concreta, cuando aparece un factor novedoso, en este caso el lobo, se genera un escenario chocante y, para ellos, de agravio. En Castilla y León se han puesto en marcha métodos, principalmente la mejor protección de los rebaños mediante vallados electrificados, presencia de mastines, vigilancia sobre el terreno... Cosas que en Aragón se podrían implantar si se hacen necesarias por un asentamiento del lobo, primero con el apoyo de la administración y luego como una práctica ganadera ya habitual.
¿Tendrían que cambiar también normativas y protocolos medioambientales?
El lobo tiene un marco normativo un tanto singular en la península ibérica: los que están al norte de la cuenca del Duero tienen consideración de especie gestionable, mientras que al sur está estrictamente protegida. Aragón, por tanto, tiene una doble situación, lo que obligará a un escenario legislativo novedoso para nosotros que tenemos que ir preparando.
Aragón en los últimos años ha trabajado en compatibilizar la presencia de osos y buitres con los usos ganaderos. ¿Qué lecciones se podrán aplicar con el lobo?
La principal es que la protección de rebaños, con el método que corresponda, es fundamental. En el caso del oso, hay un salto cualitativo importante entre los rebaños que se protegen y los que no: los primeros no tienen prácticamente ataques mientras que los segundos los reciben continuamente, lo que no solo acaba con las ovejas, sino que puede desquiciar al ganadero. Y eso que el oso, en comparación con el lobo, es un alma cándida. Por eso las medidas con el lobo deberán ser mucho más seguras y exitosas.
¿También se ha aprendido a dialogar con las distintas partes?
Hemos tenido una reunión multitudinaria con ganaderos y representantes del entorno de Leciñena, y luego se han establecido contactos individuales a raíz de las labores de seguimiento en el campo. La reacción de los ganaderos es comprensible: plantean la necesidad de acabar con el problema. Pero solucionar un problema de este tipo no es tan sencillo; la administración va a poner las herramientas necesarias sobre la mesa, pero hay que dar tiempo para que podamos trabajar en ello y conocer también cómo funcionan las explotaciones para dar la respuesta más adecuada.
Al margen del lobo... ¿Qué otras especies preocupan al Servicio de Biodiversidad del Gobierno de Aragón?
Aunque socialmente no causan tanta alarma, desde un punto de vista técnico la atención se centra en las especies invasoras, del visón americano al mejillón cebra. Nos dan bastantes quebraderos de cabeza, porque aunque a corto plazo parecen no afectar mucho a los usos humanos, a largo plazo tienen grandes efectos negativos. Ahora mismo tenemos un proyecto con el visón europeo que pasa por luchar contra su principal amenaza, la invasión de la especie americana. También nos inquieta especialmente la situación de una especie autóctona, la margaritifera auricularia [un bivalvo gigante nativo de la cuenca del Ebro]: vemos que aunque existen mecanismos para criarla en cautividad, en el medio natural se producen grandes mortandades, lo cual hace peligrar su futuro. Otras especies nos preocupan por su gestión, como el caso del quebrantahuesos, en el que se plantea cómo dar el salto para que se instale más allá del Pirineo. También hay que prever que aumente la presencia del oso...Y así podría estar enumerando casos mucho más rato.